Capítulo III

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Salimos del tal parque abandonado y al instante todos comenzamos a despedirnos. Me despido de todos con beso y abrazo excepto de Natalia y Nick; de Natalia porque vivía cerca mio e iríamos juntas caminando y de Nick porque nunca nos habíamos dado siquiera un abrazo. Me topé con él.

-Chao Liz, nos vemos mañana.

-Sí, chao Nick.

Doy  la vuelta para dirigirme a mi casa y me doy  cuenta de que Natalia no para de mirarme.

-¿Qué? - le pregunto.

-Nada, sólo que casi que no puede despedirse con la carita que pone cada vez que te ve. Me responde soltando una carcajada.

Ella siempre me molestaba con Nick, de una buena manera claro, pero siempre le negaba todo lo que me decía.

-¡Ay, no molestes! - le dije sonriendo.

-¿Cómo van las cosas con Jhonny? -me pregunta.

Jhonny era una especie de "chico imposible" para mí; ni siquiera se había dado cuenta de que yo existía. Y yo, a pesar de que ni me determinaba, seguía con una "traga" increíble.

-Prefiero olvidar para siempre ese tema - le digo.

-Cambiando de tema, ¿cómo te ha ido en tu salón, con "Catalina"? - le pregunté enseguida. Se lo decía con énfasis en el nombre porque había quedado en su salón con una niña con la que no me lleva a muy bien, y me intrigaba lo que le podía decir a Natalia.

-Hmm... bien, es una con la que  paso tiempo en el salón -me contesta.

-Ah...- exclamo con algo de insatisfacción.

En el resto del camino sólo hablamos del colegio, de lo feos que eran los uniformes y de lo que habíamos hecho el fin de semana anterior.

Cuando abro la puerta de mi casa ya sé lo que me espera.

-¿Dónde estabas? Casi me matas del susto-me dice mi mamá.

-Perdón, se me hizo tarde. Salí a dar una vuelta con mis amigos. No volverá a pasar, mami -le dije dándole un beso en la mejilla.

Entro a mi habitación y dejo mi maleta sobre mi cama; me quedo mirándola. Ahí estaba la llave que había querido ocultar de mis amigos, pero ¿por qué lo hice? Acerco la mochila y saco la llave dorada. La observo con detenimiento y me levanto a lavarla.

-¿A dónde vas? -me pregunta mamá.

-Al baño.

-Okey , pero después ven a mi cuarto que necesito hablar contigo.

Asiento con la cabeza y avanzo hacia la puerta del baño. Mientras lavo la llave, me fijo en la forma de su punta, ¿qué abrirá? En ese momento siento remordimiento por arruinarle la pequeña aventura a Simón y Terri; ni siquiera tenía razón para ocultarles una simple llave. Mañana les diría. Guardo la llave en un cofre y me dirijo hacia la habitación de mamá.

-¿Qué pasa? -le digo.

-Eh... mejor dejémoslo para mañana; pensándolo bien ya no es hora para hablar de esto.

Levanto los hombros en signo de que está bien y me volteo.

Al siguiente día llego al colegio como si nada pasara. Como siempre saludo a mis amigas mientras que llegan los profesores.

-Hola Liz -me dice Victoria.

-¡Ah! hola Vico.

-¿Dónde estuvieron todas ayer? Las llamé como loca toda la tarde y no me contestaba ninguna.

-Ah ¿eso? Fuimos a dar una vuelta; no te dijimos nada porque sabíamos que no te caen bien Simón y Terri.

-¡Ah claro! Ustedes no invitan a nada y lo dejan a uno metido... no, pues, ¡gracias!  Y antes de que pudiera explicarle mejor, se dio la vuelta pegándome en mi cara con su larga cabellera negra.

-¿Qué pasa? -se me acerca Lucy.

-Lo mismo de siempre, Victoria brava -le respondo.

Victoria se parecía muchas veces a Carolina: las dos eran explosivas, lo cual no era malo en sí mismo pero a veces era desesperante.

Al salir al descanso vi a Simón, Juan y Terri caminando, y de inmediato me acordé que les tenía que contar lo de la llave del día anterior. Decidí acercarme a hablar.

-Hola Simón

-Liz, ¿cómo amaneciste?

-Bien, les quiero decir algo que puede ser importante para ustedes.

-Okey.

--Ayer en ese parque encontré un árbol con una llave adentro. No sé por qué pero pensé que era mejor no hacerles perder tiempo con algo tan insignificante.

-¡Liz! ¡eso era lo que esperábamos encontrar!

-¿Mmm?

-Mira: los llevábamos allá diciéndoles que nos ayudaran a encontrar algo interesante pero la verdad estábamos buscando esa llave. Terri y yo leímos que ese lugar cambiaría la forma de ver la vida de cualquier persona. Creímos que era sólo una leyenda pero una vez que nos acercamos allí, encontramos un tallado en piedra que tenía el legado de la última persona que había estado allí: "Nunca olvidarán lo que aguarda aquí; cambiará todas sus aspiraciones e ilusiones porque alterará su realidad".

Era difícil de creer todo lo que me estaban tratando de decir, pero por lo menos sabía que podía confirmar lo del tallado en piedra porque lo había visto.

-Hmm... ¿y qué es lo que exactamente abre esa llave?

-No lo sabemos ¿Tienes la llave aquí? -me preguntó.

-No, la tengo en casa pero mañana las traigo, si quieren.

Antes de que me pudiera responder, de un momento a otro Simón recibió un balonazo en plena cara.

-!!Ayy!! !¡Maldita sea!

Cuando volteé para identificar quién lo había golpeado, vi a un niño corriendo, gritando "¡perdón, perdón!" desde lejos.

-!Fijate! -le grito.

Le pongo la mano a Simón en el hombro y le pregunto si quiere que lo acompañe a la enfermería.

-No Liz, gracias. Hablamos después.

Miro cómo se aleja caminando con una mano sobre su ojo con Terri a su lado y me doy la vuelta para ir a clases.

Cuando entro al salón miro el horario: matemáticas. Ese día nos darían las calificaciones definitivas y no estaba segura si me iría bien Mi mamá me había advertido: "Si este periodo vuelves a perder matemáticas, no vas a tener salidas por el resto del mes ¿me entiendes?". Las salidas con mis amigos era probablemente lo más divertido de la semana entre tantas ecuaciones y números, y todas las demás cosas de las otras  materias.

Llegó la profesora con el cabello recogido y su impecable bata blanca.

-Buenos días.

-Buenos días -le respondemos de pie, como era costumbre.

-Comienzo a decir las calificaciones definitivas: Acosta: 8.0...

Me sudaban las manos; no podía esperar a que llegara al anhelado apellido: Prickman.

-Prickman -se detuvo. Otra vez, señorita, no lo logró: 5.5.

-Me muero, me muero, me muero -comienzo a repetir de la angustia.

Mis amigas me miraban con cara de preocupación pero yo estaba mas preocupada por lo que me diría mama al tener el boletín en sus manos, que de hecho sería el día siguiente.

Soñar no tiene límitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora