1.Tiempo

101 15 0
                                    


Estaban asustadas. Después de días de exhaustivos exámenes, finalmente descubrieron qué era lo que pasaba con Adora.

Esa simple palabra había destruido todo lo que se habían esforzado por construir. Todos sus sueños, esperanzas, la vida que vivirían juntas.

Lloraban.

Lloraban porque sabían su destino. No había vuelta atrás, nada que se pudiera hacer.

Era muy tarde.

Si tan sólo lo hubieran sabido antes podrían haber neutralizado la enfermedad.

La noticia hizo que toda la vida de Adora se derrumbara.

Regresaron a casa abatidas, pensando en qué harían después, en cómo se lo dirían a sus amigos y a sus familias.

¿Por qué había tenido que pasarles esto?

¿Por qué justo ahora?

La ojiazul se acurrucó en los brazos de su prometida y lloró hasta quedarse dormida.

Sabían que no tenían mucho tiempo y decidieron aprovecharlo de la mejor manera posible. Incluso sabiendo que sería aún más doloroso al final, decidieron crear aún más recuerdos de lo que hubiera sido su vida juntas.

Empezaron con hacer una locura.

—¿Estás segura de esto? Digo, aún tenemos cinco meses antes de la verdadera boda.

—Pero no sabemos si me quedan meses, Catra.—Respondió Adora, aún sin asimilar las recientes noticias. La morena asintió para luego seguir arreglándose para su boda.

Su boda.

La rubia quiso casarse mucho tiempo antes de lo planeado, tenía miedo de morir sin poder llamar a Catra su esposa antes de hacerlo.

Al menos, si iba a morir, quería hacerlo con todos sus deseos y sueños cumplidos, y la mayoría de sus sueños tenían a su novia incluida en ellos.

No fue una gran fiesta como la que habían planeado. Sólo estaban sus amigos y la única hermana de Adora, quienes se esforzaron por no mostrar la tristeza en sus rostros cada vez que veían a la rubia sonreír.

No querían aceptar que eventualmente se iría, que no quedaría nada más que recuerdos de ella.

Catra era una de las más asustadas por eso.

Todas las noches se aferraba a su ahora esposa, sintiendo que si no la sostenía, ella se iría.

No quería despertar en un mundo sin Adora.

Ni siquiera en sus peores pesadillas lo habría imaginado.

El dorado cabello se hacía cada vez más escaso, y su cuerpo antes fuerte y tonificado se volvía débil, delgado.

Con el tiempo, la rubia ya no podía levantarse de su cama. Catra estaba a su cuidado todo el tiempo, sintiéndose feliz y a la vez triste de poder pasar tiempo con Adora.

Mientras más tiempo pasaba, más cerca sentían a la sombra de la muerte.

Vivieron cada segundo como si fuera el último.

Hasta que empeoró.

La ojiazul terminó postrada en una cama de hospital, sintiendo cómo su vida se esfumaba.

Decidieron que Adora no recibiría ningún tratamiento. Después de todo, ¿Para qué tratar de evitar lo inevitable?

Eso sólo les causaría más dolor.

Todo el tiempo Catra sonreía, dándole todo su apoyo a su Adora. Ella lo apreciaba.

Pero sabía que tras esa sonrisa triste, había dolor puro. Había miedo, miedo de perder a la única persona que le dio cariño en toda su vida. La única que amaba de verdad.

Escuchaba su llanto silencioso cada vez que cerraba sus ojos intentando evitar el dolor que cada vez se hacía más intenso..

La de mirada bicolor veía en los ojos de Adora, tanto amor, tanta tranquilidad. Esos ojos que eran como espejos hacia su alma.

—No quiero perderte.—Susurró la morena como pudo, su voz más grave debido al llanto. Estaba arrodillada frente a la cama blanca, y, aunque no creía en Dios, rogaba que no se la quitaran.—Te amo demasiado como para perderte.—De pronto, sintió una mano acariciando su mejilla. Levantó la mirada y se encontró con la de la ojiazul, sonriéndole de esa manera que amaba, y le dolía.

—No lo harás, mi amor. Siempre estaré contigo.—Dijo soltando algunas lágrimas al ver el estado de su chica. Lucía cansada, abatida, pero sus ojos brillaban cada vez que la rubia sonreía.

—Claro que estarás conmigo. Eres tan importante como el aire que respiro, tú corres por mis venas. Pero no te tendré físicamente, Adora. No podré besarte, no podré despertarme contigo a mi lado, ya no veré tu sonrisa, no escucharé tu voz. ¿Qué vamos a hacer sin tí?—Se desahogó. Adora sonrió mientras sus lágrimas caían deliberadamente.

—Lo sé, yo también tengo miedo.—Confesó.—No quiero morir, no quiero dejarlos. Quiero estar todo el tiempo, cumplir todos nuestros planes, amarte hasta que me pidas que ya no lo haga. Y ahora tengo que amarte hasta que la vida me permita hacerlo. Pero no hay nada que hacer. ¿Podríamos tratar de no pensar en eso? No nos hará bien, a ninguna.—Catra asintió.—Ahora ven aquí.—La de aspecto felino se levantó para atrapar los labios de su contraria en un suave y dulce beso, disfrutando y grabando la sensación de sus suaves y cálidos labios.

—Te amo.—Dijo Catra.—Siempre lo he hecho y siempre lo haré.

—Yo también te amo. Más que a nada. Eres mi mundo entero. Lo sabes, ¿no?

—Mmhmm. Lo sé muy bien.—Respondió besándola más pasionalmente.

—Siempre voy a estar contigo.—Repitió antes de que Catra comenzara a bajar su boca hasta su cuello.

Hicieron el amor toda la noche, posiblemente por última vez, guardando cada recuerdo de la otra en sus corazones y cuerpos.

Corres por mis venasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora