ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 3

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" El aleteo de la mariposa "
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La batalla que definiría el fin de los demonios se había desatado, el escuadrón se encontraba luchando y el cuerpo médico estaba rebalsado de pacientes heridos.

Kocho Shinobu, la pilar insecto, la había dejado a ella a cargo del labor de organizar a los kukashi para que puedan curar a la mayoría de cazadores. Era la mejor médica y sabía que podría curar heridas letales si era necesario.

La noticia de su muerte le cayó como un balde de agua fría, dándose cuenta que no solo los cazadores de rango bajo necesitaban ayuda médica, si no también los pilares. No tuvo tiempo de llorar y se puso en marcha.

—Aoi, te dejo a cargo de todo aquí, yo debo ir a ver si hay heridos en algún otro lugar.

—Es peligroso, Sumire-san.

—Lo se, pero llevo a dos cazadores en buenas condiciones conmigo y mi katana por si acaso.

—Ve con cuidado, por favor. — ella también estaba afectada por la reciente muerte de su maestra.

—Si no vuelvo, vos y Kanao estarán a cargo de todo, nos vemos. — le dio una gran sonrisa guardando todo su miedo y partió por aquellas rutas desconocidas.

Parecía un laberinto, todo esto era obra de Muzan o de las lunas, no estaba segura, de lo que si no tenía duda era que curaría a cualquier humano que se cruzara por allí.

El suelo tembló y ella, con los dos cazadores que la acompañaban tragaron en seco.

—Eso no lo hace cualquier demonio, debe ser el enfrentamiento de una luna y un pilar.

—No se si deberíamos ir Kaze-san.

—Síganme. — lo ignoro.

La escena era terrible, Tokito, el pilar de la niebla, estaba enganchado a una columna atravesado por su propia katana, Genya, su amigo y cazador de rango Mizunoto descuartizado en el suelo.

Se le heló la sangre al ver a Sanemi, con el trozo cortado, uno de los espadachines más poderosos. Sintió un poco de calma al saber que Himejima estaba allí y en buen estado.

—Shinazugawa, saturate la herida del abdomen. — habló el pilar de roca.

—Ayudemos, denme el maletín médico, Genya es el que está en peores condiciones.

Se acercó con cuidado.

—Kaze-san, ¿Qué haces aquí? — se preocupó al verla.

—Voy a saturarte.

—No hace falta.

—¿Mh?

—Si me como aquel trozo de cabello de la luna, estaré bien.

No tuvo que decir nada para que uno de los cazadores le entregue el pelo en su mano. La chica lo acercó a la boca de Genya.

—Esto es muy peligroso.

—Lo se, pero quiero proteger a mi hermano.

—Si es lo que deseas. — cerró los ojos con cierta pena —Voy a verlo a él. — corrió en aquella dirección.

—¿Qué mierda haces aquí? — refunfuñó al verla —Quédate en un lugar seguro, Sumire.

—Ningún lugar es seguro aquí, Sanemi. — levantó la ropa del pilar para empezar a coser —Denle algo para morder. — ordenó.

LO QUE PERDIMOS   |   Sanemi ShinazugawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora