Relatos de una Pasion 🔞*YM,TK,NJ,HTn*

Cleptomanía 😏 *NamJin* 🔥🔞

Como cada viernes, Seokjin se encontraba nuevamente en el bar, tomando su bebida favorita, hacia semanas que frecuentaba ese lugar, siempre en la misma silla alta a un extremo de la barra, mirando a su alrededor como si buscando a alguien, entonces ante el descuido del bar tender Seokjin guardo en su bolso el agitador de su vaso.

Su rutina últimamente era asi, llegaba a la barra y pedía su trago, miraba a su alrededor y robaba algo, siembre en la silla alta justo frente a la cámara de seguridad, con la intención de ser descubierto. Cleptomanía, le dijeron en el hospital. Seokjin se había negado a recibir terapia al principio, pero por insistencia del psiquiatra terminó accediendo; esas últimas semanas le recomendó buscar algún pasatiempo físico, quizá así encontraría una nueva adicción en todo caso más saludable ¿sería posible?

Otra noche más sin ser atrapado, Seokjin suspiro con frustración, ¿acaso no había vigilancia en aquel lugar? ¿Qué tenía que hacer para que el guapo encargado de seguridad saliera a intervenir? Seokjin solo lo había visto una vez, alto, fuerte y atractivo, había salido a resolver un altercado entre una pareja pasada de copas, su voz conciliadora y su porte imponente lo habían impresionado. Desde entonces frecuentaba el bar con la intensión de verlo, robaba frente a la cámara para ser descubierto y que ese hombre lo enfrentara y... castigara. No podía negar que incluso en sueños se imaginaba a si mismo siendo sometido por ese hombre. ¿Su psiquiatra estaría feliz si cambiara la Cleptomanía por la Hipersexualidad gracias a él?

Se levanto con resignación de su lugar dispuesto a irse de ahí, lo intentaría otro día. Apenas y habia dejado su vaso vacío en la barra cuando una mano se posó en su hombro.

-Disculpe, ¿podemos hablar un momento? - dijo a su espalda, ¡su voz al fin! Quiza esta seria su noche de suerte. Seokjin se giro lentamente en su lugar, ahí esta él tan apuesto y bien formado que no pudo evitar morderse los labios.

Momentos antes Namjoon habia llegado una vez mas al establecimiento, tenia la costumbre de visitar la sala de seguridad donde se encontraban las cámaras, ahí estaba ese hombre otra vez, como cada semana, lo habia visto llegar al bar y tomar algo pequeño e insignificante para guardarlo en el bolso, la primera vez pensó que era una broma, porque ¿Quién se robaba un salero?, pero el evento se repetía, con un tequilero, el servilletero y ahora el agitador. Mas que preocupado, Namjoon estaba curioso con tal situación, otra vez se habia quedado mirando el monitor más de la cuenta, el joven ladrón era hermoso en toda la extensión de la palabra, Namjoon se habia resistido a denunciarlo por algo tan simple, pero las ganas de tenerlo frente a frente se volvían cada vez mas fuertes. Asi que esa noche se habia decidió a encararlo antes de que escapara.

- Claro, ¿Qué puedo hacer por usted señor...? - respondio Seokjin con una sonrisa coqueta.

- Soy Kim Namjoon, el dueño de este establecimiento - se presento Namjoon con una breve inclinación - sígame por favor.

Seokjin lo miro sorprendio antes de caminar detrás de él, ¡Vaya que se habia equivocado!, quien penso que era el encargado de seguridad, resultó ser el dueño del bar.

Entraron a un espacio reservado, parecido a una oficina, habia unos cuantos empleados sentados frente a los monitores de seguridad que, a una señal de Namjoon salieron del lugar dejándolos solos, éste fue a la puerta y cerro con seguro.

- Tome asiento señor... - indicó Namjoon señalando el sillon frente a él.

- me llamo Seokjin - comento éste con una inclinación antes de acomodarse en el asiento, cruzo sus piernas apoyando su barbilla en su mano admirando al otro con descaro, Namjoon habia tomado asiento frente a él, se inclinó hasta sostener su cabeza en sus manos entrelazadas y apoyando sus codos en las rodillas separadas, esa maldita posición lo hacía lucir bastante intimidante, los ojos de Seokjin se desviaron al marcado bulto en su entrepierna, trago saliva y se pasó la lengua por los labios, el solo hecho de por fin tenerlo enfrente lo excitaba.