"Un experimento" - Emilio (Saga de Viera) y Nino (Memorias de ciudad Gótica)

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Cuando Emilio abrió los ojos sintió un gran dolor de cabeza y la luz fuerte de aquel lugar le hizo aún peor. Emitió un gruñido mientras se llevaba una mano a la sien.
A su lado se incorporaba un humano cuyo aspecto le pareció a Emilio un tanto divertido y su ropa un tanto extraña. No parecía menos confundido que el elfo, tal vez incluso lo estaba un poco más.

—¿Quién eres? —le preguntó con su acento italiano.

—¿Y tú quién eres? —inquirió el elfo.

—No te diré quién soy hasta que tú me digas quién eres.

—Me llamo Emilio, ¿y tú?

—Llámame Nino —dijo el humano y miró a su alrededor—. ¿Qué es este lugar?

Estaban en una especie de cubo de paredes blancas sin puertas ni ventanas. El lugar estaba extremadamente iluminado, hasta molestaba tanta luz.

—Atención. Probando, probando —sonó una voz de mujer en el altoparlante.

Emilio y Nino saltaron del susto pues ninguno sabía de la existencia de los altoparlantes. En sus mundos no existían.

—Hola y bienvenidos. Les habla el Hada Isabel del Reino de las historias —habló la voz.

—Las hadas son las peores —le susurró Emilio a Nino.

El hombre lo miró como si estuviera loco, entonces se percató de sus orejas puntiagudas.

—¡¿Pero qué eres?! —se asustó.

—Un elfo. Soy un elfo. Cálmate, amigo de voz cantarina y escucha al hada que quiero salir de aquí.

—Nino Ricci, Emilio de Orehill —continuó Isabel con voz tranquila—. Están aquí para formar parte de un experimento para una nueva historia...

—¡¿Van a terminar Saga de Viera?! —se emocionó el elfo.

—¡¿Una historia secundaria sobre Vitto?! —exclamó Nino.

—No —se exasperó el hada—. Dije una historia nueva y estará ambientada en China.

—Qué original... —comentó Emilio.

—Para eso deberán tomar una serie de decisiones y no morir en el intento —prosiguió la profunda y atractiva voz de Isabel—. ¿Está claro?

Emilio y Nino se miraron, ¿había dicho no morir en el intento?

—Estén preparados en tres, dos, uno...

Una de las paredes se abrió dando paso a un corredor ancho y cerrado igual de blanco e iluminado que la habitación donde estaban.

—Que tengan mucha suerte.

—Espera —se quejó Nino—. ¿Y ahora qué se supone que tenemos que hacer?

Isabel obviamente no contestó. Emilio pudo imaginarla riéndose a carcajadas donde sea que estuviere.

—So puta. Seguro todos los secundarios que murieron pasaron por aquí —dijo.

Los dos personajes dieron un par de vueltas por el cubículo sin animarse a salir al corredor. Incluso buscaron alguna fisura para poder escapar pero el lugar estaba completamente sellado.

—Muy bien, pequeño Nino —habló finalmente Emilio—. No sé cómo resuelves las cosas en tu mundo...

—Con una bala en la cabeza —lo cortó irritado por el sobrenombre "pequeño".

—Qué bueno. Yo hago lo mismo pero con una flecha —sonrió el elfo—. En fin, voy a salir a investigar. Suerte.

Nino vió como Emilio se alejaba lentamente sin mirar atrás y después de debatirse internamente, dió unas zancadas para alcanzarlo. Por un largo trecho no ocurrió absolutamente nada y los dos caminaron en silencio. Nino se alegró al sentir que aún tenía su petaca de whisky dentro del abrigo, así que tomó un buen trago y le ofreció a Emilio.

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