Capítulo 7

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Aquella mañana me levanté más feliz que nunca. Aún no me podía creer lo que había sucedido el día anterior. Como todas las mañanas salí de casa sin desayunar casi, y salí hacia el colegio. En la entrada, como siempre, se encontraba Will. 

- ¡Buenas! - Dijo éste mientras me acercaba a él. - Que feliz te ves. - Siguió al observar la gran sonrisa que se dibujaba en mi rostro. 

- Es que... Lo he hecho. La locura. - Le dije antes de abrazarle. Se separó de un empujón. - Le besé. A ella. 

- Alex... Por dios, ¿que has hecho qué? - Preguntó asustado mientras me agarraba los hombros. 

- Yo sólo he hecho lo que me decía el corazón. Si no te alegras por mí, peor para tí. - Respondí quiténdome sus manos de encima. 

- No es que no me alegre... - Siguió mientras subíamos las escaleras. - Pero esto no esta nada bien. Y lo sabes. - Añadio al cruzar la puerta de nuestro salon. 

Le ignoré, y me senté en mi sitio de siempre. Él no lo entendía. No podía entenderlo. Apoyé mi cabeza contra la pared, y dejé que las horas pasen. Me moría de ganas de que sea la hora del patio para poder ver a Vivian y hablar del tema. La noche anterior cada una nos fuimos para nuestras casas, y no volvimos a hablar. Al fin sonó la alarma, así que agarre mi almuerzo y salí rápidamente hacia el despacho de Vivian. El corazón me latía más rápido que nunca. Al llegar allí la vi hablando con un par de alumnos. Al notar mi presencia ella levantó le cabeza en mi dirección y se me quedó observando fijamente, sin despegar sus ojos de lo míos. Su rostro estaba neutro, no se veía ni una pequeña sonrisa. Al notar la fuerza de su mirada baje instantáneamente la mía. Derrepente se levantó y salió sin decir absulutamente nada del despacho. Tampoco volvio a mirarme, así que me di la vuelta, pero ya se estaba alejando. Sali detrás de ella, y le agarré el brazo. Ésta se paro, y se deshizo agresivamente de mi agarre.

- Déjame Alex. Por favor. Tengo trabajo. - Dijo 

- Pero... Yo... - Intenté pronunciar pese a mis nervios. 

- No Alex. No hay nada de que hablar. Aquello fue un error y no dejaré que vuelva a suceder. - Respondió agresivamente. 

- Un error... Así que fue un error. - Le dije mientras caía una lágrima sobre mi rostro. - El error es temerle al amor. - Añadí antes de salir al patio. Podía sentir como su mirada seguía clavada en mí. 

Bajé corriendo los cuatro escalones de la entrada, y me fui hasta las mesas de madera , sonde me deje caer. Apoyé mi cabeza sobre mis manos para esconder mis lágrimas. Y así acabó mi día, entre lágrimas y discusiones con Will. Al llegar a casa  ví que mi madre me estaba esperando en el sofá, con el móvil en la mano. 

- Alex. Ven, siéntate. - Dijo ésta al ver que entraba en casa. Cuando me senté junto a ella siguió- Me han llamado del colegio. 

Me dió un vuelvo en el estómago. Al ver mi cara asustada sonrió y dijo: 

- No te preocupes, no es nada malo. Sólo me han dicho que mañana van a despedir a dos alumnos que se cambian de centro, y les gustaría que dijeras unas palabras, ya que saben que te gusta escribir. 

Sonreí, aliviada. 

- Claro, mamá. Diles que sí iré. - Me devolvió la sonrisa y se levantó antes de irse hacia la cocina. 

***

- Alex corre que llegamos tarde a la despedida. - Will me acababa de sacar de mis pensamientos. Estuve a punto de dormirme en clase. 

- Ya.. Ya voy. - Dije, mientras me levantaba lentamente de mi silla. 

Bajamos corriendo las escaleras, y llegamos en la entrada. 

- ¡Alex, corre ven! - Me gritó el director. - Te toca hablar primero. - Dijo dándome el micrófono. 

Lo agarré, y me puse a hablar. 

- Hola a todos, me llamo Alex, y estoy en cuarto curso de segundaria. La mayoría me conocéis, pero otros no - Añadi mirando a los niños de primaria. Al recorrer toda la sala mi mirada se chocó de pleno con la de Vivian. Se encontraba junto a un grupo de niños apoyada contra una pared, con los brazos cruzados. Saqué mis ojos de los suyos, y seguí. - Estamos aquí para despedir a dos alumnos que llevaban todas la vida junto a nosotros - Dije señanlando a los dos hermanos que estaban junto a mí. - Yo les deseo todo lo mejor. Pero dejadme que os de un consejo. Muy importante. Chicos, sois muy jóvenes, así que disfrutad de la vida, y, sobre todo, no le tengais miedo al amor. Es algo muy bonito, y la gente que se esconde de él es cobarde. Sólo tenemos una vida, y hay que aprovecharla al máximo, cometiendo locuras, pero, lo más importante, dejando que nuestro corazón decida lo que quiere hacer. Antes de que sea demasiado tarde. - Volví a mirar hacia Vivian, y me dí cuenta de que le había llegado el mensaje, ya que ésta salió de la sala. De nuevo, me di la vuelta hacia el resto de alumnos, y seguí. - Así que bueno, dusfrutad mientras podáis chicos. - Sonreí, y le devolví el mocrófono al director. 

- Dios Alex, ha estado precioso. - Me dijo Will agarrándome la mano. - Pero mira, ahora que hablas de esto, tengo algo muy imporante que decrite... 

No le deje acabar su frase, y salí tras Vivian.  Fuí hacia el patio, y vi cómo iba sibuendo hacia su despacho. La seguí, y cuando llegué frente a la puerta, sin pensarlo, la abrí. Al cruzarla, lo primero que ví fue a una mujer morena, de pie, apoyada contra la pared, con la cabeza metida entre las manos. Me acercqué a ella, y me apoye sobre su mesa. De repente sentí su mirada clavarse en mí, y, al levantar la cabeza, observé que más que en mí, estaba clavada en mis labios.

- Ay... Alex... Si supieras... - Murmuró.

Se volvió a girar hacia mí, y se colocó frente a mi rostro. Sus ojos, color café, se clavaron en los míos, que se llenaron instantáneamente de lágrimas. La respiración se me agitaba cada vez más, y podía notar que era igual para la de la mujer que tenía frente a mí. Poco a poco acercó su rostro al mío, hasta que pude sentir su respiración sobre mi boca. Esbozó una sonrisa, antes de posar sus labios sobre los míos. Quedé sorprendida ante su acción, así que al principio no correspondí, pero al poco rato entreabrí los labios para seguirle el juego. Sentía cómo iba, poco a poco, dejando todo su peso sobre mí. De repente apoyó su mano sobre la mesa impidiéndome cualquier movimiento. Su otra mano estaba acariciando suavemente mi mejilla. Poco a poco, separé mi rsotro del suyo, y corrí un mechón de pelo que le tapaba los ojos. Le sonreí. Yo estaba sentada sobre la mesa, y ella, apoyada sobre mí, con una mano en mi muslo.

- Dime, ¿Por qué ? - murmuré mientras seguía mirándole a los ojos.

- Yo... Yo siempre... Siempre he sentigo algo por ti. No sabía exactamente lo que era, sólo sabía que para mí eras una persona muy especial. - Me respondió sonriendo. Una lágrima caía por su mejilla. Suavemente, con la punta de los dedos, fui a secarla.

- Yo... Yo estoy perdidamente enamorada de ti. Y ya no sé cómo decírtelo. - Susurré.

Sonrió, y, con algo de miedo, volvió a acercarse a mi para depositar un beso sobre mis labios que seguían entreabiertos. Pude notar cómo seguía echando cada vez más peso sobre mí, hasta dejarme casi tumbada sobre la mesa. Es este momento, agarro mi nuca, y de un suave movimiento, volvió a levantarme, hasta quedar de nuevo sentada frente a ella. Y, sin soltarme, paso de mis labios a mi cuello, haciendo que un escalofrío recorrienra todo mi cuerpo. No pude evitar sonreír, echando la cabeza cada vez más hacia atrás. Pasé mi mano por sus rizos castaños, enredando mis dedos en ellos. Al cabo de unos segundos, ella se separó de mí para volver a mirarme a los ojos, con una leve sonrisa maliciosa dibujada en la cara. Con una mano empezó a acariciarme la pierna, y con la otra, recorría cada milímetro de mis labios.

- No pares... - Susurré mientras cerraba los ojos.

Sonrió. De repente me dió un pequeño empujón para volver a tumbarme sobre la mesa, y se tumbó encima de mí. Podía sentir su respiración agitada sobre mi pecho y su aliento sobre mis labios. Bajó un poco la cabeza, para cubrir de besos mi cuello que había quedado nuevo a descubierto. Seguía bajando, hasta llegar a la altura de mis pechos. Me leventó la camiseta, hasta quedar completamente descubiertos. Y, con la punta de los dedos, los fue recorriendo lentamente. De nuevo, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. De repente se escucharon pasos subir las escaleras y dirigirse apresuradamente hacia el aula. Vivian se levantó rápidamente y me ayudó a hacer lo mismo. Apenas me dió tiempo a volver a ponerme la sudadera, que alguién entró sin avisar en el despacho.  

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⏰ Última actualización: Apr 23, 2022 ⏰

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Como un suspiro robado (aluma x profesora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora