Al día siguiente.
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.- Mmm... - Comencé a murmurar.
Me levanté de mi cama y fui donde estaba Giyû.
- Ohayo, Giyû.
- Ohayo... - Respondió cansado.
- Vístete, Giyû. Tenemos que ir a desayunar y después a entrenar.
- Vale...
Salí de la habitación de Giyû y me dirigí a la cocina.
- Ohayo, abuelito Urokodaki. - Le saludé mientras le daba un abrazo.
- Ohayo, ___. Ten. - Dijo extendiéndome un vaso de té.
- Gracias. - Agradecí dándole un sorbo al té.
- ¿Vienes de la habitación de Giyû? - Preguntó confundido.
- Sip, ¿por qué?
- Pensé que se odiaban.
- ¿QUÉ? Pero si somos como hermanitos. - Dije inflando mis mejillas y con tono cariñoso. Urokodaki soltó una carcajada.
Terminé de desayunar junto con Giyû y decidimos ponernos a entrenar las posturas.
- Giyû, ¿Cuántas posturas dominas?
- Por el momento ocho, me faltan dos más y tendré las posturas dominadas.
Me quedé de piedra. ¿¡CÓMO ERA POSIBLE QUE HUBIERA APRENDIDO A DOMINAR LAS POSTURAS TAN RÁPIDO!?
- ¿Qué pasa? - Preguntó el azabache confundido. - ¿Cuántas posturas dominas?
- Cu-cuatro...
- ¿¡Qué!? - Quedó estático. - ¡___, te enseñaré las 10 posturas!
Reí ante su tono de voz "heroico" y me dio un pequeño golpe chasqueando suavemente su dedo índice contra su pulgar en mi nariz.
Me coloqué en posición principal. Giyû se quedó mirándome unos segundos, y por un momento pensé que lo estaba haciendo bien, pero entonces...
- ¡¡AY!! - Giyû me pegó un puñetazo en el estómago.
- Ponte recta.
- ¿A-así?
- Sí, NO SEPARES TANTO LAS PIERNAS. - Contestó estrictamente.
- Va-vale...
- Y TIENES QUE BLANDIR BIEN LA KATANA.
- Está bien...
- Bien, ___, ya lo tienes. Ahora céntrate en un objeto y golpéalo.
Me fijé en una cesta que estaba al lado de Giyû. Blandí el sable que tenía en mis manos tal y cómo me había dicho y corté la cesta en 2.
- ¡¡Bien, lo hice!!
- ¡Muy bien, ___! ¡Ahora sólo te quedan cinco más! - Dijo con entusiasmo
- ¡Pero no me lo recuerdes, que me deprimo..!
- Oh, Perdón, jeje...
Ese día nos quedamos TODO el día entrenando. Lo bueno es que conseguí dominar tres posturas más, y lo malo... ¡Es que tenía tantas agujetas que no podía ni caminar corectamente..!
Recuerdo que Urokodaki me dio una de sus galletas sana sana y consiguió que me dolieran menos las agujetas, así que después de la merienda volví a ponerme a entrenar, y esta vez entrené la "resistencia". Gracias al duro entrenamiento que preparó Urokodaki soy mucho más rápida ya que puedo estar más atenta a las trampas (de no caer en ninguna) y puedo llevar mejor la respiración.
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En otra dimensión... - Giyû Tomioka × Lectora
FanfictionEstabas hablando con tu mejor amiga por el teléfono cuando de repente el mismo teléfono te absorbió metiéndote en una dimensión paralela en la que todo era como en casa pero estabas metida en una realidad alterna, todo era diferente, ahora estabas e...