Capitulo 5

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- ¿Quieres tocar un poco? – me preguntó. Me sorprendí ante su pregunta.

- No, no. Voy a cambiarme – le dije y entre a mi habitación. Me apoye contra la puerta cuando la cerré.
Dios mío, este hombre es demasiado! Sacudí un poco mi cabeza y me aleje de la puerta. Busque mi ropa de dormir. No sé si será apropiado ponerme mi camisón de seda con él aquí, pero no me importa. Me saque esa incomoda ropa de oficina y me puse mi camisón. Antes de poder detenerme a pensar salí de la habitación para dirigirme al baño. Sentí su caliente mirada sobre mí.

- Uuuuh, eso es lo que más me gusta de haberle dado de comer la manzana a Adan y Eva – me dijo. Me gire a verlo – La tentación vino con eso preciosa

- Eres demasiado hablador, ¿Sabias? – le dije y entre al baño. Sonrió y se puso de pie. Caminó hasta el baño donde estaba yo cepillando mis dientes. El se apoyo por el marco de la puerta.

- Lindas piernas, lindo trasero, linda boca, lindo cuerpo – dijo sin dejar de mirarme. Lo mire fijo – Linda, preciosa

- Gracias, eres muy considerado – le dije irónica. Rió por lo bajo.

- Y muy graciosa – me dijo y se acerco un poco más a mí. Me voltee para quedar frente a él.

- Aléjate – lo amenacé.

- Mmmm – dijo y volvió a pasar su lengua por sus labios – Eres tan amenazante, preciosa

Poso su mano por el costado de mi cintura y con un solo tirón me pego su fuerte cuerpo. Mis piernas temblaron levemente y su mirada seductora me dejo sin habla. Su pelo estaba levemente desordenado, excitándome. Se inclino hacía mí y sentí el calor de su aliento contra mi cuello.

- Eres tan excitante, preciosa – me susurro al oído. Un escalofrió bajó por mi columna. Reprimí un gemido. Hasta su voz era excitante.
Cerré los ojos cuando su lengua paso por el costado de mi mandíbula y termino en mi oreja. Gemí levemente. Bajo su mano por mi cadera hasta el borde de mi camisón. Comenzó a subirlo lentamente. Su mano estaba tan caliente que me estaba quemando. Gruñó en mi oído cuando pose mis manos en la cremallera de sus pantalones.

- Eres juguetona – me dijo mientras seguía mordisqueando mi cuello.

- Solo un poco – le dije y le baje el cierre. Se alejó un poco para mirarme a los ojos. Bajo sus manos hasta donde estaban las mías y las cubrió.

- No sabes las ganas que te tengo, pero no puedo hacerlo – me dijo y subió el cierre.

- ¿Qué? – le dije sin poder creerlo. Apretó los dientes.

- mierda _______, no digas eso! – me dijo y se alejo un poco más. Lo mire algo confusa – Ya te dije que me vuelve loco tu 'que'.

- ¿Me estás diciendo que no puedes hacerlo? – le pregunte. Maldito perro, ¿para qué me toco entonces?

- Tanto Dios, como yo no podemos tener relaciones carnales – me dijo. Abrí bien mi boca.

- ¿Me estás diciendo que nunca tuviste sexo? – le dije sin poder creerlo.

- Hace una eternidad que vivo y... no, nunca lo tuve – dijo y me miro bien – Pero no sabes las ganas que tengo de tenerlo ahora

- Eres el Diablo, ¿No se supone que tú haces lo que quieres? – dije y volví mi vista al espejo, para terminar de arreglarme.

- No todo es como piensan que es – dijo. Revolee los ojos y salí del baño. Él camino tras de mí.

- Quieres dormir, puedes dormir en el sillón. Quieres comer, hay algo en la heladera. Quieres mirar la tele, ahí está el control – le dije y entre a mi habitación.

Me acosté en mi cama, algo... enojada. No sé porque lo estoy, pero me molestó que haya hecho eso. Si no puede tener sexo, entonces que ni me mire. Es demasiada tentación, para ser virgen. ¿Cómo será tener relaciones sexuales con el Diablo? Y más si él es así de atractivo y poderoso. Comencé a girar entre mis sabanas, no podía dormir. Me puse de pie y abrí la ventana, para que corriera un poco de viento. Me volví a acostar y cerré mis ojos. ¿Qué es lo que quieres a cambio de tu alma _______? ¿Qué?
De repente sentí algo apoyarse contra mi espalda y una mano caliente se posó en mi vientre. Mi respiración se paralizo. Sentí piel desnuda apoyarse contra mi cuerpo. Rápidamente me gire, para encontrarlo en mi cama.

- ¿Qué estás haciendo? – le pregunte. Sonrió divertido.

- Hace frió preciosa – me dijo. Mire hacía la ventana y estaba nevando.
- ¿Ahora también puedes controlar el clima? – le dije y lo mire.

- Correcto – dijo.

Mis pechos se endurecieron al verlo sin camisa frente a mí. ¡Oh, Dios! Este hombre es perfecto. Cada parte de su cuerpo se contorneaba por firmes músculos. Carne fibrosa y dura. Mordí levemente mi labio inferior.

- ¿Puedes salir de mi cama? – le pregunte algo molesta y me aleje de él. Rió por lo bajo.

- Ya te lo dije, hace frió y no me gusta – me dijo y me abrazo por atrás de nuevo.

- Pues, lárgate – le dije y me aleje de sus fuertes brazos.

- Vamos preciosa, ¿estás enojada? – me pregunto, mientras pegaba más su cuerpo al mío.

Podía sentir su erección contra mi trasero. Eso me estaba volviendo totalmente loca. Me apretó más contra él. ¡Por Dios! Va a volverme loca, me gire entre sus brazos para quedar frente a él. Lo mire fijo a los ojos, él también lo hizo. Mire su boca, estaba semi abierta.

- ¿Puedes besar? – le pregunte. Sonrió levemente.

- No, no puedo – me dijo. Gruñí por lo bajo.

- ¿Nunca has besado a nadie? – le pregunte sin poder creerlo.

- No, nunca – dijo.
- Eres raro – le dije y saque mi mirada de él. Tomo mi mentón con su mano y levanto mi rostro, para que lo mirara.

- ¿Por qué? – me pregunto.

- Porque siempre pensé que el Diablo era vil y despiadado. Mentiroso, y muy, muy malo. No que era virginal y casto – le dije. Rió por lo bajo.

- Soy vil, soy malo, hasta despiadado. Pero me toca ser virginal y casto preciosa, lo lamento – me dijo. Lo mire fijo.

¿Qué pasa si lo besó? ¿Qué pasa si me atrevo a hacer eso que él no puede hacer? Baje mi mirada a su boca, su respiración era caliente, como mi cuerpo en este momento por él. Por lo menos solo tocarlo.

- Mentira, si puedo besar – dijo rápido y tomo mi boca desesperadamente.

Ville Valo (The Devil) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora