Capítulo 4

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La larga jornada de entrenamiento, había acabado, muchos de los novatos aun jadeaban del cansancio, Barry Burton, meneo la cabeza recordando sus tiempos de juventud: aquellos donde el entrenamiento resultaba ser una tortura agotadora, tanto física como mental. Estos muchachos, tenían la resistencia de una hoja y los brazos de espagueti, pero tenían motivación para seguir, ser fuertes, entregar el corazón y vida en el campo de batalla si era necesario, los entrenaría hasta exprimirlos en la siguiente ocasión. Chris le pidió personalmente, que cuidara y vigilara a una chica llamada Tn__, estaba al tanto de las habilidades de la chica al igual que Jill. Debía vigilar que no se metiera en problemas, ya habían conversado en un par de ocasiones, gracias a que Chris la llevo a la barbacoa organizada por el mismo, una pena que Valentine no pudiera asistir. No le parecía mala persona en absoluto, le cayó muy bien desde el principio, organizando una competencia de ¿quién puede comer más? Resultando la chica ganadora, derrotándolos a él y Chris, era la primera vez que veía a una chica que comiera tanto, felicitándola con una cerveza, pasando el resto de la tarde riendo y contándole el chiste del sándwich de Jill, hasta sus hijas y esposa, le preguntaban cuando invitaría a Tn__, a cenar. Después de un rato Chris y Jill aparecieron, saludando al barbudo, muchos de los chicos no pudieron quitar los ojos de Jill y algunas de las pocas chicas hablaban sobre lo guapo que era el Redfield.

-¡Que están esperando! ¡Sus superiores están aquí, muévanse y muestren su respeto!- Hablo Barry, en tono autoritario. En menos de un segundo, todos, se mostraban firmes, en orden, saludando militarmente. Chis sonrió- Está bien, vuelvan a descansar- ordeno, seguido miro al mayor-¿Qué? Si tienen tiempo para mirarlos embobados, es mejor que muestren respeto por los superiores- Se cruzó de brazos.

-¿Cómo le fue a ella hoy?- Miro a Jill y luego a Barry.

-Pues... le fue muy bien, tiene buena resistencia y ni hablar de lo buena que es con las armas, para alguien con sus habilidades este entrenamiento es como pasear por el parque, también note que es muy buena escondiendo su experiencia y actuando como novata- Se rasco la barba.

-Excelente- Se alegró.

-Chris...- Jill levanto una ceja.

-Cierto ¿Barry ya acabaste por hoy?-

-Sí, ya estoy por irme a casa, Kathy prepara lasaña- Se sobo la panza.

-Jill quiere conocer a Tn__, y su transformación-

-Puedo esperar-

El hombre sentía curiosidad, con respecto a la chica. Hace dos semanas atrás en el bar de Leoni, conto lo sucedido en la misión y el como ahora vivía en su apartamento, se quedó de piedra al enterarse de que el bastardo de Albert Wesker tuviera una hija, intento muchas veces compararla con el hombre, resultando en múltiples intentos fallidos, no tenía nada de parecido con él, ni en el físico como en personalidad. Difícil de creer. No podía evitar la reciente oleada de curiosidad, si era como Chris contaba, entonces quería ver y tocar, no como en muchas ocasiones, en las que la criatura es hostil y sin sentimientos, tocándola solo con múltiples ráfagas de balas y mirando cuando ya yacía en el suelo tieso sin vida, aprovecharía la oportunidad.

(…)

El agua de la regadera estaba fría, pasó el jabón por todo el cuerpo, sacándose el olor a sudor y tierra, pequeñas hojas y pasto resbalaban por el cabello hasta caer al suelo llevados por el agua, el entrenamiento preparado por Barry no resulto ser tan agotador como esperaba, lo que si resultaba ser tedioso era el tener que fingir estar agotada. Ya hace dos semanas que había estado en lo mismo, se sumaba el problema de tener que esperar a que sus compañeras terminaran de bañarse, para después tener que hacerlo ella, todo causa del horrendo tatuaje de su espalda, lo odiaba y también a Umbrella, por todo el daño ocasionado, gotas de agua resbalaban por la espalda, pasando en diferentes sitios cubriendo en tono trasparencia el gran logo de Umbrella en la espalda baja, termino de lavar el cabello y rostro, cortando el constante flujo de agua. Un movimiento  casi imperceptible justo en la parte de atrás en la esquina, la alerto, miro detenidamente el lugar, contenedores de ropa sucia solo pudo ver, nada fuera de lo normal, solo dos pares de pies expuestos, gracias a lo alto de los contenedores. Frunció el ceño con una mueca de asco, sentía que le hervía la sangre, lo más probable fuera que esos dos vieran a las chicas bañarse a escondidas. Camino lentamente, su cabello aun goteaba agua, resbalando por las mejillas y cuello.
Los dos intrusos, miraron a la chica ducharse, no pensaron que tuviera los instintos tan desarrollados, volvieron a asomar cabeza por encima del contenedor, sin ver ni un rastro de la chica, había desaparecido, en tan poco tiempo y sin ser detectada… fue demasiado tarde para esquivar, algo lo tomo por el cuello de la camisa color blanco, lanzándolo cerca de la puerta, su amigo grito de la sorpresa, a velocidad de relámpago la chica bloqueo el camino, alzándolo con una sola mano, con el pánico reflejándose en el pálido rostro del chico, no parecía ser la chica, callada y atlética, que parecía ser, era algo más… perturbador, tanto que erizaba los pelos de la nuca, sus bellos ojos avellana, ahora despiadados con furia animal tintados de rojo parecidos a los de un reptil observando su presa. El chico intento zafarse del agarre mortal, su otro amigo, se puso de pie mirando aquella escena, parecía que su corazón se detendrá en cualquier momento, inmediatamente suplicando soltar a su amigo, prometiendo no volver a espiar jamás. Giro su cuerpo aun con el chico sujetado, bajándolo suavemente hasta tocar el suelo, fulminándolos con su feroz mirada roja, antes de soltar completamente al otro, pidió los celulares de ambos, su asco aumento al revisar su galería, fotos de ella en la ducha y sus compañeras, destruyo los dos celulares sin el mayor esfuerzo, dejando ir a los pervertidos. Espero un rato, calmando la ira, respirando y exhalando hasta apaciguar. Tomo el pomo de la puerta, dejando las duchas atrás, debía apresurarse, Chris y los demás esperaban por ella. 

La Hija De Albert Wesker Leon Y Tu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora