Prólogo

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Dedicado a esa persona, 

a la que amé en silencio

durante demasiado tiempo.









Estaba sentada en mi pupitre con la cabeza apoyada contra el cristal de la ventana que se encontraba a mi izquierda, mientras dibujaba trazos irregulares en mi cuaderno de matemáticas. No paraba de echar ojeadas rápidas al reloj que se encontraba encima de la pizarra. Esta clase se me estaba haciendo eterna. Menos mal solo quedaban cinco minutos para que toque el timbre. Cuando éste sonó, todos se levantaron apresuradamente, no sin antes recoger sus cosas, y salieron por la puerta de la clase. Mi amiga Valentina se acercó a mi mesa sonriendo. Agarro mi cuaderno y lo metio en mi mochila. 

- Vamos Alex, date prisa, que quiero llegar a casa - me dijo tirando de mi muñeca

- Puedes ir saliendo, Val. Ya te alcanzaré. - le conteste mientras trataba de sacar mi brazo de su agarre.

- Como quieras. Pero corre que no te esperare todo el día. - dijo mientras se daba la vuelta para salir. 

Suspire mientras me agachaba para cerrar mi mochila. Conocía a Valentina desde hacía solo tres años, nos conocimos en segundo de secundaria, pero éramos muy cercanas y nos contábamos absolutamente todo. 

Agarre mi mochila y salí lentamente del salon. Mire por los dos lados del pasillo para ver si no veía a Vivian, pero no apareció. Se me estremecio el corazón. Hacía días que no hablaba con ella. Derrepente, mientras bajaba las escaleras escuché a alguién gritar mi nombre.

- ¡Alejanra! - Me di la vuelta - ¿Cómo es que estas aún por quí? 

Me di cuenta de que era Vivian. Mi corazón empezó a latir a toda velocidad. 

- Hola profe, justo estaba saliendo. - le contesté 

- Bueno mira esta bien que sigas aquí, así podrás ayudarme con unos cartones- Dijo señalando una esquina del pasillo llena de cajas. 

- Claro, yo la ayudare. - Sonreí. Pasar un rato a solas con Vivian era lo mejor que me podía pasar. 

Vivian era una profesora de primaria en mi colegio, ella no me daba clase, pero con el paso del tiempo me hice muy cercana a ella ya que le ayudaba en un taller que daba para los más pequeños. Mientras iban pasando las semanas me fui dando cuenta de que lo que sentía por ella no era sólo amistad, sino algo más. Algo más profundo que no podía explicar. Cada vez que la veía por los pasillo o que podía hablar con ella a solas me alegraba el día entero. El simple echo de verla me hacía feliz, su rostro y su mirada triste y tan profunda con esos ojos marrones me habían enamorado de ella. 

- Agarra aquellos cartones del fondo - Me dijo  mientras nos acercábamos a la esquina. 

Asentí con la cabeza, y me agache para agarrarlos. Le ayude a llevarlos hasta el despacho del equipo directivo, del que formaba parte. Una vez los cartones dejados se dio la vuelta hacia mí, y me puso una mano en el hombro. Al sentir su contacto note como un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo. 

- Muchas gracias, Alex - Me encantaba cuando me llamaba así. - Vete a casa ya que tu madre se preocupará.

- Denada, nos vemos mañana- Le dije sonriendo. 

Me contesto con otra sonrisa, y se fue hacia su despacho. La mire alejarse. Me encantaba observarla, era algo inevitable cuando ella estaba cerca. Sacudí la cabeza. Debía tener cuidado, no quería que ella se de cuenta de algo. Agarre mi mochila que había dejado en el suelo, y salí por la puerta principal. Al cruzarla me acorde de Valentina. -Mierda pense. No le avise de que no me iría con ella hoy.- Agarre mi celular y al encenderlo ví seis notificaciones de WhatsApp. Todas eran de Valentina. 

- ¿Dónde estás? Te estoy esperando fuera. Hace media hora que espero, ¿Dónde estás? ¿Alex? Bueno me voy, nos vemos mañana. -  Mierda.

- Perdona me surgió un imprevisto. Nos vemos mañana, donde siempre. - Le conteste. Ella no sabía que me llevaba con Vivian, y de momento no me interesaba que lo supiera.  

Bloqueé el celular, y tras dejarlo en mi bolsillo trasero me fui dirigiendo hacia mi casa.



Como un suspiro robado (aluma x profesora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora