Prólogo

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Me observo en el amplio espejo de mi tocador asignado, mientras deslizo el labial por mis labios. Lo tengo tan incorporado el maquillarme, que podría hacerlo hasta con los ojos cerrados, o incluso a oscuras, ya que es parte de mi rutina diaria. Eso y estar largas horas encima de los altos tacones, que ya se volvieron una extensión de mi cuerpo.

Desde hace 10 años que soy parte del show "Los 12 dioses" en el club "El olimpo", uno de los más conocidos de Las Vegas. Allí paso la mayor parte de horas de mi vida, desde que a los 18 años mi madre me adentró en ese mundo. Ella también solía trabajar ahí, hasta que le dio una sobredosis hace un tiempo atrás, luego de que la despidieran porque "ya estaba mayor" para seguir arriba del escenario.

Nuestro trabajo es así. Tiene tiempo de caducidad. Cada uno de nosotros está seleccionado específicamente por sus "atributos físicos". Formamos parte de una especie de catálogo, no tenemos las mismas características, para que los clientes puedan elegir según su gusto... rubio, moreno, pelirrojo, latino, asiático, afroamericano. Es como si fuéramos mercancía... aunque en realidad si lo somos, y nos lo hacen sentir a diario.

Tenemos muchas reglas que seguir si queremos conservar nuestro trabajo. La primera y principal es que cuando atravesamos las puertas del club toda nuestra vida personal debe quedar afuera. Una vez dentro tenemos que tomar nuestro nombre artístico y así meternos en nuestro personaje, y nunca salirnos de tal. Otra regla importante es que no debemos alterar nuestro cuerpo de ninguna manera... ni tatuajes, operaciones, perforaciones, ni teñir nuestro cabello. A menos claro que pidamos autorización y que nos la aprueben si lo creen beneficioso para nuestro acto. También debemos cuidar de nuestro aspecto, siempre siendo los mejores y más bellos, sin ninguna imperfección, "Su apariencia debe ser lo más cercano a los dioses del olimpo", es lo que suele decirnos Hera, la encargada del club y mano derecha de Zeus, el dueño. No es coincidencia que ambos tengan los nombres del rey y la reina de los dioses.

- Atenea, sales en 10 preciosa. - me informa Perséfone, una de las seis chicas que somos, sentándose en su tocador.

- Gracias Perséfone. - le agradezco. Bajo el labial y ahora tomo el rímel. - ¿Cómo está el público afuera? - pregunto mientras paso el pincel de la máscara por mis pestañas.

- Tranquilo. - responde cepillando su largo cabello cobrizo. - Hasta que salgas tú, claro. - agrega mirándome pícara a través del espejo.

Río. - Si, claro.

Con mis compañeras mantenemos una relación cordial, no somos amigas, solo trabajamos juntas. No sabemos nada la una de la otra, pese a que nos conocemos desde que somos adolescentes cuando recién comenzábamos nuestra carrera en el club. Al principio apenas nos tolerábamos y solíamos competir bastante entre nosotras por quién era la que conseguía más clientes, pero con el tiempo nos dimos cuenta de que teníamos que formar un lado en común y mantenernos unidas entre nosotras. Después de todo tenemos un enemigo en común.

Aunque eso no incluye a Artemisa, quién no solo es una de mis mejores amigas, sino que también vivimos juntas, junto con mi hermana Thea, quién es la que atiende la barra en el club. Su estilo no encajaba para ser una de las seis diosas, con sus brazos tatuados y su cabello corto de color verde agua. Ella siempre dice que no podría ser encantadora con todos esos babosos que vienen exclusivamente para mirarle el trasero. Así que mi hermana se mantiene detrás de la barra, dónde se le permite tener esa cara de "odio a todo el mundo".

- Atenea, quiero tú bonito y candente trasero en el escenario ahora mismo. - informa Zeus asomado su cabeza por la puerta del que es nuestro vestidor, donde cada una tiene su tocador y el vestuario para prepararnos como cada noche.

- Ya estoy. - anuncio parándome.

Me doy un ultimo vistazo en el espejo, acomodando mi cabello y me encamino hacia la puerta. Al cruzarla, veo a Zeus aguardando allí. Me observa de arriba a abajo con esa mirada oscura y penetrante, que tanto me perturba desde que lo conocí. Si que me pone los pelos de punta, y no en un buen sentido.

- Mi estrella. - dice con esa sonrisa malvada. Se acerca más a mi y apoya sus labios en mi cuello, mientras lleva su mano a mi trasero y lo acaricia con brusquedad. - Ve y hazme ganar mucho dinero. - me da una palmada en el trasero y se aparta, alejándose por el pasillo hacia su oficina. Ese aroma que emana de él siempre consigue revolverme el estómago.

Sigo con mi camino hacia el lado contario, que es para dónde se sale al escenario. Aguardo detrás del telón a que empiece a sonar mi canción. Luego de unos minutos la oigo, lo que indica que puedo salir. Cuando estoy por atravesar la cortina, me cruzo con Artemisa quién entra en el momento que yo estoy por salir. Levanta su mano y me saluda moviendo sus dedos con esa encantadora sonrisa. Le devuelvo el gesto y la luces brillantes me encandilan cuando salgo al escenario. La música suena y yo empiezo mi caminata por la pasarela, acompañada por los aplausos y gritos eufóricos de todos los hombres que están allí presentes en sus asientos, entre tanto beben de sus copas. Yo formulo una enorme sonrisa y continúo bailando ayudada por el tubo de acero que se encuentra en la punta de la pasarela.

Hera fue la que nos enseñó todo sobre como dar un buen show, sobre como ser provocativas, pero sin ser vulgares, como dejar a esos hombres siempre queriendo más. "Mostrar, pero no quedar al descubierto", eso era lo que nos decía con frecuencia. Al parecer en su época de juventud también fue una de nosotras. Ahora se dedica a asegurarnos que estemos en línea, que cumplamos con nuestro trabajo y que ninguna falle. También se hacer cargo de los chicos, pero ellos son más sencillos que nosotras. Sin mencionar que él ultimo de ellos que quiso desafiar a Zeus, este le dio una tremenda paliza que lo dejo fuera de los escenarios por varias semanas. Aquí nadie puede atreverse a llevar la contraria en lo que sea que ordenen alguno de los dos.

Me voy deshaciendo de mis prendas de a una con ese sensual movimiento provocador, hasta quedar con solo un body blanco de una tela bastante transparente, con un pronunciado escote que me atraviesa todo el cuerpo y que por detrás la espalda es descubierta.

Mientras me sigo moviendo por el tubo, de arriba a bajo, especialmente enseñando el trasero, me empiezan a llover los billetes y que al acercarme más al borde comienzan a enganchar el dinero en las ligas que tengo en las piernas. Sigo bailando, para luego quedar tirada en el piso que se encuentra repleto de esos billetes, que los tomo a montón y los paso por mi cuerpo.

Todos me observan con atención, con esas miradas lujuriosas y esas sonrisas que me resultan tan perversas. Sin embargo, eso no me va a librar de no terminar la noche con alguno de ellos.

Y esta es mi vida, de la cuál no tengo escapatoria.

O al menos eso creía, hasta que lo conocí a él.

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¡Bienvenidxs a está nueva historia!

Capítulo breve introductorio, pero ya de a poco van a ir conociendo a todos estos nuevos personajes.

Me ayudarían mucho también si pueden ir a leerla a Sueñovela, dónde agregándola a sus favoritas y comentando me ayudan un montón a que la historia crezca allí también.

Gracias por leer!


Reina de AsesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora