CULPA

422 44 5
                                    


ANAHÍ


En cuanto abrí los ojos, supe de inmediato que no estaba sola. El cabello de mi hijo caía sobre mi hombro y el calor de su pequeño cuerpo junto al mío, me hizo preguntarme en qué momento de la noche se habrá pasado a mi habitación. Desde que llegamos aquí, ha mejorado mucho, ha ido aceptando poco a poco que su padre y yo ya no estaremos juntos, ha recuperado las ganas de reír y divertirse, sin embargo, a veces pasa esto. A veces despierto en medio de la noche y está aquí, acurrucado a mí, como si de alguna forma, sintiera miedo de separarnos. Lo abrazo y beso su cabeza, aspirando el aroma a champú infantil. Luego, con cuidado, me separo para dejarlo dormir un poco más, antes de hacerlo despertar para ir a la escuela. Me levanto de la cama y aún con pereza, entro al baño para darme una ducha y vestirme, pero cuando salgo, Julián está recién despertando y me recibe con una sonrisa. Siempre despierta por las mañanas con una energía envidiable. Cuando era bebé, cada mañana que entraba a su habitación, solía encontrármelo de pie, sosteniéndose de las barandas de la cuna y dando pequeños saltitos de alegría

— Hola, mami — Dice, frotándose los ojos


— Hola dormilón — Me acerco a él y me siento a su lado

— ¿Cómo dormiste?

— Bien mamá, porque dormí contigo — Añade — Me gusta dormir contigo así no te quedas sola ahora que no está papá
— Gracias cariño, a mí también me gusta dormir contigo

— ¿Más que con papá?

Sonrío

— Si más que con papá

— Oye mami, ¿Recuerdas a mi amigo Cristóbal?

— Claro que sí, es un niño muy simpático, por cierto

— ¿Verdad que si? Y es mi mejor amigo— Afirma — ¿Sabes que me contó? ¡Que su mamá le va a conseguir un perrito! Dice que debo ir a su casa verlo — enseguida oigo su tono de voz y sé que se viene detrás de esto — ¿Puedo mamá? Por favor

— No lo sé mi amor, primero tendré que hablar con sus padres

— Pero tú y el papá de Cristóbal son amigos. Me contaste que lo conoces desde que eran pequeños

Asiento. Ese mismo día cuando nos reencontramos fuera del colegio, mi hijo me atacó a preguntas cuando volvíamos a casa, queriendo saber porque hablaba con los papás de su mejor amigo, así que le conté un poco y quedó fascinado

— Lo somos. Pero aun así debo hablar con ellos antes de llevarte a su casa para que coordinemos

— ¿Entonces si me das permiso? — Pregunta, abriendo bien los ojos, emocionado

— Sólo si te levantas ahora mismo y te preparas súper rápido para ir a la escuela

Enseguida da un brinco fuera de la cama

— Vas a ver que seré más rápido que el Rayo McQueen

Dice con energía y sale disparado de la habitación haciéndome reír.

Unos minutos después, estamos ambos en la cocina, tomando el desayuno. La mañana ha sido menos caótica que el resto, Julián realmente se vistió rápido y sólo tuve que ir a su habitación para ayudarlo a tener listos sus útiles de la escuela y verificar que no olvide nada. Ahora está comiendo su cereal, mientras yo me preparo un café y lo escucho contarme lo bien que le fue ayer en la clase de deportes. Justo en ese momento, escucho el timbre de la puerta el cual me toma desprevenida y me sorprende. No es común que recibamos visitas tan temprano, de hecho no es común que recibamos visitas en absoluto. Dejo a un lado lo que estoy haciendo, le pido que termine su desayuno tranquilo y me dirijo a la puerta para abrir. Es Javier. Verlo, sólo me produce sorpresa esta vez. Porque definitivamente no me lo esperaba y tampoco sé cómo llegó aquí.

Después de la LluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora