Capitulo III

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— ¿Qué insinúas? — Jack frunció el ceño.

— Que eres un pesado —dijo ella, y me agarró de la mano al igual que a Jen—. Ven, siéntense con nosotros.

Will me había hecho sitio junto a él en el sofá. Naya se sentó a su otro lado y Jen al costado de la rubia.

—Acaba de llegar y ya me está insultando —le dijo Ross a Will.

—No las asustes —le repitió Naya.

—¡Yo no asusto a nadie! Además, si Jen quiere vivir contigo, tendrá que saber que tú y Will sois como un combo. Aguantar a uno implica aguantar al otro.

—¿Qué? —pregunto mi prima confusa,
Ross la miró.

—Cuando no puedas dormir ninguna noche de la maldita semana por el
ruido que hacen, ya volveremos a tener esta conversación.

—Déjalo, Jenna. Todos hemos aprendido a ignorarlo —me aseguró Will, sonriendo, a lo que yo reí levemente.

Hubo un momento de silencio incómodo solo interrumpido por el ruido de la chica callada desenvolviendo sus palillos.

Cuando vio que la estaba mirando, frunció el ceño y yo solo me limité a darle una sonrisa.

—Ellos son Ross y Sue —añadió Naya, sonriéndonos, aunque yo ya conocía al primero, era el chico de la recepción.

—Nunca había oído ese nombre —murmuro Jenn, mirándolo

— Yo si, Ross Lynch, mi futuro esposo — agregue suspirando por el rubio

—. ¿Ross es el diminutivo de algo? — Pregunto Jenn, ignorando mi comentario.

—Es mi apellido — Le respondió, desenvolviendo unos palillos—. Me llamo Jack Ross, pero todo el mundo me llama Ross.

—Su padre también se llama Jack —explicó Will, dejando dos bandejas grandes de comida china en la mesa auxiliar.

—Y yo dije que, como me llamaran Jack Ross Junior, me cortaría las venas —finalizó Ross.

Jenn sonrió, y la miré curiosa. Deje pasar ese pequeño gesto y me adelanté para agarrar unos palillos y robar un rollito de primavera.

—¿Y son de por aquí? — nos preguntó Will amablemente.

Me apresuré a tragarme lo que tenía en la boca para poder responder. —No, no, vivimos en otro lugar.

— Nuestra familia vive un poco
lejos de aquí. A unas... cinco horas, más o menos — Respondió Jenn

—¿Y han venido en coche? —Naya se quedó mirándonos.

—Sí. —Sonrió mi prima—. Pero me he pasado casi todo el viaje durmiendo, y Eiren leyendo, así que el tiempo pasó rápido.

—¿Y por qué han venido aquí? —preguntó Ross, mirándome—. ¿Las ha
maravillado nuestra increíblemente alta contaminación? ¿O las convencieron todas las fábricas grises y deprimentes de la gran ciudad?

—Tenéis mejores universidades — Contestó la castaña —. Pero la verdad es que quería alejarme de mi casa un tiempo.

— Si, también yo — conteste apoyando a mi prima.

— Los pequeños polluelos querían abandonar el nido —murmuró Ross distraídamente.

—No podía ser tan malo vivir allí —me dijo Will.

—No es que fuera malo. Bueno, yo estaba bien en casa. Pero mi pueblo es pequeño; siempre con la misma gente, los mismos sitios... Todo es muy repetitivo. Quería intentar algo nuevo — Responde Jenn, a lo que yo coincido, sin querer agregar otros detalles.

Nos estuvieron preguntando durante un buen rato cosas de nuestro hogar y otras relacionadas con lo que estábamos estudiando. Todo iba bien hasta que Naya preguntó por nuestros novio y Jenn les contó lo que había pasado cuando la había dejado esa tarde.

A veces le costaba controlar que le decía a la gente que conocía desde hacía solo unas horas.

Ella era todo lo contrario a mi, yo solía ser más reservada y desconfiada con la gente.

𝐌𝐎𝐍𝐓𝐇𝐒 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐘𝐎𝐔, mike rossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora