01 : Proyect the one who is like a Crystal.

354 33 19
                                    

─ Con eso entenderás que absolutamente nadie se mete conmigo, pedazo de mierda. ─ Fueron las palabras de Gregory, quien tenía una extensa sonrisa impresa en su rostro, viendo como Christopher levantaba al chico de un brazo. Lo último que hizo fue escupirlo y el de ropajes verdosos le dejó caer, pobre niño indefenso, jamás podría hacer algo en contra del hijo del director, era de esos tipos de horrible personalidad con bastante poder sobre las personas, personas como él, así que debía soportarlo todo y callar.

El grupo de cuatro personas abandonó el baño de la escuela, dejando dentro del mismo a un malherido y muy asustado Gary, quien intentaba buscar ayuda al menos para ponerse de pie, pero como siempre... Era invisible ante todo el mundo. Luego de descansar por tal vez treinta minutos, logró levantarse con éxito e ir a la enfermería con una tonta excusa "jugaba por allí y me caí muy fuerte" era lo mejor que podía inventar, pues decir la verdad le saldría aún más caro.

El día transcurría con normalidad, a pesar de siempre estar solo disfrutaba de su entorno (claro, cuando Gregory no estaba por allí) la cafetería como siempre rebasaba de personas y, entre todos los numerosos estudiantes, buscaba a alguien en específico, pues en todo el día no había podido verle y eso le ponía triste. Por fin pudo divisar su distintivo sombrero azul de pompón rojo, sonrió ante eso y contempló su presencia hasta que terminó de comer, marchándose del lugar sonriente y con un mejor estado de ánimo, ese era el poder que Stan tenía sobre él, con tan solo verlo hacía de sus días más felices y entretenidos.

Desde hace un buen tiempo su "detector problema" no se había activado y eso le daba un enorme gusto, ya que no se sentiría culpable por las cosas que podrían pasar a futuro, pero ¿Qué significa exactamente esto? Digamos... Que la vida de Gary es aún más complicada de lo que parece.

La clase de Geografía había empezado, una de las más aburridas para la mayoría pero, para él, de las más emocionantes, hablar y estudiar acerca de diferentes lugares del mundo habría su capacidad imaginativa, ¿Cómo sería poder ir a todos los países del planeta? ¿Qué comería? ¿Cómo podría vestir? ¿Haría algún amigo por fin? Soñar no costaba nada y él más que nadie conocía ese dicho, crear escenarios en su mente que jamás ocurrirían era un don más, opuesto al otro, era entretenido y menos doloroso.

Gregory, quien le miraba espectante desde su lugar, estaba enojado, quería un poco más de lo que había probado en la mañana; violencia contra personas indefensas. Pip miraba con desaprobación la actitud de su amigo, Damien solo ignoraba mientras disponía una agradable lectura que nada tenía que ver con la clase y Christopher... Con él era diferente, ya que no le importaba qué tan caprichoso fuese el rubio a veces, solo estaba allí para obedecer órdenes, claro, por un bien excesivamente personal. ─Tenemos que hacer algo, Greg se meterá en problemas. ─ Murmuró Pip, intentando llamar la atención del pelinegro. ─ Phillip, te dije que no vamos a interferir. ─ Dejó escapar en un leve murmullo el Anticristo, al mismo tiempo, el inglés fruncía el entrecejo, con sus mejillas infladas en un puchero, sí, aunque no se notara mucho, Phillip también tenía caprichos esperando a ser cumplidos, la única diferencia es que no podrían considerarse como algo malo.

─ ¿Alguien que sepa la respuesta aparte de Harrison? ─ Preguntó de la nada el maestro encargado, dándose la vuelta para solo admirar como todos sus alumnos le ignoraban mientras realizaban distintas acciones, que iban desde charlar entre ellos hasta comer en la clase. ─ ¿Es una broma? ─ Volvió a preguntar con cólera, azotando su libro contra el escritorio. ─ ¿Fields? Quiero la respuesta en este mome- ─ Fue interrumpido por el rubio anteriormente nombrado. ─ Ah, ¿Cómo se supone que le diré? Yo- ─ Pip ahora interrumpía, intentando ayudar a su amigo, pues, aunque estaba pendiente de lo que él hacía y pasaba a su alrededor, prestaba atención a la sesión educativa. ─ Señor Garrison, la respuesta es evidente y todos la conocemos, Thomas Jefferson ​ fue el tercer presidente de los Estados Unidos de América, ocupando el cargo entre 1801 y 1809. Se le considera uno de los padres fundadores de la nación. Su eminencia viene dada porque fue el principal autor de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de 1776. ─ Todos se quedaron impresionados ante tal respuesta y el maestro retomó la clase, dándole una buena calificación a Pirrup.

La clase había llegado a su fin tras el tercer campaneo, todos los estudiantes alistaban con velocidad sus mochilas, anhelando salir de ese monótono sitio. Gary no era la excepción, ya que estar en la escuela con sus compañeros de alguna manera le hacía sentir aún más invisible, tomó su maleta entre manos y se dispuso a caminar a la salida, todo iba como de costumbre, hasta que... Tuvo una revelación; su cabeza maquinaba el destino final de una mujer con hermosas facciones, cabello corto y bien cuidado, de nombre "Sharon Marsh", conocía a esa fémina, la madre... De Stanley.

Al salir de ese trance revelador, Harrison corrió desesperadamente buscando a Stan por todo el instituto, rogaba encontrarlo a tiempo, no le importaría llegar a perecer ante las consecuencias de su predicción reciente, solo deseaba salvar a la progenitora de la persona que amaba. Luego de haber corrido hasta la salida, su vista logró encontrar por fin al pelinegro que tanto deseaba ver, sus nervios eran infinitos y su respiración entrecortada, no sabía cómo llamar la atención del muchacho y parecía alejarse cada vez más, ¿Qué haría? Bueno, lo que creyó más conveniente.

─ ¡Stanley Marsh! ─ Exclamó, haciendo que todos rápidamente le dirigiesen la mirada, unas se debatían entre confusión y desaprobación, pues Gary (un chico común y no muy bien recibido en la academia) acababa de dirigirle la palabra a uno de los estudiantes más populares y cotizados del lugar.

─ Ah. Hola, rubio. ─ Articuló de imprevisto, percatándose del adjetivo con el que había nombrado al muchacho, "¡Mierda!" pensó, pues era un tipo de apodo que tenía para consigo al no saber su nombre. ─ ¿Necesitas algo? ─ Se despidió de su grupo de amigos, ellos, al ver que Stan permitía que le hablara una persona tan corriente, solo se marcharon, pronunciando uno que otro comentario homofóbico en burla y sí, todos sabemos que Eric Cartman fue quien inició con esa plática.

Por su parte, Gary asintió frenéticamente, estaba más que nervioso, desde aquella vez en el baño, jamás le había hablado al pelinegro, tal vez por la gran popularidad del chico o simplemente porque era muy penoso y no se atrevía a hacerlo, pero hoy justamente, eso debía cambiar, debía impedir su predicción a toda costa. ─ V..vayamos a- ─ Fue interrumpido por su opuesto, quien sonrió amable. ─ ¿Un lugar más privado? Por supuesto, sígueme. ─ Y caminó hacia la parte trasera de los salones, pretendiendo hacer que el de dorados cabellos le siguiera, lo cual sí ocurrió.

Ambos adolescentes yacían sentados en el lugar antes mencionado, uno de ellos miraba al otro con una amable y muy tierna expresión, mientras que el otro hacía un enorme intento para poder calmarse; para él no era sencillo hablar normal con sus compañeros y menos con el tipo que le había robado el corazón. Inhaló y exhaló un par de veces, por fin consiguió un poco de paz para poder articular su profecía. ─ Tu madre morirá el día de hoy. ─ El semblante tranquilo en el rostro de Marsh desapareció, sustituyéndose por uno confuso y preocupado. Con audacia, le contestó al otro. ─ ¿Mi madre? ¿Qué quieres decir con eso? ¿Ella está bien? ─ Y Gary tomó un tiempo de reflexión, sería mejor explicarle todo al pelinegro, pero las probabilidades de no sonar creíble eran demasiado elevadas. ─ Deja que... Te lo explique. Hay algo muy raro en mí, que me permite predecir cuando una persona morirá, lo sé todo... Tu madre tomará un viaje de trabajo hoy a las 4:35, irá a Manhattan en un vuelo 3:B5, el cual se estrellará y habrán 25 muertos y 13 heridos, ella está incluida... En las personas que morirán. ─ Intentó explicar lo mejor que pudo.

Stan escuchó todo atento, estupefacto por tanto "disparate" que estaba escuchando por parte de aquel chico, negó con la cabeza y se levantó con prisa, era obvio que se trataba de una broma, una muy jodida. ─ Escucha rubio, ¿Quién te puso el reto? Muy bien, lo has hecho impresionante, si apostaste dinero ya puedes reclam- ─ Gary se levantó también, acercándose al de cabellos negros para tomar su muñeca e impedir que se fuera. ─ ¡Stanley, escúchame, juro que no es nada de eso! Tu madre... En serio morirá, por favor, evita que tome ese vuelo o de lo contrario... Pasará. ─

─ Estás loco, no te me acerques nunca más, ¿Quién te has creído para bromear con algo así? Me das asco. ─ Arrebató su mano del tedioso agarre del rubio ya muy molesto, marchándose de ahí casi corriendo.

Gary había quedado inmóvil en su posición, procesando todo lo que acababa de ocurrir con su amor no correspondido, se sentía más inútil que de costumbre, pues dedujo que la actitud del joven era suficiente como para intuir que no detendría aquel trágico futuro en que la Señora Marsh se encontraría inmersa, pero, ya se lo había dicho... Así que, esperaba que tomase la mejor decisión, mientras su corazón se rompía y su mente repasaba las crudas palabras con las que Stan se había dirigido a él.

─ Maldición... Soy tan inservible.

❝Premonition❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora