Capítulo Treinta Dos

4K 296 301
                                    

(N/A: Muchas gracias por su paciencia. Me aceptaron en la universidad, lo que significa que finalmente puedo respirar ahora y darles más actualizaciones más rápido. También tengo muchas ideas para nuevos fics, ¡así que asegúrense de seguirme si les gusta el natzu! En fin, me callaré ahora, disfruten el capítulo.)

(...)

El apartamento estaba en completo silencio para cuando Tzuyu regresó. 

Las luces amarillas de la cocina se encontraban encendidas y al acercarse con pequeños pasos pudo ver que había un rastro, una intención que indicaba el comienzo de una comida, con dos platos en la mesa y una tabla de cortar en la encimera. Pero ningún otro signo de vida alguna. 

Tzuyu miró alrededor, observando que todo lo demás estaba exactamente como lo había dejado antes de irse; el grifo goteaba en el lavabo, las ventanas estaban cerradas, los cajones en la cocina parecían no haberse tocado. En su mente, no sabía si podía considerar una buena o mala señal que todo el apartamento estuviera tan mudo que podía escuchar el sonido de su respiración débil y el latido insistente de su corazón golpeando contra su pecho. 

Bum, bum. Sintió que comenzaba a agitarse de nuevo. Ya había sido lo suficientemente difícil para ella mantener sus instintos a raya durante el tortuoso viaje en metro, reprimiendo un gruñido que pretendía salir de sus labios hacia cualquier alfa que siquiera se atreviera a respirar su mismo aire, tanto su mente y su lobo traidores en hacerle pensar que todos amenazaban con quitarle a la omega, su omega, que la esperaba en casa para que se hiciera cargo de su celo.

Pero ahora, debido a lo serenas que estaban las cosas, empezaba a dudar en la veracidad de las palabras de los vecinos de las dos hermanas; de aquellos betas con ojos petulantes que la habían visto subir las escaleras del edificio de reojo, y de los omegas curiosos asomándose por sus ventanas mientras murmuraban en voz baja. Tzuyu tenía la sensación de que el rumor de un omega en celo se había esparcido por las puertas de madera y ventanales decorados con flores, pero que nadie realmente se había molestado en comprobarlo por su cuenta. 

No es que le importara. Mientras más alejados se mantuvieran de Nayeon, mejor.

Y justo cuando sintió a su lobo comenzar a calmarse, pensando que al final solo había sido una falsa alarma (Nayeon ya había tenido una de esas antes, así que para su mente fue completamente creíble), su nariz lo atrapó. 

Un ligero rastro de feromonas, tan sutiles e casi imperceptibles que por un momento pensó habérselo imaginado, haciéndole cosquillas por su mentón y colándose hasta viajar en su pecho, instalándose justo en el medio.

La alfa se detuvo, quieta como una estatua, antes de alzar su nariz hacia el aire a su alrededor olfateando el ambiente que la envolvía. Más y más feromonas se hicieron presentes, suaves, atrayentes, controlando sus extremidades como un maestro titiritero y haciéndole girarse lentamente hacia la dirección de donde provenían.

Solo le tomó menos de un segundo captar el olor de Nayeon. 

Su corazón se aceleró en su pecho, moviéndose con pupilas dilatas hacia la habitación cerrada donde el bálsamo empezaba a ser más prominente. Y lo que sea que pudiera pensar que sabía sobre Nayeon, sobre los omegas, sus necesidades y sus celos, nunca podría haberla preparado para ver lo que había dentro una vez que abrió la puerta.

Una ola de feromonas intensas la golpeó en la cara, haciéndola ahogarse en el aire y jadear cuando sus sentidos se vieron abrumados por la necesidad penetrante en ellas, casi haciéndola escuchar las palabras que gritaban, y saltando cuando se dio cuenta de que todas y cada una decían su nombre. Una y otra vez, como un mantra. 

𝙂𝙀𝙏 𝙔𝙊𝙐┇𝘕𝘈𝘛𝘡𝘜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora