Ever Since I Tried Your Way [lwt+hes]

Ever Since I Tried Your Way

Harry no estaba seguro como había llegado ahí, pero a veces pensaba que había sido el destino. De pie en el arroyo, con agua fría deslizándose lentamente a través de sus piernas y un hermoso cuerpo dorado justo frente a el, de espaldas, sintió como si estuviera soñando. Los hombros de Louis brillaban con el resplandor de la tarde, su piel goteando en agua mientras las burbujas de jabón corrían a lo largo de su espalda baja y se alejaba flotando con la corriente. Harry se quedó mudo, la barra de jabón descansando inserviblemente sobre su vientre y cuando Louis se volteó sus labios se curvaron en un sonrisa.

"Deberías cerrar tu boca o atraparás moscas." Louis le dijo, acercándose lo suficiente para tomar el jabón de los dedos de Harry . "Aquí." Dijo, haciendo espuma rápidamente y corriéndola por el pecho de Harry. Sintió la piel de gallina que se levantó a través de la piel y sus ojos brillaron en deleite. Harry había sido siempre muy sensible ante su toque. Louis rio mientras llevaba la barra mas abajo en su vientre, agachando la cabeza para dejar un beso perezoso en el hombro de Harry rosado por el sol.

Ellos se conocieron el día de la boda de Harry en 1949 en una calurosa tarde de otoño que se sentía mas como Agosto que Noviembre. Harry había pasado el día sudando en su traje y tirando ansiosamente de la corbata al rededor de su cuello.

"Harold, basta de hacer eso." Su madre había regañado, palmeando suavemente su muñeca "Arrugaras la seda."

El puso las manos en su regazo y se lamió sus agrietados labios.

"No puedo creer que hayas olvidado ir al peluquero." Ella murmuró, untando más gel e ignorando las muecas que hacia cada vez que el peine tiraba de su cuero cabelludo. "No hay más tiempo para cortarlo ahora, solo nos queda esperar que tu sombrero lo cubra."

"Estará bien, mamá" Gemma dijo, posando delicadamente su mano en su hombro y dirigiéndole una cálida sonrisa a Harry. "Todos estarán enfocados en Audrey como para notar su cabello."

"Tienes razón." Annie suspiró, poniendo el peine abajo mientras su mano la pasaba por el cabello de Harry. "Simplemente tendrá que funcionar."

La trastienda de la capilla era un revoltijo de damas de honor frenticas y laca para el cabello pegajosa, Harry había sido excluido frenéticamente con fuertes gritos de superstición cada vez que se acercaba a menos de 15 metros. Lo habían mandado a un pequeño salón al cual el había ido en la escuela cuando era niño y se le había dicho que esperara ahí hasta que fuera tiempo para la ceremonia. Lo habían dejado solo cuando su familia había ido a reunirse con los invitados y a entretener a varios de sus tíos y tías, nadie más que los santos en las paredes para hacerle compañía.

Todo sonaba fuerte cuando estaba solo, sus pasos, su respiración y el palpitar de su corazón. Sus brillantes zapatos de vestir negros sobre el viejo linóleo manchado recordándole lo mucho que apretaban sus dedos, se preguntó si podría quitárselos por un minuto sin que su madre lo notara, ella probablemente lo notaria, decidió, porque ella notaba todo. Tenia una habilidad especial para encontrar sus defectos y señalarlos.