CAPÍTULO 9

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- No voy a permitir que vuelvas – dijo con seguridad en la voz.

No sé por qué razón, pero me transmitió esa seguridad y no parecía una frase de psicópata, era más bien de protector.

El hecho de que me sacara una cabeza y de estar a menos de diez centímetros de él me empezó a poner un tanto nerviosa.

- Está bien – dije apartándome de golpe – pero me vas a responder a la pregunta.

Con un suspiro de paciencia y una sonrisa forzada dijo:

- Simplemente por protección. Nunca sabes lo que te puedes encontrar aquí.

Esa respuesta me dejó intrigada. Tenía demasiadas preguntas y me estaba empezando a poner muy tensa.

Había pasado de pensar que estaba sola, a ver que había alguien más, y ahora resultaba que no estábamos solos. Y no para bien, puesto que si fuera así no llevaría una espada cargada a la espalda.

Me callé y pareció que el silencio fue lo que abundó en las siguientes horas.

Recorrimos paisajes que nunca había visto, pero a la vez monótonos. Nunca me había gustado andar, y esta no era una excepción, y más si no había nada más que hacer.

No quería empezar una conversación y, al parecer, él tampoco. Ya bastante incomodidad habíamos tenido momentos antes, no quería hacer el ridículo.

No mucho más tarde paramos en un claro del bosque que habíamos recorrido desde hacia unas horas antes. No era muy frondoso y lo habíamos atravesado sin mucho esfuerzo.

Entonces cogió una piedra bastante plana, la puso en el suelo justo donde yo estaba y sin más me dijo "Siéntate, tenemos que hablar"

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