Capítulo 1: "Esto a penas comienza"

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Narra Herobrine:

Como si de una pesadilla se tratase, el Inframundo es un lugar tan espeluznante e injusto, además de que sus habitantes esta compuesto por sádicos y demonios. Todas las personas lo describían así, pero ellos que van a saber por lo que tuvimos que pasar.

Antes que nada, debo aclarar que fui el primero en ser enviado aquí, y era como me lo imaginaba, estaba totalmente vacío, no había rastro de otro ser vivo. Compuesto por varias rocas rojizas y por otro tipo de materiales que nunca había visto, solo reconocía el oro. Apenas se podía respirar y ni siquiera había una mísera planta. Varios lugares estaban con fuego, y como esto se trataba de una isla flotante, el subsuelo estaba repleto de lava. El tiempo aquí es imprescindible, no existía el día ni la noche, y el cielo ni siquiera se puede observar.

Las puertas por donde entré tenían una altura de 10 metros y un ancho de 6 metros. Estaba echa de obsidiana y diamantes, además de tener un gran candado, obviamente para abrirla necesitaría una llave y lo más probable es que iba a ser custodiada por mi hermano, Notch.

Los primeros supuestos días que estuve allí me sentía solo, así que decidí crear a seres que me hicieran compañía. Al principio quería crear a humanos, pero en mi primer intentó solo pude hacer los huesos de este y, como lo imaginaba, mi padre fue el responsable de esto, ya que me había restringido muchos de mis poderes, apenas podía hacer algo con lo que tenía de magia. Aunque eso no impidió que no creara a mobs que me fuesen totalmente fieles.

Y así como me lo propuse, empeze a crear y crear varios seres y cosas. Construí varias fortalezas para que todos los habitantes tengan un techo donde cobijarse y convivir. Me convertí en su líder y cree un reglamento donde todos debían cumplirlo, sino serían castigados, y cuando hablo de un castigo no me refiero a muerte, solo serán encarcelados durante un periodo donde tendrán que reflexionar sobre sus insoburdinaciones, pero si representa una amenaza no dudaré de ejecutarlo. Lo que más me satisfacio es que ningún ser trato de desobedecer las leyes, por lo que, no he tenido que castigar a nadie.

Estuvimos así por un buen tiempo, hasta que un día me avisó uno de mis secuaces que vio a unas cuantas personas del comité de la luz que estaban metiendo a algunos individuos a mi reino. Obviamente me fui directo a la puerta a inspeccionar por mi mismo a estos intrusos, pero me sorprendí de que se tratase de unos viejos amigos míos. Me dijeron que allá afuera ya habían pasado más de 50.000 años, y que durante ese tiempo ellos estaban luchando con los seres de luz por el injusto castigo que me sometieron.

Con mucha alegría por ver que tenía aun de mi lado a mis amigos, les propuse que vivieran conmigo y gobernacemos este mundo a nuestro modo y, cuando llegue el momento, saldríamos de este lugar a derrotar a los desgraciados seres de luz. Ellos aceptaron sin rechistar y empezamos a idear un plan para poder escapar, después de todo le demostrariamos al mundo que la luz no era tan fuerte como lo imaginaban.

Una vez que salimos a la superficie por un conjuro, nuestra prioridad era ir a derrocar a mi padre y capturar a Notch, pero no contamos con que Notch tomó el trono de mi padre y que obtuvo todo lo que eran sus poderes. Fuimos derrotados y encerrados otra vez en el inframundo, por un cubo de comandos que tenía mi hermano. La ira me invadió desde ese entonces pues yo quería ser el próximo gobernante de Minecraft, pero no lo fui por culpa de Notch y de mi absurda forma de cambiar mi miserable destino.
Cegado por la irá, mis secuaces me empezaron a temer y alejarse de mi. Y no los culpo, tengo miedo de convertirme en alguien peligroso para ellos, no quiero que me vean como los demás, en un ser sin sentimiento alguno.

Ya ha pasado mucho tiempo desde ese incidente, sigo pensando en cómo escapar de este lugar, el cual fue ya nombrado como Nether por mi hermano. Mis amigos están muy preocupados por mi, pues desaparesco durante mucho tiempo y no se me encuentra en ningún sitio. Así que, un dia, llego el momento de la discusión.

Miosotis y GardeniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora