CHIP

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Sé que no me lo estás preguntando, pero igualmente te lo voy a contar.
En parte porque me siento bastante solo y también porque creo que se
trata de una historia que realmente vale la pena contar. Sin mas nada
que agregar, pues aquí les va el cuento como mi vida se fue al diablo por segunda vez en menos de tres meses y de como me convertí en la peor versión de mí mismo por culpa de la mala administración de eso popularmente llamado por los creyentes como "libre albedrío". ¿Estaba yo preparado para todo esto? Definitivamente no. ¿Superé las expectativas? Probablemente, tal vez. ¿Volvería a hacer lo mismo si se
me presentara la oportunidad? Por supuesto que sí.

Frío. Oscuridad. Vacío. Eso es todo lo que puedo percibir, y mas allá, la nada.

—Si saltas ya no hay vuelta atrás —Escucho decir una voz femenina
detrás de mi —No se puede regresar de la muerte, Christopher.

Lentamente doy un par de pasos hacia adelante, mientras una brisa
helada golpea mi rostro.

—Se que no se puede regresar —Le diBassemrando los ojos —¿Por qué
querría hacerlo?

—Tienes miedo —Me dice la voz —Sé que lo tienes.

—Así es, tengo mucho miedo.

—Abre los ojos, Christopher —Me ordena. Yo obedezco.

Todo ha cambiado, ahora estoy parado en la azotea de un edificio,
justo en el borde, y mas allá, la nada.

Trato de retroceder, pero no puedo. Trato de ver quien me está
hablando, pero tampoco puedo hacerlo. Solo estamos el miedo y yo, y mas allá, la nada.

—Saltaré —Le grito, y me inclino hacia adelante.

—No, Christopher —Responde suavemente la voz.

—Lo siento. —Es lo último que digo.

Mi ritmo cardíaco se acelera, así que vuelvo a cerrar los ojos y me
dejo caer al vacío. Esperando que llegue el golpe final, pero nunca
termina de llegar. Solo hay frío, oscuridad, vacío. Y mas allá,
absolutamente nada.

<BEEB, BEEB, BEEB> escucho sonar la alarma de mi celular. Presiono el botón de apagar y lo lanzo al otro lado de la habitación.

—¿Todo en orden? —Escucho preguntar a mi madre mientras baja las
escaleras del sótano —¿Por qué estás aquí abajo?

Había pasado la noche en el sofá del sótano por motivos que era mejor que mi madre no supiera.

—Todo perfecto —Dije sentándome en el sofá.

Mi madre traía una bandeja de lo que supongo era mi desayuno. La puso en mi regazo y se sentó a mi lado.

—Creí escuchar un golpe aquí abajo —Dijo tranquila —¿Te caiste mientras dormías? ¿Tienes pesadillas otra vez?

Mi madre, supongo que al igual que el resto de las madres del mundo, se preocupaba demasiado por cosas insignificantes.

—Mamá, relajate —Dije mientras me llevaba una cucharada de cereal a la
boca —Ya no soy un niño.

Ella tomó una bocanada de aire y empezó:

—Hijo, se qué ya tuvimos esta conversación pero...

Sabía perfectamente hacia donde quería llegar ella, así que la corté. No iba a permitir que ella arruinara mi día tan temprano. Ella y papá eran expertos en eso.

Robando la CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora