Las azuladas vaharadas de las pipas le parecieron a Orlíms fantasmas
de serpientes. El humo se enroscaba sobre las cabezas de
los elfos que bebían junto a la crepitante chimenea, y el murmullo
alegre de la taberna lo desconcentraba.
―En tiempos antiguos ―dijo Orlíms, y quienes lo rodeaban
abrieron
grandes sus ojos―, Nílindor estaba habitado por diferentes
criaturas
que regían en imperios fortificados. En naciones
inmensas de recónditos parajes. En ciudades encubiertas por sombras
o por nubes. Intentando convivir en días de paz subsistían,
protegiendo sus fronteras: algunos, con poderosos ejércitos armados;
otros, con hechizos. Todo era válido para mantener a raya
el orgullo, la ira, los celos, la venganza y el hambre de poder que
amenazaban con extinguirlos.
―¿Fue lo que le sucedió al señor de los centauros? ―preguntó
Kénzon Inaldín, cruzándose de brazos.
―No interrumpas al elfo, maldito pelirrojo ―gruñó un enano de
barba desprolija, alzando la voz―. Quiero escucharlo terminar una
historia alguna vez.
Orlíms vio que una silueta se desprendía de las penumbras. Era
un hombre, un hombre mortal con la cara repleta de cicatrices.
―Si cierras la boca ―intervino el extraño―, quizás el jovencito
pueda seguir narrando.
―¿Por qué mejor no se van a jugar a otra parte? ―un elfo golpeó
la mesa con su jarro vacío―. Estoy harto de oírlos parlotear.
―Tengo una historia más interesante ―aseguró un goblin de nariz
ganchuda, empujando a Orlíms y tomando su lugar en el centro
de la taberna―. En mis tierras dicen que en las perpetuas torres de
marfil del castillo deambula el fantasma de una mujer.
―Es absurdo ―aseguró Orlíms, arrugando la frente―. No hay
fantasmas en las torres que custodian a Lord Nilrod LeafHeart.
El goblin se mordió los labios:
―He venido al Valle de Mindáwint para comprobar que el reino
más grande del linaje de los elfos de luz está maldito. ¿Han escuchado
hablar de la Piedra Elemental de la Tierra?
―No sabemos nada de esa piedra. ¿Puedo seguir con mi leyenda?
―Orlíms volvió al centro y miró sombrío a sus espectadores. Los
susurros se esparcieron como los pétalos de un diente de león.
Pero el goblin no se callaba:
―Se cree que Nilrod ama la naturaleza al igual que a su gente, y
que su corazón late con el del bosque, pero...
―Mide tus palabras antes de hablar de mi rey, asqueroso goblin
ESTÁS LEYENDO
Alma de Héroe y Corazón de Rey I - Hilos del Destino
FantasíaEn tiempos remotos, el Elfo Guardián de la Piedra de los Cuatro Elementos fue traspasado por los colmillos de las sombras. Pero, antes de que aquella traición lo devorase, proclamó un edicto sagrado en preservación de la supervivencia de las razas...