Girls Talk Boys༄

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Cada noche que se encuentran surge algo tan maravilloso como bailar bajo la lluvia en una noche de verano ardiente. Ambos se aman, se besan, se complementan el uno al otro. Quizá jamás hayan podido imaginar que ese sentimiento poco a poco se convertiría en algo más grande que ellos, pero probablemente tienen perspectivas distintas. Jungwon le habla a sus amigos sobre Jay sin parar, recordando su tersa piel, sus profundos y afilados ojos cafés, los cuales lo hacen perderse en la gran galaxia del amor.

Jay está confundido. No es una mala persona, pero simplemente no sabe cómo contar sobre su amado secreto. Sus amigas siempre se burlaron de Jungwon, llamándolo raro e incluso perdedor; es por eso que tal vez le de vergüenza admitir que se aman en la oscuridad de la noche, donde nadie puede juzgarlos ni evitar que sean dos almas unidas desde aquel primer encuentro fortuito. Jungwon sabía perfectamente que nada duraba para siempre, por lo tanto, solo se concentraba en amar y no pensar en el futuro.

Se conocieron de una manera bastante atropellada: en la universidad, Jay solía sentarse debajo de un árbol con sus amigas para charlar sobre cosas irrelevantes. Un día como cualquier otro, el grupo se encontraba cumpliendo su rutina debajo del gran roble. Un pequeño chico pecoso con lentes gruesos andaba por ahí, buscando a sus amigos para irse a casa. Pronto, un balón a toda velocidad impactó en su espalda, haciendo que se tropezara y cayera al suelo, a unos pasos de dónde se encontraba Jay, con las chicas que lo seguían a todas partes. Las amigas comenzaron a burlarse, ya que sus lentes habían salido volando y fueron a parar junto a Jay.

Sin dudarlo ni un segundo y sintiendo pena por el pequeño pelinegro, se levantó y lo ayudó a acomodarse. Le entregó los lentes y limpió un poco su camisa, la cuál tenía un poco de tierra. Las miradas de ambos se encontraron, siendo incapaces de cortar el contacto visual, siguieron así durante unos segundos, hasta que las chillonas voces de las muchachas se hicieron presentes. Jay, un poco mareado, le hizo un asentimiento de cabeza en forma de despedida y volvió con las chicas sentadas bajo el árbol.

Sus amigas comenzaron a burlarse del chico, diciendo que era muy pálido y delgado, que era un pobre y raro cuatro ojos. Park solo asentía y se reía de lo que decían, mientras que aquellos radiantes ojos azabache se adueñaron de su mente día y noche, hasta el punto de buscarlo por ahí sin que nadie se diera cuenta.

Jongseong tenía semanas buscando a aquel pequeño pelinegro, con la esperanza de que se acordara de lo que había sucedido, aunque no sabía muy bien la razón por la cual lo hacía. Ya cansado de tanto buscar en cada una de las facultades al chico de ojos bonitos, se tiró con cansancio en una de las sillas de la biblioteca, para lamentarse por no haber preguntado su nombre. Escondió su cabeza dentro de sus brazos cruzados sobre la mesa, soltando pequeños y casi inaudibles sollozos. Entonces, una mano temblorosa se posó sobre su hombro, haciéndole dar un brinco del susto. Cuando volteó, se encontró con aquellos ojos indescifrables y esos divertidos rizos negros. El menor se ruborizó en cuanto Jay puso su mirada sobre él.

-Oye, ¿E-estás bien?

Inquirió el muchacho, visiblemente preocupado. Jay no respondió, puesto que estaba deleitándose con las pecas que estaban esparcidas sobre las bonitas y pálidas mejillas del menor. Jungwon insistió preocupado, ya que el chico parecía estar nadando en una laguna mental. Pronto agitó la cabeza, volviendo a la realidad.

-Si, estoy bien. Te estaba buscando desde hace semanas...

-¿A m-mí? ¿P-para qué?

Jay abrió y cerró la boca un par de veces. Ni él mismo sabía por qué lo estaba haciendo. Invitó al chico a sentarse, charlaron tímidamente por un largo rato e intercambiaron números, porque Jay no planeaba volver a darse un tour sin éxito por toda la universidad solo para ver si de casualidad se topaba con el bonito niño. Desde entonces, a escondidas se veían cada noche en el parque cerca de la casa de Jungwon, para ver las estrellas e intercambiar una que otra mirada curiosa. Cuando comenzó a hacer frío, se escabullían en cualquiera de las dos casas. Al principio, solo veían películas y conversaban en pequeños susurros; pero con el tiempo, aquello se volvió algo mucho más fuerte.

Girls talk Boys [ʲᵃʸʷᵒⁿ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora