-CAPÍTULO XLII-

2.1K 265 69
                                    

L'ultimo avvertimento

L'ultimo avvertimento

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

𝐀𝐫𝐲𝐱:

«—Tal vez, deberías hacerlo como una cena romántica. Ella se lee libros que destilan cursilerías y héroes pomposos. Tal vez, llevarla de viaje a las montañas o en globo aerostático...

Fruncí el ceño con bastante molestia ante la palabra "héroe".

—No haré ninguna de esas cosas, es humillante —hice una mueca de asco bajo la risa de Alejandro —, asqueroso, cursi, vergonzoso y horriblemente patético. Además, ella será una romántica, pero estoy completamente seguro que me vomitaría encima si le digo alguna cursilería barata en público.

Él bufó mientras negaba con una sonrisa.

—No sabes cómo tratar a una mujer.

—Ah... No —respondí con obviedad —. Me enseñaron a comérmelas, no a enamorarlas.

Ambos nos quedamos en silencio, pensando en alguna propuesta de matrimonio; al menos, eso era en lo que mi mente estaba ocupada

—Hermanito... —Me giro a verlo sin un ápice de importancia a lo que sea que me vaya a decir —La última vez que entraste en pánico, parecías haber recordado algo...

—No recuerdo nada —corto abruptamente su palabrería y evado la mirada —, y tampoco quiero saber nada al respecto... Así que, deja ese tema atrás. Deberías preocuparte por volver a tener el control de tu empresa.

Alejandro también desvió la mirada, dando un respiro hondo y volviendo a verme con su típica sonrisa.

—Eres tan intolerable —susurra con un ápice de ironía —. Tócale alguna melodía con tu violín —sugiere, cambiando de tema.

—No —demandé con seriedad —. Es algo demasiado íntimo para mí y no está en discusión. ¿No le puedo dar el anillo y ya?

—Se supone que debe ser especial —se mofó y puso más papeles en mi escritorio —, ahora entiendo el porqué te llama "bestia".

Resoplé y recargué mi cabeza sobre el escritorio en un pequeño golpe.

Siento que me da urticaria de solo pensar que cargaré un ramo de flores y bombones...

—¿No podría asesinar a todo un pueblo y ponerlo a su nombre como símbolo de mis sinceros deseos? —Murmuré con frustración y un poco de ironía.

—Y yo soy el imbécil, claro —suelta en una burla sin creerlo —. Por cierto, ¿qué vas a hacer con esa rubia? —No pude evitar mirarlo sin entender, a lo que él parece captar algo —¿Planeas seguir con ella? Ya no te sirve, ya la superaste, con su traición te diste cuenta que no es tu madre... ¿Verdad?

NUESTRA CONDENA © COMPLETA / EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora