Todo comienza cuando yo sólo apenas era un infante de solo 5 años cuándo lo conocí.
Mi padre. Nigh Timaeus.
-Izayoi, ¿realmente es necesario hacer ésto?- Habló como el varón qué es, brazos fornidos y cruzados; un poco impaciente.
Y mi madre. Akiza Izinski. Mejor conocida cómo Izayoi.
-Querido por favor, no me lo preguntes una vez más porque ya hemos hablado de ésto antes es más; quita esa expresión de tu hermoso rostro. Cualquiera diría que no eres un hombre de fiar.- Habló una mujer de tono fino pero gentil.
-No estoy seguro que debamos poner la vida en las manos de un simple..-
-"¿Sirviente?"; No es sólo un sirviente también es un mayordomo, créeme; él es diferente al resto.-
-¿Cómo puedes hablar así?, La vida de nuestro hijo dependerá de ese tipo.- Habló con enojo.
-Lo conozco bien y, sé cómo es, parece que fuera de otro mundo. Sin embargo, quiero que mi hijo éste a salvó. Timaeus; por favor, hagamos esto por su bien; por el bien de nuestro hijo- Ella miro al rostro de su esposo con expresión triste.
-Izayoi...-
-Tú sabes bien que él no debe saber nada de lo que está pasando, si algo nos pasa.. prefiero dar la vida; y proteger lo que más amo en éste mundo Timaeus.- Finalizo.
-Tienes razón, lo haremos, juntos; juntos Izayoi.- Sostuvo en un abrazo el cuerpo de su amada.
-Si. Querido-.
Ambas presencias en el salón volvieron a la sala de invitados.
-Déjenlo entrar.- Dirigió Timaeus
Aquel ser de hermosos ojos gema, hizo su aparición realizando un reverencia hacía sus superiores que encontraba en frente.
-Bienvenido seas.- Dijo Timaeus.
-Muchas gracias My Sir.- Dijo inclinándose.
-Agradezco que hallas aceptado mi invitación querido, espero no haberte interrumpido como lo fue esa tarde de invierno.-
-Izayoi, ahora no.- Interrumpido antes que se alargara con ese relato.
-Atem Sennen, tengo una petición para tí.-
-My lady ; soy todo oídos para usted-.
-Necesito que firmes un contrato.-
-...-
-...-
-Un contrato de Demonio a Niño.-
Continuará
...
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Mi Lindo Sirviente
General FictionAtem, te ordeno que me salves y protejas con tu vida, cueste lo que te cueste. Tú deber; está en tus manos. Porque nada es para siempre, amenos a que yo lo decida.