Éramos como la noche y el día.
Tú,
eras el (mi) sol.Llenas de alegría donde estés, brillas con tu personalidad, tu presencia es igual de reconfortante que los rayitos de sol en invierno y transimites esa tranquilidad de un día de playa soleado, te sientes igual que el primer amanecer del solsticio de verano.
Sin embargo, yo...
Soy como la Luna.
Solitaria, fría y tímida.
Sólo unos pocos saben apreciarme.
Yo doy calma y tranqulidad de una manera diferente, yo acompaño, siempre estoy ahí, resguardando la espalda a los que duermen.Y por eso, tu y yo no éramos compatibles.
Tu eras ardiente y yo fría,
tu deslumbrabas y yo alumbraba,
tu preferías estar rodeado de gente y yo prefería estar solo contigo.No salió bien,
no supimos complementarnos,
pero si supimos ser el eclipse más bonito y sincero
que hayan visto nunca estos ojos cansados.