Chapther One

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Sus pequeñas y suaves manos... Tan distintas y a la vez, tan parecidas a las de él. Estas mismas le sobaban su cabello con tanta delicadeza, que sentía que en cualquier momento lloraría. Nunca nadie le había dado tanto cariño y afecto, como el que aquella persona le daba.

Él no merecía esto.

Cerró los ojos por un momento, y sintiendo como aquellas manos ahora acariciaban su rostro, dejó salir su primera lágrima.

Lágrima que fue limpiada rápidamente por el contrario.

Se removió aún con aquellas gotas gruesas caer de sus ojos hacia sus mejillas. Estaban incómodos, la cama era muy pequeña para dos personas. Pero aún así, no querían separarse. No querían separarse del cuerpo de su amado.

Ninguno de los dos quería.

Normalmente estaría aquí, solo. Lamentándose no poder ser normal, al mismo tiempo que también estaría extremadamente incómodo.

La pequeña cama no cubría su cuerpo, y eso era ya de por si, algo irritante a veces. Pero luego de pasar más de diez años durmiendo allí, no le ves nada de malo. Es más, te acostumbras. Claro, eso es lo que te ganas por ser un alfa inútil para la sociedad. Alguien inservible. Asqueroso. Anómalo.

Por que era bien sabido por todos, que un alfa sordo, inválido u ciego...

Significaba una sola cosa.

Inútil. Horrible. Defectuoso.

Y eso Shouto lo sabía.

Lo sabía desde que tenía memoria. Siempre vivió atormentado por todos y cada una de las personas que había conocido. No sabía que era el amor, el afecto; u algo tan sencillo como lo es que te agarren de la mano sin sentir asco hacia tu persona. Recuerda muy bien sus días donde vivió un increíble infierno.

Recuerda como a sus solo siete años de edad su propio padre le arrebataba su bastón y le pegaba con este mismo, culpándolo por no ser un alfa normal como los demás.

Como su madre le decía que se alejara de ella, que no lo quería cerca, que por él, ella también vivía un infierno.

Como sus hermanos le gritaban que se alejara de ellos porque no querían que él le pegase su enfermedad.

Le metían el pie para que cayera, lo empujaban, escondían su único soporte, su bastón; hasta lo dejaban sin cenar múltiple de veces. Porque según ellos, él no se merecía tal cosa como un dulce, o una simple fruta.

A sus once años, se le fue dada una habitación para él.

Una peor de las que usaban los sirvientes.

Donde solo había un pequeño armario, una cama y una pequeña ventana para que filtrara el aire.

Aquel acto según dijeron, fue su castigo. Para que pensara en sus actos y las consecuencias de estos.

Pero... ¿Cuál fue su error?

Él nunca había herido a nadie, nunca. Simplemente, tampoco se atrevería hacerlo. ¿Entonces qué?

¿Su error fue nacer? Si lo piensan, tal vez esa sea la razón.

Ya no tenía lágrimas. Ya lo que dijesen sobre él no lo lastimaba.

Eso pensó a sus dieciséis años.

Pero...fue muy ingenuo.

Porque cuando salió por primera ver al exterior con su "familia", lo único que consiguió, fue ser la deshonra de los tan respetados, Todoroki.

Amor Prohibido | TodoBaku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora