𝗢𝟭. 𝗬𝗢𝗢𝗡𝗚𝗜: un engaño para mi corazón.

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Mis dedos se mueven por sí solos, rompiendo los pegajosos brotes verdes

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Mis dedos se mueven por sí solos, rompiendo los pegajosos brotes verdes. Miro de cerca las pequeñas hojas que se desmenuzan en la bandeja. Son tan hermosas. El olor a tierra, que sólo tiene la hierba, llena mis fosas nasales. Se siente bien.

Alargo la mano para apartar los mechones largos de mi frente, antes de recordar que aún hay trocitos en las yemas de mis dedos: los pequeños cristales que te hacen llegar más alto.

─ ¿Ya has terminado? ¿por qué tardas tanto? ─dice Chanyeol desde su cama. Su voz suena quejumbrosa y me molesta el buen humor.

─ Ya casi, solo me estoy tomando un momento para apreciar lo brillante que es esta cosa ─digo.

─ ¿Qué hay que apreciar? Recuerdo mi primera vez fumando hierba, deja de ser un sensible de mierda ─bromea, burlándose. Ese es el problema de Park Chanyeol. Está jodidamente bueno, pero es un imbécil.

─ Siempre deberías disfrutar de las cosas pequeñas, Yeol. Toda la hierba podría desaparecer del planeta mañana, y entonces desearías no haberlo dado por sentado ─digo, tratando de mantener el ambiente ligero. No quiero empezar una discusión innecesaria con él. Sólo llevamos un par de meses saliendo y parece que la fase de suspiros y mariposas en el estomago ya ha terminado. 

O bueno, parece que nunca comenzó en realidad.

Estamos en dos longitudes de onda totalmente diferentes, pero me quedo de todos modos. Chanyeol hace que no piense en él. 

Sacudo la cabeza con desprecio y aprieto la hierba rota en un papel de fumar, poniendo especial cuidado en que quede uniforme. Una vez que estoy satisfecho, doblo el papel y empiezo a compactarlo, enrollando el papel bajo mis pulgares. Coloco el papel detrás de la hierba y lamo el adhesivo pegajoso, sellando el porro con un movimiento fluido. Al levantarlo, me tomo un momento para admirar mi trabajo. Él siempre me deja armarlo; aunque él lo arma igual de bien, me deja porque sabe que es mi parte favorita. 

Deja de pensar en él. Estás sentado frente a tu novio, por el amor de Dios.

─ ¡Por fin! ─exclama, como si hubieran pasado horas. En realidad, probablemente no han pasado más de cinco minutos. 

Suelto un suspiro de fastidio. Me meto la mano en el bolsillo y tomo mi mechero de la suerte; es negro y lleva mi signo del zodiaco en color blanco: Piscis. Todavía recuerdo lo que él me dijo cuándo me lo regaló en mi cumpleaños: ─Te gustan los colores de preso, Gi─. El pequeño regalo me hace sonreír cada vez que lo veo. 

Me gustan las mierdas monocromáticas. Mis calzoncillos son negros con blancas rayas, ¿o son blancos con rayas negras? Realmente pensar en ello me da dolor de cabeza, pero se entiende el punto. Llevo una polera blanca y unos shorts negros. Sí, todo lleva los mismos dos colores.

Me acerco el porro a la boca, enciendo la punta y doy una larga calada. Luego otra. Y se lo paso a Chanyeol. Una calada, otra calada, un pase. Ingiero muchas drogas, probablemente más que cualquiera de mis amigos. Mi sueldo de la pequeña tienda de mierda en la que trabajo se destina principalmente a comprarla. No se me ocurre ninguna otra cosa en la que preferiría gastar el dinero. No me importan mucho las cosas materiales, excepto por la ropa tal vez. Me compro ropa nueva cuando veo algo que destaca en una vitrina de segunda mano y eso es todo.

No es la primera vez que me doy cuenta de que debería ahorrar dinero para el día en que mi madre me eche a la calle. Es una maldita psicópata, por así decirlo. Evito ir a casa tanto como es humanamente posible, rotando entre quedarme en casa de Chanyeol, a veces en casa de Hoseok, y raramente en casa de Jimin y Namjoon, ellos están tan enamorados que a veces me da asco. No porque no deban estar juntos. No, son perfectos. Sino porque tienen todo lo que siempre he anhelado. Algo... que nunca tendré.

Chanyeol me agarra la barbilla y me gira la cara hacia la suya. Su tacto es extraño y frío. Le da al porro por quinta vez, probablemente, porque no tiene respeto, y acerca sus labios a los míos. Los separo ligeramente y aspiro el humo que sopla en mi boca. Profundiza el beso y le dejo tomar la iniciativa. Me mete la lengua en la boca con torpeza, nuestros dientes chocan entre sí, y el único pensamiento que tengo en la cabeza es: ¿Está dejando que se queme el porro? Qué desperdicio.

Me pasa la mano por la columna vertebral y sus dedos se introducen directamente en mis shorts. Me roza el centro del trasero y me pongo rígido, levantándome de golpe.

─ Todavía no, Yeol ─susurro.

─ Llevas diciendo eso desde que estamos juntos. ¿Cuál es el jodido problema? ─pregunta él, con las cejas fruncidas.

─ Es que aún no estoy preparado. Te dije que podría llevarme algún tiempo ─le respondo, manteniendo mi voz suave. Sin embargo, parece más molesto que de costumbre.

─ Nunca estarás preparado, eres un cobarde. Sigues siendo un puto virgen a los diecinueve años.

Mi cara se calienta por la vergüenza y la humillación de sus palabras. Me giro para que no pueda ver el rubor de ira que se extiende por mi piel. Ni siquiera está mintiendo, eso es lo peor. ─¿Quieres dejarlo ya? No quiero hacerlo, fin de la historia. Te haré una mamada ─intento.

─ Tienes los labios más suaves que he visto nunca, mierda! Tráelos aquí, precioso. —El cariñoso gesto me produce un escalofrío. Odio cuando me llama así. Pero no debería. Debería amarlo; debería quererlo. Al fin y al cabo, es mi novio.

Vuelvo a decirme a mí mismo que sólo tengo que darle tiempo. Al final me enamoraré de él. Tiene que haber alguien que me haga superarlo. Me encuentro con sus ojos marrones como el chocolate y le doy un beso en los labios.

─ Lo siento. Pronto, lo prometo ─susurro.

─ Está bien, es mi culpa por frustrarme. Es que hace tanto tiempo que no follo. Y me hace sentir que no me quieres.

─ Sí te quiero ─No lo hago.

Le bajo el pantalón de chándal; él levanta las caderas para ayudarme. No lleva nada debajo. La visión de su largo y duro miembro no me hace mucha gracia. No me abruma la lujuria. Puede que no haya tenido sexo, pero sé lo que se siente el desearlo.

Y no deseo hacerlo con Chanyeol, y eso me enfurece.

Acerco mis labios a la cabeza de su miembro y lo doy todo. Lo chupo lentamente y bombeo mi puño en la base. Lo lamo de arriba abajo y hago todo lo que se supone que debo hacer.

Pero todo el tiempo, no es su cara lo que veo en mi cabeza. No es su voz la que escucho gimiendo mi nombre.

En mi cabeza, lo veo a él. 

Mi mejor amigo heterosexual. 

El que nunca tendré. 

SeokJin.

SeokJin

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me olvide avisar que
quería intentar una
relación obsesiva y
algo tóxica por lo que
no se lo tomen literal,
es ficción después de
todo jajaja'nt

bonita noche~

los chicos buenos no mienten | jinsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora