— Entonces buscabas a Rindou y Ran, ellos están en el sexto piso, habitación 16.
Naoko le indicó que pasara por una cortina roja que estaba a unos metros. Ahí había un elevador, ella apretó el botón número 6 y esperó a llegar.
Todo se veía tan lujoso, el elevador dorado y con un tapiz de rombos. Llegó al pasillo y ahí caminó desde la habitación 1 hasta la 15. Respiró con pesadez y tocó la puerta tres veces.
Alguien no tardó en abrir.
— Hola, ¿quién eres, guapa? — preguntó el muchacho de cabello largo y morado.
Él fumaba un cigarrillo y al ver a la chica sonrió de lado, esperando a que entrara en su habitación para follarsela de una vez.
— ¿No me reconoces? — cuestionó con algo de decepción.
— Mmh, no, no sé quién eres — dijo él confundido.
— Rindou, soy yo, Kyomi — dijo fuerte y claro.
Rindou se rió, como si lo que ella acabara de decir un buen chiste — ¡No puede ser verdad! — y se rió más.
— ¿Dices que miento?
— No puedes ser Kyomi porque ella — paró de reír y la miró por unos largos segundos —, porque ella se fue a estudiar arquitectura en Inglaterra — musitó seriamente.
— Pues ya regresé, ¡Taraaa! — pero está vez no le hizo mucha gracia a Rindou.
— Si eres tú — devolvió el cigarrillo a sus labios y señaló el cuello de Kyomi —. Tienes el dije que te dimos en tu cumpleaños, genial, jamás lo desechaste.
— ¿Por qué lo iba a desechar? Es mi regalo más preciado — dijo Kyomi pasando sus dedos por el dije.
Una risa resonó al interior de la habitación e inmediatamente, Kyomi reconoció aquella voz.
— ¿Ran está aquí también? ¿Puedo verlo? — la chica iba a entrar pero Rindou le impidió el pasó.
— Lo siento, te largaste mucho tiempo y...
Kyomi estaba enojada. Vió como una hermosa chica salía de la habitación por debajo del brazo de Rindou, tenía el maquillaje corrido, la ropa desordenada y el cabello despeinado, además de chupetones por todas partes.
— Pero mira nada más, otra bella chica tocando a nuestra puerta, ¿cómo te llamas, muñeca? — ahora ella se sentía peor.
— Me llamo Kyomi, muñeco — respondió con una sonrisa forzada.
— ¿Qué...? — Rindou le hizo una señal para que no hablará.
— Bien, veo que ya no soy bienvenida aquí con ustedes. Me iré por dónde vine y ustedes tendrán la libertad de acostarse con cuánta mujer se les ponga enfrente — dijo enojada, les dió la espalda y agarró sus maletas de nuevo.
— ¿Cómo quieres que no hagamos esto? — habló Ran — Por ocho años no nos llamaste, no nos enviaste cartas, no supimos nada de ti.
— Yo nunca deje de enviar cartas, los llamé pero no contestaron, ya veo porque — les sonrió una última vez.
— Lo siento, Kyomi. Rompimos promesas, talvez deberías romper la tuya también y seguir con tu vida sin nosotros, ya no somos adolescentes, lo superarás — dijo Rindou, sin emociones.
— Si, así como nosotros lo superamos contigo — siguió Ran y el corazón de Kyomi se cayó otra vez.
— Genial, ¿unas últimas palabras antes de nuestra despedida? — preguntó si mirarlos, no podía.
— Aléjate de Bonten, de este hotel y del burdel. Regresa a Inglaterra y enamórate de un británico — dijo Rindou, contradiciendo sus antiguas palabras.
— Lo siento, pero no me pueden mandar. Me quedaré en este hotel y si me follo a uno de Bonten pues ya será muy mi problema y mi vida — no querían que pasará, pero así fue, les dolió.
— Entonces muérete si quieres, Kyomi — y cerraron la puerta de un azoton.
Apretó sus dientes y se dirigió de nuevo al elevador para presionar el “0”. Llegó a una parte que no era el bar, era la recepción. Talvez se lastimaba ella sola al querer quedarse, pero le era imposible.
Vió a la recepcionista y muy amablemente pidió:— Una habitación en el sexto piso, por favor.
— Solo queda desocupada la 17, ¿está bien?
— Perfecto.
Honestamente, pensó que le dolería escuchar lo que pasaba a lado, los Haitani llevando a montones de mujeres cada día. Pero, ¿no dijeron que siguiera su vida sin ellos? Les pagaría con la misma moneda.
La señorita le dió la tarjeta y llave para entrar así que de nuevo hacer la misma travesía. Cuando llegó, ignoró por completo el número 16 y fue directamente a su, al parecer, suite.
Metió sus maletas de un empujón y arrojó su mochila a la cama. Caminó al primer elevador y tocó el “1”. Regresó al burdel.La música hacia al ambiente más sensual y erótico, las luces moradas y rosas le daban el toque.
Con la vista, buscó a la mujer con la que se topó al llegar, aceptaría el trabajo, cualquiera que fuera.
Doctorado y maestría al escusado.
— Kyomi, ¿ya hablaste con Rindou y Ran? — le preguntó Naoko.
— Necesito encontrar la mujer llamada Mabel, ¿me ayudas? — Naoko frunció el ceño y señaló otra cortina — Gracias, niña.
Pasó por la cortina, encontrándose con unos pequeños vestidores y tocadores, en donde las chicas que bailaban se arreglaban y cambiaban de... Ni siquiera se le pude llamar ropa.
Ahí estaba la tal Mabel.
— Ehm, disculpa...
— ¡Ah, que bueno que vuelves! Te doy el trabajo solo porque Mizuki se rompió el tobillo, pero no me decepciones y tampoco decepciones a ningún hombre allá afuera — farfulló.
— Gracias, ¿cuando empiezo? — preguntó Kyomi confundida.
— Ya — la tomó de los hombros y la metió a una puerta para que se quitará esa ropa y la reemplazarla por un conjunto más provocador.
— ¡Pero...! — espetó cuando la mujer le lanzó lo que se pondría.
— ¡Está bien, te explicaré todo rápidamente! — golpeó la puerta, dándole a entender que quería que se cambiara rápido.
Kyomi se puso las mayas negras, la lencería por encima y unas botas de combate.
— Ya estoy lista — masculló nerviosa.
— Grandioso, en primer lugar soy Mabel y controló a las chicas por aquí — Kyomi asintió —. Tú solo bailaras y si le gustas a alguno te irás con él, a dónde sea, no me importa si te quiere llevar al infierno, ¡Te vas con él!
— ¿Solo eso? ¿Bailar en uno de los tubos? — Mabel asintió un par de veces.
— Si sabes bailar, ¿verdad?
— Si, tomé clases en la univer...
— No me importa, ¡entra ya! — la empujó detrás de la cortina del pequeño escenario — Más te vale no arruinarlo, el jefe está aquí.
¿Y HASTA AHORA LO DICE? Cuánta presión.
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Secreto compartido 2 Haitani's & Sanzu Haruchiyo
FanfictionElla acaba de volver de Inglaterra, sus chicos no la recuerdan. LA FASE DOS ESTÁ COMENZANDO. Sanzu armó el plan durante doce años, la chica estaba a punto de caer a sus pies en busca de consuelo, justo como Takeomi y Eros lo dedujeron. Porque tien...