Detrás de las cámaras [𝑺.𝑳]

#5. 𝓛𝓵𝓪𝓶𝓪𝓭𝓪𝓼 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓢𝓾𝓮𝓻𝓽𝓮

Antes de comenzar, quiero hacer una advertencia. Digamos que me emocioné un poco mucho escribiendo, y aunque resultó tan largo que tuve que dividirlo en dos capítulos, este quedó de casi cuatro mil palabras. Así que les advierto que será demasiado largo:c. Lo siento, sentí que no podía reducirlo más. Que lo disfruten<3.

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Mi respiración está tan apresurada que parece que acabo de correr un maratón. Por unos segundos dudo si en realidad es él... Pero es que todo coincide, el "SL”, la foto, el numero desconocido, la excusa del taller.

No puedo cree que Dan lo ha ya hecho otra vez.

Jodido genio.

Mis manos aún tiemblan contra el aparato, sin embargo, a duras penas llamo a rafa para que venga por mí.

Su auto se estaciona ahí enfrente, tocando la bocina. Con la vista perdida y casi en modo automático me subo. Él me saluda, pero no recibe respuesta. Me siento completamente ausente a mi entorno. Se queda callado durante unos segundos, parece preocupado.

Un completo silencio nos envuelve, y en realidad, es extraño, porque no es normal entre nosotros.

Toda mi atención está sobre el teléfono entre mis manos, y decido responder.

"¿A cuál numero debo escribir, Dan? No entiendo”.

Trago saliva, y por fin desde que me subí al auto levanto la vista, encontrando a Rafa con sus cejas levemente hundidas. Noto que de vez en cuando me echa unas ojeadas, como analizándome, supongo que asegurándose que yo esté bien.

Estoy a punto de decir algo cuando siento una vibración en mi mano. Más rápido que un rayo devuelvo la vista y leo:

“Heey! Simu aquí. Eh, Dan se fue hace un rato con otro amigo".

Lo detallo una y otra vez . "Hey... Simu aquí”.

Siento que la realidad me da una bofetada, en plan "actívatee, reinaa". Me tapo la boca con  una mano, y suelto un chillido agudo de la emoción. Rafa a mi lado da un brinquito en su asiento, y frena de golpe, asustado.

— ¡Dios santo, Elena! —exclama clavando sus oscuros ojos en mí. Trato de encubrir una sonrisita.

— ¡SI, SI, SII! —celebro moviendo mis pies efusivamente—. ¡Te amo, Dan! —digo besando la pantalla.

“¡Dios! Estaba en una audición, y no fue sino hasta ahorita que leí su mensaje:(”.

Envío, mientras muevo los pies como niña con su helado favorito, y siento la emoción viajar a través de todo mi cuerpo.

“Lo imaginamos, no te preocupes. Igual ya se fue”

Y justo ahí es cuando me llega otro mensaje.

“Dinodan<3”
Soy lo máximo, lo sé, gracias. 

Levanto la vista emocionada y le dedico a Rafa la sonrisa más amplia y angelical que sale de mis labios.

—Oye, ¿por qué no tienes música? —pregunto tranquilamente conectando el Bluetooth a mi teléfono.

El semáforo cambia a rojo, él se detiene y me observa como si tuviese algún tipo de bicho raro en el rostro.

— ¿Qué? —Me encojo de hombros.

Su rostro es de desconcierto total, como si me fuese vuelto loca o algo.