Capítulo 2 Un amor de antaño

0 0 0
                                    

Meses habían ocurrido de eso, mi madre encontró las cartas y les llevó a un oficial, en silencio consiguieron una orden y lograron salvar a la pequeña. A lo que oí a escondidas, él estaba encima de ella, sin ella cargar con ropa, decía el tipo en desespero a lo que escucharon los oficiales "a mami le hubiera gustado que hicieras caso" "no te alejes de mi", sólo puedo imaginar lo traumático que fue para la pequeña. Los oficiales irrumpieron después de oír eso y lograron a salvarla a tiempo antes que el monstruo lograra su cometido.

En el pueblo fue un escándalo y muchas mujeres querían matarlo, pero los reos fueron quiénes los lograron. Estuvo en calma después de eso y ahora la pequeña está con una pareja de hombres, se le ve feliz.

Por mi colegio debo de hacer servicio comunitario, hoy es el último día. El asilo al que voy queda cerca del bosque, imagino para que los ancianos disfruten del silencio.
Don Carlos mira hacia la ventana con la fotografía de su esposa en sus brazos, hablándole como si estuviera viva.
Le ayude a comer como me solicitaron, él me contaba historias de su mujer normalmente, como era en su vida antes de él. Siempre hablaba en un tono de melancolía y orgullo, llevaba consigo un suéter que ella le tejió a mano según dice él.

Esta vez me entregó una carta y pidió que se la leyera antes de él irse a dormir, como su hora se acercaba le ayude a ponerse de pie para caminar hasta la cama que compartía con ella antes de partir en este sitio. Las sábanas eran pesadas, como lo pidieron ellos. Tomé su silla mecedora y abrí la carta con cuidado, se notaba a simple vista que ya tenía su tiempo guardada. La mano del señor me señalaba la velita a su lado, era una gruesa de color rosado.

Me encogí de hombros y la prendí como lo pidió para empezar a leer.

2-3-2022

Querido Carlos

Ojalá me disculpes por haber partido antes, escuché a las enfermeras hablar y supe que entre más sanabas, yo empeoraba. Te felicito mucho por ello mi amor, te lo mereces, mereces vivir en paz después de tanto entregarte por los demás mi guapo bombero. Parece que fue ayer cuando me salvaste de esa casa, cuando me escapé del tipo con el que mis padres me comprometieron para fugarme contigo.
Recuerdo aún a nuestros hijos, estoy tan feliz por haberlos visto cumplir sus sueños. No te preocupes mi cielo, yo no tengo remordimiento ya de nada y las culpas de mi pasado ya no me corcomen. No temo a morir, pues mi hora ya se acercaba y te esperaré en el umbral para irnos juntos, no importa esperar 50 años o un mes. Lo haré, te amo mi Carlitos.
Podrás estar ya viejito y arrugado tal pasa, pero yo te sigo viendo como en tus años dorados. Recuerdo cuando me abrazabas con fuerza mientras me girabas por los aires al enterarte que estaba embarazada de nuestro primer hijo. Cuando las tormentas me asustaban y tú me acostabas en tu pecho, gracias por no haberme dejado sola aún cuando perdía mi memoria y te golpeaba pensando que me querías matar.
Hay tanto que decir de recuerdos, estuve siempre orgullosa de ti mi vida, te amo demasiado, por favor no te pongas mal con mi partida, pues esta enfermedad me tortura cada día y con la poca lucidez te escribo esta carta, te pido disculpas por mi torpe letra y lo casi ilegible que a de ser. Recuérdame por favor, por mis buenos tiempos, lamento las peleas que tuvimos en el pasado. Siempre fuiste para mi el amor de mi vida, te amo mucho.

Te quiere Scarleth.

Quise llorar por lo hermoso de la carta, pensar que desde que tenían 15 se enamoraron y tuvieron el valor de escapar juntos... miré a Don Carlos quien dormía tranquilo después de tantos días. Sonreí y apagué la vela que estaba a punto de consumarse. Miré a Don Carlos y noté una lágrima cerca de su ojo, la cual sequé con su pañuelo para después retirarme.

Ayudé a los demás pacientes con sus cositas, a una le ayude con un punto de la almohada que le tejía a su nieta que iba a nacer. A otro le ayudé a escribirle una carta a su vecina de habitación, es bueno ver que se enamoran a pesar de su edad.
Pase tiempo al lado de una mujer que siempre estaba sola escuchándola hablar de como sus hijos eran unos malagradecidos.

Muchas mujeres del lugar fueron prácticamente vendidas por sus padres hacia otros hombres, algunas tenían solamente 8 años cuando ya se estaban casando con un señor de 20 y consumaban el matrimonio ese mismo día. Me daba rabia pensar lo normalizado que tenían la pedofilia y el machismo, pero se escandalizaban por ver a una pareja homosexual dándose amor.
Muchos de los hombres de allá se sentían mal por sus acciones pasadas y pedían perdón o trataban de arreglarlo, aunque otros en cambio mormoseaban con las ayudantes y enfermeras.

Los relatos eran dolorosos de oír, cuando terminaban de hacer los quehaceres jugaban con sus muñecos, tenían tal vez 12 años y ya criaban a un bebé o dos.
Hay una mujer, Marisol, era bajita y gordita, su piel suavecita, siempre vestía formal y su cabello platinado lo llevaba en un moño alto. Era de las pocas que tenía suerte tanto con su familia como con su esposo, no perdía la compostura al menos que se tratara del bingo. Ahí se le salía su mal humor.

Estaba a punto de salir cuando fui interceptada por dos personas. Eran Emilio y Cintia, los hijos de don Carlos, visitaban a su padre seguido, los llevé a su habitación donde despertó a mala gana.

Preparé galletas para los del asilo, sin embargo al llegar me di cuenta que muchas cosas están fuera de su lugar. Despacio fui primero a la habitación de Don Carlos al no verlo fuí con los demás a entregarles eso.
Todos agradecían el gesto, al preguntar por Don Carlos sus rostros cambiaban y Jimena, una de las enfermeras me apartó y contó lo sucedido, después de ver a sus hijos volvió a leer la carta y durmió, después de eso no volvió a despertar.

Sonreí de medio lado y salí de allí. Al día siguiente una invitación a su funeral me fue entregada, tomé mi traje y salí. En ese lugar muchos lloraban, el cuerpo de bomberos estaba allí y una medalla fue entregada a su hijo mayor que pertenecía a su padre.
El hijo es un inversionista creo y la hija al igual que la mamá, una bailarina de Ballet, bastante famosa últimamente.

Tuve una sonrisa en el funeral algo que más de uno molestó, sin embargo los hijos también sonreían, pues sus padres así lo pidieron. Que los recordemos como algo bueno. Mi madre acarició mi espalda en señal para que me despidiera y me fuera, así lo hice, el camino a casa era tranquilo, la comida agradable y al dormir una pequeña ave se acercó a mí ventana, cantó un poco cosa que me sorprendió y así como vino, se fue.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 28, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cartas a los muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora