Viviendo pesadillas

13.2K 449 20
                                    

"Segundo destino: lo que no quiero vivir". Ya no era nada nuevo estar confundida. Y seguía pensando en la rara voz que parecía estar sonando en mi cabeza. 

De un momento a otro, todo se tornó oscuro y comenzó a darme vueltas; me toco la frente y trato de recuperar el equilibrio. Abro mis ojos nuevamente y me doy cuenta de que estoy sola, acostada en una camilla. Miro a mi alrededor y reconozco el lugar: era una clínica y estaba sola en aquella habitación, casi vacía, de no ser por la camilla, un espejo y una mesa pequeña con un vaso de agua a la mitad.

Trato de agarrar el vaso de agua para tomar un poco pero me doy cuenta de algo devastador: ¡tenía sólo un brazo! Grité lo que más pude al darme cuenta de que toda mi vida se vería afectada por esto, que había perdido una parte de mi cuerpo, que ahora no era la misma. Y ni siquiera sabia cómo había pasado esto. Oigo abrir la puerta de la habitación y volteo a ver,todavía asombrada por mi brazo:

-Hola Liz , oí que gritabas  ¿qué pasa? ¿regresó el dolor? -me dice una señora ya un poco vieja. Estaba vestida de blanco; era la enfermera. Me mira con atención, esperando una respuesta. 

-Eh... -digo después de varios segundos. ¿Dónde están mis amigos? -le pregunto con esperanza de que me diga en dónde están las únicas personas que quiero ver en ese momento.

-¿Tus amigos? ¿qué amigos? -me dice con un gesto que me revela que no sabe de qué estoy hablando.

-¿Y mamá? -le pregunto, esperando a que de alguna manera me responda.

-¿Qué te pasa Liz? ¿no recuerdas lo que pasó con ella?

No le respondo, era claro que no sabía nada. Pero tenía que saber qué me había pasado. 

-¡Señorita White! -grita alguien desde afuera de la habitación.

Ella voltea y me dice:

-Lo lamento Liz, enseguida regreso.

Cierra la puerta y me quedo de nuevo sola, de nuevo sin saber nada. Me pongo de pie y miro hacia el espejo que está en frente de mi. Pongo la yema de mis dedos en lo que queda de mi hombro izquierdo y recorro la herida con ellos. ¿Cómo había ocurrido esto? Desearía que todo volviera a la normalidad. Ya nunca podría dar un abrazo, nunca podría jugar muchas cosas, nunca podría escalar árboles. Nunca sería la misma. Una lágrima rueda por mi mejilla y una frase se me escapa de los labios: 

-Ya lo entiendo.








Soñar no tiene límitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora