Cheap candy

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Era una tarde calurosa, agradecía estar fuera, más todo eso era sumamente aburrido. Estaba un poco cansado después de un arduo día trabajando con adolescentes que lo sacaban de quicio

Pero Jisoo no lo dejaría en paz si se iba, tendría que esperar hasta que la niña desistiera de la loca idea que había tenido el día anterior. Si, ella solía vender cosas afuera, limonada, galletas, chocolate, y más. Su bebé era inteligente, también bastante carismática, lo que atraía muchos clientes al día

Papá haría lo que fuera por su niña. Si, egresaba realmente agotado, pero aún así ayudaba a su hija a preparar todo. También revisaba su actividad de lejos, procurando que no le sucediera nada, más al ser su hija era obvio que sabía defenderse. Una vez le rompió la nariz a un chico que quiso robar las propinas

Kim Jisoo da miedo cuando se enoja, y estaba ahí por esa razón, el aburrimiento se superaba, una rabieta de su bebé no.

No sabe de donde la niña sacó la brillante idea de vender besos de su papá a cinco wones, pero que ya tuviera cien wones se significaba que no fue una mala idea, mente de tiburón.

Por ahora solo había dado besos en la mejilla, ya que fue a algunas ancianas que les dio ternura y decidieron apoyar a la dulce niña y su dedicado padre

Pero ella miraba a cada instante hacia la calle principal, como si esperara a alguien, sus ojos se iluminaron en un instante y batió sus manos en el aire

En su residencial vivían muchos universitarios, ya que habían rentas muy baratas de casas completas, era un poco rural, pero muy lindo

Dos de ellos volvían después de un largo día de estudio plagado de problemas que entendían menos que su vida misma

Uno era un poco bajito en comparación con el otro, los conocía perfectamente, Park Jimin y Jeon Jungkook. Habían crecido ahí, se fueron por un tiempo a Seúl y luego volvieron, odiaron lo reducido de la ciudad.

Tenían que hacer un viaje más largo y despertarse más temprano, a veces los veía corriendo hacia la parada de bus, muchas veces lo perdían y el se ofrecía a llevarlos solo para ver la linda sonrisa de Jeon

Y la de Park, obviamente ¿Por qué solo vería la de Jeon?

—¡Señor Jeon! ¡Señor Jeon! —Decía la niña sacudiendo sus brazos en el aire—

El chico volteó hacia el patio de los Kim, donde pudo leer el cartel de oferta y abrió levemente la boca, luego sonrió, mostrando sus dientes.

Bendecia a su madre mentalmente por obligarlo a tomar los 100 wones que le ofreció

—Jimin, ve solo a casa, tengo cosas importantes que hacer

El nombrado volteó a la misma dirección que su mejor amigo, entendió a la primera

—Esa niña —Mencionó mientras negaba desaprobatoriamente— suerte amigo

No, no se quedaría a presenciar sabiendo lo que su amigo podía hacer, muy pocos escrúpulos tenía ese hombre.

El de cabello castaño se acercó a donde se encontraba Jisoo en compañía de su padre, dios, ese hombre lo traía mal, su cabello negro perfectamente peinado, ese traje azul índigo contorneando perfectamente su excelsa figura

Pero lo más asesino de él eran esos esponjosos labios que lo dejaban soñando despierto, quería besarnos todos los días.

Por eso aprovecharía mucho el dinero que le dio su madre, ella misma le dijo "Sé que es poco, pero date algunos gustitos"

Gustitos. Pensó, sus mejillas ardieron.

Llego al puesto improvisado que ubicado en el patio de esa linda casa pintada de colores pastel

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