Roger
Di gracias de que no tuviera algo en la boca, porque me hubiese atragantado.La miré con sorpresa, no estaba seguro de haber escuchado correctamente.
_ ¡Ella es tu hija...! - repitió. _ ¡nuestra hija...!
_ ¡Pero...! - las palabras se quedaron atascadas en mi garganta, no sabía que decir.
_ ¡Lo siento! - dijo consternada. _ nunca fue mi intención privarte de su presencia, tampoco se trató de una venganza. Cuando me alejé de ti, no sabía que estaba embarazada, me di cuenta cuando tenía más de cuatro meses, para entonces, yo estaba tan lejos, tenía un trabajo prometedor y no quería regresar, además, tantas veces me hiciste sentir que no valía nada y que no era la mujer adecuada para ti, que pensé que mi hija tampoco valdría nada para ti, tú ya tenías a tu hijo, a tu heredero, tenías a la mujer indicada, mi pequeña y yo no te hacíamos falta no encajaríamos en tu mundo y me lo callé.
Yo la escuchaba como en una bruma, y viéndolo desde su punto de vista, tenía razón, porque ella creía que no tenían cabida en mi vida, porque eso era lo que yo le había hecho sentir, no por un momento, por varios años, si ella, supiera, que yo la buscaba como loco, que tenía un hijo, pero deseaba con toda mi alma que ese hijo fuera de ella y que no me hubiese importado que fuera una niña, igual sería mi heredera. Pero tenía razón, siempre que le pedía un hijo le pedía un varón, un heredero.
_ ¡Por favor! ¡Di algo. - escuché su voz desesperada. Y volví a la realidad.
Sus ojos cristalizados me miraban esperando mi reacción. Reacción que no llegó.
_ ¡No sé qué decirte! - fue lo único que salió de mi boca.
Y supe que no había sido mi mejor respuesta, solo le confirmaba mi desinterés por mi hija. Pero no tuve tiempo de aclarar.
_ ¿Comprendes por qué estoy tan angustiada? ¿por qué tú hijo y mi hija no pueden casarse?
Otra cubeta de agua fría cayó sobre mí, apenas empezaba a procesar la primera noticia, cuando caía sobre mí la terrible realidad. Ellos eran medios hermanos.
_ ¿Qué vamos a hacer? - interrogó.
En ese momento una llamada entró a mi celular, era Rodrigo, teníamos programada una salida, él, su madre, Katya y yo.
Contesté. Después de unos segundos supe que tenía que irme.
Ella escuchó la conversación, sabía que no podía quedarme.
_ En este momento no tengo claras mis ideas. - dije y era verdad. _ pero te prometo que lo hablaremos, solo dame tiempo. - pedí.
Ella asintió, yo sabía que se estaba conteniendo, de verdad estaba angustiada y yo también, se nos venía un problema enorme y no tenía idea de cómo resolverlo, al menos no sin lastimar a nuestros hijos.
Me puse de pie y la abracé, ella se derrumbó, sus sollozos me conmovieron, la había lastimado tanto y no quería seguir haciéndolo, pero tenía que reconocer que esto era mi culpa, era consecuencia de mis actos pasados y ahora tenía que solucionarlo.
_ No estás sola. - le dije al oído, acariciando su sedoso cabello, no había nada de romántico en esa acción, de verdad quería consolarla y transmitirle mi apoyo, ya que en su tiempo no se lo había dado, ahora se lo debía. _ lo haremos juntos. - dije. _ solo tenemos que pensar y ver de qué forma vamos a hacer las cosas. - la separe para verla a la cara. Ella asintió dándome la razón. _ me tengo que ir. - dije. _ pero nos reuniremos de nuevo, ¿de acuerdo?
_ Está bien. - dijo más calmada.
Pagué la cuenta, la acompañé hasta su auto y me marché también.
Cuando llegué con mi familia, Melisa estaba sumamente molesta por mi tardanza, pero no le presté atención, mi vista y mi mente estaban puestas en esa hermosa jovencita, era preciosa y era mi hija, de haberla conocido antes me hubiese dado cuenta de que era hija de Marcela, eran tan parecidas, ¿y de mí? La verdad no sé si tendría algo, la verdad es que hace años casi ni me veo en el espejo, me refiero a que no presto atención a mi aspecto, cada mañana que me visto para ir al trabajo lo hago de forma mecánica, a diferencia de cuando vivía con Marcela, admito que era un idiota narcisista, me preocupaba mucho por mi apariencia, ¿y cómo no? Me encantaba que las mujeres me voltearan a ver dos veces, pero desde que la perdí a ella, todo eso cambió, ahora no tengo interés en nadie y me importa poco, si les parezco atractivo o no.
Lo que me importa ahora es recuperar el tiempo perdido con mi hija, claro, si ella y su madre me lo permiten y lo principal, solucionar este enorme problema, quisiera pensar que los chicos solo pasarán un mal rato, pero ahora mismo los veo abrazarse y besarse, el estómago se me revuelve de sólo pensar que son hermanos, y un agudo dolor se acaba de instalar en mi cabeza, pero no tan fuerte como me duele el corazón. Ellos se aman de verdad.
Sé que de no haber lastimado y menospreciado a la mujer que aún amo, nada de esto hubiese sucedido, quizás ella no podía concebir a mi lado por el estrés que yo mismo le causaba y eso hace que me sienta aún peor, sé que tiene otra hija, lo que habla de que se encontraba en perfecto estado de salud y que era yo el único culpable.
Ahora tengo que resolver esto y mientras más los veo sé que va a ser terriblemente difícil, ni siquiera puedo decírselo a Melisa, mucho menos me atrevo a hablar con ellos, aunque sé que tarde que temprano tenemos que decir la verdad y cuando eso suceda, quizás me quede, no con un hijo, tal vez con dos, o quizás sin ninguno.
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AMOR SIN FRONTERAS/ No. 2 De La Serie: AMORES
RomanceMarcela salió de la vida de su esposo aquella noche en plena celebración de su séptimo aniversario de bodas, dejando atrás a sus suegros que la amaban, a la amante de él a punto de dar a luz a su primer hijo y a él, el hombre que una vez le juró amo...