Patroclo,

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Perdón por no haberte escrito, estábamos realizando el munus en tu honor. ¿Te haría ilusión que te brinde los resultados de las pruebas?

...

Supongo que no vas a contestarme.

Te añoro como nunca lo hice cuando estabas en vida. Siento que yo estoy aún más muerto que tú, compañero mío. Quizás la tinta se corra del papiro, pero no puedo retener mis lágrimas y menos aún escribiendo sobre tu muerte. Si lo hubiera llegado a saber, hubiera ido yo en cabeza a la guerra con los Mirmidones. Tu muerte me es tan súbita e irreal que siento que aún te veo. Siento que me abrazas y me secas las lágrimas. ¿Por qué te tuve que mandar a batallar? No hubiera pasado nada si no fuera por mi culpa y la de mi berrinche infantil al disputarme con Agamenón.

Al final siempre vuelvo al mismo punto: tu maldita muerte. Ese es el motivo de mis escritos, ¿no?

Ezis ha invadido mi cuerpo como lo hicieron tiempo atrás tus besos y caricias.

Te añoro a ti más de lo que un hombre podría añorar, pero añoro tu amor por encima de todo. Ninguna mujer me podrá ofrecer lo que me ofreciste tú, Patroclo, y nunca podrá reemplazarte ni el más fuerte hombre ni la más encandiladora fémina que me brinde el universo.

Sin ti el único significado para vivir mi vida es para proteger a los demás de sus muertes en guerra. No te pude proteger, pero protegeré a los demás del destino que te llevó, Patroclo.

Siempre tuyo,

Aquiles.

Las cartas de Aquiles. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora