Es curioso cómo puedes tener a alguien tan especial pero sin ninguna intención romántica de por medio.
Bueno pues así es mi relación con Hange, aunque estoy seguro que ella en otra vida podría ser mi esposa, pero en esta vida solo somos amigos y eso está bien para mí, no quisiera arruinar algo tan especial y más ahora que a causa de mi divorcio el mundo entero se me ha derrumbado.
Ahora que vivo solo Hange me visita casi a diario y pasa conmigo la mayoría de los fines de semana.
—Al menos te dejo la casa y el auto— dijo mientras vaciaba las enormes bolsas repletas de envases etiquetados con "desayuno" "comida" "cena". Colocaba todo eso en el congelador de mi cocina pues decía que así era más seguro que me alimentara de forma correcta, pues solo debía vaciar el envase y calentar. Enseguida colocaba en el refrigerador varios trastes más, estos con fruta picada y verduras ya listas para comer.
—Si supongo que eso y el dinero que me dará durante 1 año es suficiente— respondí desanimado desde el sillón, donde me encontraba recostado, pues aún no me recuperaba por completo y en ocasiones tenia mareos. El estar siempre al borde de las lágrimas no me ayudaba, por más que luchaba por contenerlas en momentos como este terminaban por escapar, junto con algunos sonidos lastimeros que no puedo reprimir.
Hange al darse cuenta de esto dejó lo que estaba haciendo, fue hacia mí y me abrazo.
—Levi escúchame bien, no hay dinero suficiente en el mundo para pagarte todo lo que hiciste por Erwin, siempre lo trataste de complacer, incluso renunciaste al trabajo que te costó tanto conseguir, y hasta pusiste en riesgo tu vida por complacerlo—
Hange siguió abrazándome hasta que se dio cuenta que yo seguía en pijama, pues realmente lo único que hacía era: bañarme, ponerme un pijama limpia y volver a la cama, no sin antes poner el pijama sucio en la lavadora.
—Te dije que fueras a cambiarte en lo que yo guardaba las cosas— me reprochó
—Hange de verdad no quiero salir, sabes bien que yo no me quería divorciar y esto realmente me tiene muy mal, aunque sé que no lo podía obligar a quedarse conmigo, la realidad es que jamás pensé en la posibilidad de divorciarme—
—Vamos solo cámbiate la pijama y vamos a que te dé el sol, necesitas salir de aquí. —
Dijo mientras me llevaba casi arrastrando a mi habitación para que me cambiara.
—Bueno basta de hablar de cosas tristes, vamos a que comas algo delicioso, ahora te voy a dejar para que te pongas algo lindo y si no lo haces yo misma te voy a cambiar y sabes que lo cumplo— Amenazo mientras cerraba la puerta dejándome a solas para que me cambiara.
No tarde demasiado en cambiarme y rápidamente ya estaba afuera de la habitación, listo para que Hange me llevara a donde quisiese. Y justo eso fue lo que hizo, me llevo en su auto al pequeño restaurante al que solíamos ir cuando íbamos en la universidad.
Yo logre distraerme, e incluso relajarme, pues el camino era largo y hermoso, ya que la universidad donde estudiábamos estaba a las afueras de la ciudad. Al llegar, noté que todo estaba como la última vez que había ido, a pesar de que ya había pasado demasiado tiempo desde aquella última vez en la que le conté a Hange que iba a casarme, y a tener un bebé con Erwin. Cuando aquel jardín no tenía rósales y cuando yo no me sentía tan triste como ahora.
—Levi, ¿todo bien?— pregunto Hange sacándome de mis pensamientos.
—Sí, solo recordaba la última vez que vine aquí contigo— respondí
Hange y yo pedimos lo que solíamos comer en aquellos días cuando ambos nos sentíamos felices y yo tenía delante de mí un futuro brillante y hermoso.
—Todo está delicioso justo como lo recuerdo— comenté al terminar mi platillo.
—Es cierto, y más aún siguen preparando el té que te gusta— añadió, colocando delante de mí una taza humeante.
El aroma del té era reconfortante, recuerdo que me encantaba beber 3 o 4 tazas de té mientras estudiaba para los exámenes.
—Me gusta verte así, tranquilo, disfrutando de tu té. Tenía demasiado tiempo que no te veía así—
Hange me observaba detenidamente mientras terminaba su helado.
—Lo sé, pero el estar aquí me recordó una época más tranquila y feliz. Es por eso que me siento mejor aunque sea solo por un momento—
Recordaba entonces todos aquellos momentos felices que había vivido con Hange mientras estudiábamos.
—Sabes algo, tú eres lo mejor que me ha pasado en la vida—
Noté que Hange se quedaba sin palabras y eso me hizo sentir incómodo.
—No, no de esa manera, es decir eres mi mejor amiga y la que más me ha apoyado en esto que estoy viviendo y la verdad es que no quiero que nada de eso cambie—
Hange simplemente se levantó de su asiento y me abrazo.
—Lo se pequeñín pero jamás pensé que de ti pudieran salir palabras tan lindas—
Nos quedamos un rato más en el lugar disfrutando del atardecer. Cuando ya anochecía Hange me llevo a casa y se quedó unas horas más conmigo, hasta que fue momento de que regresara a su casa.
Por alguna razón siempre sentía que ella no se quería ir, no quería dejarme solo, tal vez pensaba que yo podría hacer alguna locura, pero la verdad es que aunque a veces lo pienso no tengo el valor suficiente para hacerlo.
Además no me gustaría que ella se pusiera triste su sonrisa y el brillo de sus ojos son realmente hermosos. Por lo que no me gustaría ser el causante que esa sonrisa se desaparezca y que ese brillo se apague, aunque el mío ya se ha apagado desde el momento en que firme aquellos papeles.