02.

21 2 0
                                    

2016

Miré a esa pequeña juntada de amigos, donde cada uno de ellos estaba completamente serio y sin ninguna expresión en su cara.

— ¿Siempre tienen la cara así? — pregunté susurrando mientras cada vez nos acercábamos más.

— ¿Así cómo? — frunció el ceño.

— Así de orto. — rió negando.

Al llegar junto a ellos, todos fijaron su mirada en nosotras. Me sentía intimidada por seis hombres.

— Hola chicos. — saludó Mica a cada uno de ellos con un beso.

No sabía si flashar confianza y saludarlos o quedarme en mi lugar.

— ¿Qué onda? ¿Nueva amiga? — habló uno de ellos mirándome.

— Ella es...

—Soy Naylea. — me presenté con una sonrisa.

Ahora todos pasaron de estar totalmente serios a tener una gran sonrisa sobre su cara.

— ¿Todo bien Nay? ¿Puedo llamarte así? — asentí— Bueno, soy Valentin pero decime Valen — dijo un morocho de ojos celestes.

— Yo soy Mauro o Duki — dejó un beso en mi mejilla.

— Yo también soy Mauro, pero el original. — rieron.— O decime Lit si te pinta.

Empezaban a caerme bien.

— Vos y yo ya nos conocímos. — habló Dani riendo.

— ¿Posta? ¿Desde cuando? — preguntó mi Amiga sorprendida.

— No más de media hora. — aclaré.

— Soy Manuel o Manu, como sea. — sonrió.

— Y yo el novio de Manu. — asentí rápidamente— Joda, ya quisiera él. Soy Mateo linda.

Les sonreí a todos muy amistosamente, eran muy agradables.

— Che, Nay. — habló un morocho alto, Lit. — ¿Sos chinita? — preguntó confundido viendo mis ojos rasgados.

— No, no soy chinita. — reí ante su término.

— ¿De qué parte sos? — preguntó Valen.

—Buenos Aires. — sonreí.

— Piola, ¿Qué hacés por acá? — dijo Manu.

— Y nada, buscando donde vivir. — hablé— Joda chicos, esta pesada me insistió por que la acompañara a una juntada de amigos, no pensé qué terminaría viendo una batalla de freestyle.

— ¿Es la primera vez que presencias una? — preguntó Duki.

— Si, nunca me había tocado escuchar algo tan bueno como lo fue hoy.

La conversación venía de lo más tranquila posible, conociéndonos entre todos.

— ¿Puedo hacerte una pregunta? Me esta matando la curiosidad. — asentí esperando algo realmente importante— ¿ Mirás bien? — preguntó Lit.

— ¿Cómo no va a ver bien pelotudo? Pensá un poco. — dijo Valentin.

— Dejá que responda la mina loco. — se quejó.

— Miro muy bien chicos, por si tenían la duda. — respondí sarcástica.

— ¿No tenés preguntas más interesantes Mauro? — habló Mica riendo.

— Yo tengo una ¿Puedo hacerla? — Duki levantó su mano. — ¿Podés abrir más los ojitos?

Todos en ese momento se tentaron, era preguntas realmente insignificantes pero divertidas.

— No, supongo que no amigo. Nunca lo intenté. — encogí mis hombros.

En ese momento Lit se acercó hacía a mi y pasó su brazo por mis hombros, abrazándome.

— Nunca había conocido a una china pero sin duda vos sos mi favorita. — sonrió.

— Dejá de decir que es china pelotudo. — justo cuando una afirmar esa respuesta, volvió a hablar— ¿No ves que es coreana? — señaló Duki.

— No chicos, no es coreana. Es japonesa ella. — habló Valen.

Rodé los ojos divertida al ver que nunca entenderían que soy Argentina.

— No soy china, coreana ni japonesa. Dejen de joder— contesté.

— Ah ya entendí, estamos confundidos. — asentí — Sos tailandesa. — afirmó Dani.

Los demás chicos parecieron pensar la respuesta de su amigo. Cuando vi que todos asintieron estando de acuerdo, volví a hablar.

— Soy argentina como todos los boludos que están a mi al rededor, nací en argentina y me crié acá. — aclaré en general sentándome al lado de Mica.

— Bueno, dejen de romperle los huevos a la filipina. — rieron de nuevo.

Se estaban burlando todos de mi, no lo podía creer.

— Son uno hijos de puta todos.

Me levanté de mi lugar respuesta a salir de esa ronda donde me descansaban con cualquier cost que forme parte de mi.

Antes de esquivar sus palabras, sentí nuevamente los brazos del morocho envolver mis hombros para detener mis pasos, mientras sentía su pecho vibrar a causa de la risa.

— Pará un toque, estamos jodiendo con los chicos. No pensamos que te iba a molestar. Lo sentimos. — sonrieron todos, dándome ternura.

— No me molestó que jodieran con eso, pero que pesados que son. — bromeé.

— Te acostumbrás a estos pesados por que quieras o no, ya somos tus amigos. — habló Manuel.

— Y si nena, somos parte de tu vida y tenés que soportar nuestras boludeces. — concluyó Mateo.

Seguimos hablando lo más tanquilos sin por estar atención a nuestro alrededor.

Estos pibes eran increíbles y divertidos. Tenían temas y bromas para todo momento, te generaban esa confianza para hacer lo que quisieras. Incluso ellos también entraban en confianza demasiado rápido y agradezco eso.

...
bueno creo que volví un poco tarde, pero segura.

Do it to meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora