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Gabriel Agreste caminaba por su mansión, sintiéndose algo agitado por no caminar hace tanto tiempo, pero lo ignoraba.

Ése día, Nathalie iba a ser de terapeuta de Adrien, así que tenía curiosidad del resultado.

¿Si Nathalie era terapeuta o algo similar? Para nada, pero éso no era la gran cosa y ella se puso a estudiar casi una semana entera, sin parar, sobre ésas tonterías.

Ya sabían que Adrien no tenía nada, así que no entendía porqué tanto alboroto.
Seguramente el resultado iba a ser que Adrien es felíz y adora a su padre, quien también es su héroe y ejemplo a seguir.

Gabriel, vio como Nathalie salió de la habitación de Adrien, con la mirada perdida.

-¿Qué tal todo en la cabeza de Adrien?- preguntó el hombre, acercándose.

Estaba listo para oír como Adrien no deja de adularlo.

-Necesito vacaciones.- dijo la mujer, con seriedad.

-¿Tanto así?- preguntó el hombre.

¿Tanto fue alabado por su hijo que Nathalie se cansó tanto?

-La culpa es suya.- dijo la mujer, retirándose, mientras llevaba su mano a su frente.

Nunca creyó tener tanto dolor de cabeza y tener el deseó de renunciar a su trabajo, pero no lo haría por ése pobre y traumado chico.

-¡¿Qué hice yo?!- preguntó Gabriel, alterado.

¡¿Era algo malo ser un buen padre, un ejemplo a seguir, un ídolo inalcanzable, un héroe del día a día para su hijo?!

Sí la respuesta es sí, entonces su vida no bastaría para cumplir su condena.

-Ser su padre y ser uno pésimo.- dijo la mujer, caminando lo más rápido que podía, cosa que no era mucho pero quería irse lo más rápido posible.

-Yo no soy un mal padre, Adrien me ama.- dijo Gabriel, siguiendo a su secretaria.

Nathalie solamente estaba diciendo tonterías, no sabía lo difícil que era ser un padre y todo lo que tenía que sacrificar para criar a su retoño.

-Los dos alucinan, me tomaré el resto de la semana.- dijo la mujer, dándole la tablet a su jefe y alejándose lo más rápido posible de él.

Gabriel sólo levantó una ceja, confundido.

Nunca entendería a las mujeres, son tan raras, además, Adrien estaba bien, no tenía una rara imaginación ni nada, sólo eran ocurrencias de Nathalie.
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Al otro día, en la escuela.

Adrien veía con espanto la catástrofe que iba a iniciar en breve.

¡No había duda alguna, una terrible guerra entre samurais se estaba por desatar!

-¡En guardia!- dijo Kim, apuntando su espada a Adrien.

El rubio, asustado, se arrodilló para suplicar clemencia.

-¡Por favor, no, tengo un... una... ¡No tengo nada importante, pero déjame vivir!- suplicó el ojiverde, no queriendo dejar de vivir tan joven.

Había tantas cosas que todavía no vivió, como... como... ¿el final de One Piece?

Bueno, no creía vivir tanto, pero como mínimo, quería ver nacer a su nieto y que esté si vea el final de dicho anime.

-¿No crees qué éso fue mucho, Agreste?- preguntó Kim, algo incómodo.

-¡Atrás!- dijo Marinette, metiéndose en el camino, lista para luchar con Kim.

No importa sí ella moría ése día, lo haría sabiendo que salvó a Adrien.

-No te preocupes, yo te voy a proteger.- dijo la azabache, mirando de costado a su amado antes de iniciar su combate contra Kim, así como la mayoría en el salón luchaban en ése momento... excepto Alix, ella estaba haciendo apuestas para ver quién quedaría último en pie.

Adrien, se sonrojo y llevo sus manos a su acelerado corazón mientras veía como Marinette luchaba por él.

Marinette era su héroe, un héroe samurai que usaba una cartulina de espada.

Sólo rogaba que la profesora no vuelva a pedir un trabajo hecho en cartulina otra vez, porque luego de la exposición, la verdadera batalla empezaba.

Continuará...
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¡Hola!

¿Por cuál debemos sentir más lástima?

-Gabriel y su mundo de fantasía.

-Adrien y sus traumas.

-Nathalie y su complicado papel de ser empleada de Gabriel.

-Marinette que se casará con Adrien y no lo podrá dejar sin supervisión o hará algo... tonto.

Difícil decisión, pero al menos, a Nathalie le pagan para soportar todo éso.

Espero que les haya gustado el capítulo.

Gracias por su tiempo.

Volveré...

Adrien necesita un psci... vacacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora