Capítulo II

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—¡Eiren!—Soltó en un gritito Jenn para llamar mi atención.

Camine hacia ella y note la presencia de una rubia a su lado, Supongo que ella es Naya, su compañera de habitación.

—Hola—Salude cuando llegue al lado de ambas chicas.

—¡Hola! Soy Naya. me gusta mucho tu cabello—Exclamo la rubia sonriendo.

—Gracias, Tu eres muy bonita—Correspondí el alago.

Salimos y lo primero que vi fue a un chico alto y afroamericano, Y por la forma en la que naya reacciono averigüe que era su novio.

Mientras ellos se besuqueaban trate de apartar la mirada para no sentirme fuera de lugar, A mi lado, Jenn se removió un poco incómoda.

Ambas caminamos hacia afuera y Naya se separo de su novio y nos miró.

—Mira, cariño, es mi compañera de habitación, y ella es Eiren, su prima—Nos presentó— ¿A que parecen normales?

Jenn se quedo callada y el joven nos sonrió amablemente.

—Will—se presentó—Es un placer.

—Jenna, igualmente—Respondió mi prima con la misma amabilidad.

—Eiren—Dije con una pequeña sonrisa.

—¿Te importa que vengan con nosotros?—Le cuestiona la rubia a su novio.

—Claro que no—Exclamo y luego señaló su coche—Vamos, suban antes de que esos dos se coman todo.

—¿Comer?—Cuestione a mi prima.

—Eh, si, tienen comida china—Respondió la castaña con una sonrisa inocente.

—Eres muy fácil de persuadir Jenn, Pero bueno, Yo también si se trata de comida—Espete, y ambos procedimos a ingresar dentro del coche. Jenn abrocho su cinturón y imite su acción.

Naya le estaba contando a Will que su hermano se había enfadado con ella esa mañana porque había perdido las llaves de la habitación a los cinco minutos y Will negaba con la cabeza, por lo que supuse que acostumbrado a escuchar historias similares. Lo cierto era que Will parecía un buen chico. Y con paciencia. Hacían una linda pareja, como la típica de las películas, el jugador de futbol americano y la linda porrista.

Me gire a mi costado y visualice a mi prima viendo su teléfono ansiosa, Ese estúpido animal aún no la llama, Naya lo noto y comento:

—¿Esperando a que tu madre te llame? —preguntó, sonriendo.

 —¿Eh? No. Hemos establecido que solo puede llamarme una vez por semana y no cada día. Pero no creo que me haga caso—En eso tenía razón, mi tía podía ser muy hostigosa cuando quiere.

 —Mi madre ya ni se molesta en llamarme —Comentó Will—. Cuando lleves un año aquí, se acostumbrará.

—Bueno —Naya la miró con una sonrisa traviesa—¿y a quién esperas tanto?

—A su mascota, digo, novio—Respondí por lo bajo, ganándome un codazo de Jenn.

—A mi novio —le explico—. Dijo que me llamaría

—Es un hombre, dicen tantas cosas—susurre rodando los ojos.

—Se habrá distraído —Naya le quitó importancia—. Ahora, también vas a distraerte y no te acordarás de eso.

—¿Los del piso son de nuestra edad? —pregunto Jenn, En un intento para sacar algo de conversación.

—No, Los tres son de segundo año —Naya suspiró—. Seremos las enanas de la fiesta

—Ustedes, yo realmente debería ir en mi segundo año—Comente, y ellos asintieron.

—En realidad, Sue es de tercero—Aclaró Will.

 —Ah, sí. Se deja ver tan poco que a veces se me olvida que existe—Agrega la rubia.

—No seas cruel —Will la regaño suavemente.

 —Hemos estado manteniendo una relación a distancia hasta hoy —nos explicó Naya—. Durante casi dos años.

Aprovecharon ese momento para besuquearse en un semáforo en rojo, reprimí una mueca.

—Dicen que las relaciones a distancia son difíciles —comenté, Jenn se removió incomoda, uh, cierto, ella tendría una relación a distancia y para rematar, abierta.

—No para nosotros. Llevamos siete años juntos, Tenemos muchísima confianza.

Eso es mucho tiempo, mi relación más larga duro un año y 8 meses, pero es algo de lo que no me gusta hablar.

Sentí la mano de Jenn entrelazarse con la mía, en ese momento me dí cuenta de que estaba enterrando mis uñas ligeramente sobre mi muslo.

—Siete años —repitió mi prima, sorprendida—. Eso es... casi media vida.

—Lo sé. Es mucho.

—Muchísimo— Comente, Will asintió con la cabeza.

Ellos intercambiaron un par de palabras más hasta que finalmente llegamos al edificio. Al bajar Jenn le cuestiona al moreno.

—¿No les importará a tus amigos que hayamos venido? —le pregunto a Will.

—Claro que no —nos aseguró él, llamando al ascensor.

Subimos los cuatro hasta el tercer piso, donde había solo dos puertas y una ventana cerrada. Will sacó las llaves de su bolsillo y abrió la puerta de la derecha. Al instante en que abrió la puerta, el olor a comida china hizo que sonriera. Entramos en un descansillo pequeño que daba con un salón. Will me señaló un perchero.

—Podéis dejar la chaqueta ahí— deje mi cazadora negra en el lugar en donde había indicado el chico. naya y jenn copiaron mi acción.

—¡Por fin! —gritó un chico alto y de cabello castaño—. Me estaba muriendo de hambre.

—Yo también me alegro de verte, Ross —le dijo Naya.

 Los dos se giraron hacia nosotros. El chico al que llamaron Ross, le sonrió malévolamente a Naya.

—Genial, hemos pasado de la tranquilidad absoluta a tener que escuchar gritos en estéreo todo el día —le dijo

—Si yo nunca me enfado —protestó Naya.

—¿Y quién ha hablado de enfadarse?

Will le lanzó la chaqueta a la cara. Ross se rio y la tiró a uno de los sillones. Sue, la chica del sillón, nos miró a las dos con mala cara y se centró en abrir su bolsa de comida.

 —Veo que aún no han salido corriendo —nos dijo Ross.

—No las asustes, Ross —Naya lo señaló.—Son mis nuevas amigas, y quiero que sigan siéndolo.


𝐌𝐎𝐍𝐓𝐇𝐒 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐘𝐎𝐔, mike rossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora