IN VOGUE | aristemo.

NUEVE

Advertencia: Mucho texto, acomódense.

Él viaja a Londres. No es gran cosa.

Está nevando, y su trasero está congelado, y puede o no haber cambiado a Tailandia por esto. Toda la población conduce por el lado equivocado de la carretera, por lo que su decisión de venir aquí no puede tomarse en serio, ¿cierto? Él realmente no está aquí en una épica búsqueda por amor. Porque eso sería simplemente estúpido.

Seyn está con él. Esta es sólo la segunda parte de unas largas vacaciones. En Londres. No hay nada qué temer. Todo está bien. Absolutamente bien.

Su mejor amigo agarra el paquete de cigarrillos de su abrigo tan pronto como salen al aire frío británico. Heathrow es una historia de terror a punto de ocurrir, es el día después de Navidad y mucha gente viaja con montones y montones de equipaje, circulando sin rumbo.

Ellos no tienen equipaje, sólo sus bolsos de mano. Mandaron los suyos a casa desde Phuket y Jessica, bendita sea su alma, les prometió que sus nuevas maletas llenas de ropa de invierno les esperarían en The Savoy, ya que el Ritz estaba completamente lleno en esta época del año y con tan poca antelación.

Seyn está medio temblando y maldiciendo ansiosamente mientras revisa su cigarrillo, tratando que sus dedos se muevan sobre el iPhone que tiembla en su mano. El dorado de su chaqueta de cuero casi brilla bajo el fuerte sol de invierno y se ve increíblemente delgado con la chaqueta abrochada hasta el pecho. Lleva pantalones muy ajustados con cremalleras debajo de las rodillas y botas de cuero negro que le llegan hasta las pantorrillas. Debajo se ve una sudadera blanca con estampado de mármol y una bosa negra de Saint Laurent cuelga de su hombro.

Temo está bastante seguro de ese bolso es suyo.

—¿Cuál es el plan? —Seyn lo mira, levantando las cejas e imitando un horrible acento británico. Su rostro se lee como si cayera en cuenta de por qué han aterrizado aquí en lugar de Estados Unidos.

—No tengo ningún plan.

—¿No tienes ningún plan?

—No.

No tiene ningún plan, y Seyn debería dejar de cuestionarle sus motivos.

—Espléndido. —También debería de dejar hacer ese acento. Suena viejo y agotado.

—¿Y qué, nos quedaremos aquí y nos veremos elegantes? —Seyn echa un vistazo, recorriendo el cuerpo de Temo.

Temo respira una vez más, llenando sus pulmones de humo y parcialmente sometiendo el dolor de cabeza que le ha molestado durante horas.

—Has estado conmigo en cada despertar, y en realidad, en cada descanso desde que partimos a este viaje. ¿Cuándo se suponía que debía hacer el plan?

Es más como si no quisiera.

—Bueno, está bien, vamos a, no sé, movámonos. No puedo sentir mis dedos y realmente prefiero no morir en suelo extranjero.

Una vez que fuman dos cigarrillos cada uno, encuentran el coche que les espera y Seyn duerme en su hombro unos minutos después, el agotamiento desde el vuelo ha tomado el control. Temo está demasiado inquieto, sin estar muy seguro de qué hacer ahora que está aquí.

No ha estado más de un día en Londres desde hace mucho tiempo, se ha estado saltando las fashion weeks por completo durante los últimos años y nunca ha estado interesado en hacer viajes personales. Bueno, no hasta hoy.

Londres es como una pintura de acuarela, incluso en invierno, cuando hay fango por todas las aceras y calles y los tejados pintados de blanco por la nieve que no se detiene. Hay gente por todas partes, y no debería sorprenderle, no cuando Nueva York existe y no hay nada que pueda compararse con una calle en Manhattan. Londres es un enigma para él, la gente una mezcla de viejas tradiciones y nuevos estilos en evolución. Los diseños emergentes que ve en las calles. Es urbano, libre, llamativo. Le resulta extrañamente familiar, aunque no haya estado aquí en años. Encaja, y le toma casi todo un viaje desde el aeropuerto darse cuenta de que es sólo porque su mente lo relaciona con Aristóteles, la forma en que bromea libremente y su sentido del humor, o la manera en que hay té por todas partes, de la misma manera que Aristóteles lo bebe por las tardes en lugar de café.