La noche, esa noche

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Duxo miraba sin ganas la copa de whisky que hace poco le habían servido, por experiencia sabía que no debía descuidarla, detestaba que lo drogaran por andar distraído. Aunque más que cuidar su bebida se perdía en sus pensamientos, no estaba de ánimos; en realidad nunca podía estar de ánimos en ese lugar. Mientras observaba esa copa solo pasaban por su mente recuerdos terribles de esa barra, en general en todo ese asqueroso sitio que se hacía pasar por un simple cabaret.

El bartender trataba de entretenerlo un poco buscando sacarle conversación al muchacho, pero no podía importarle menos lo que le decía, la única razón por la que estaba en esa barra era para atraer clientes, no más, no menos. Aunque no tenía que hacer el mayor esfuerzo, con solo estar sentado con las piernas cruzadas llamaba la atención suficiente, él ya era hermoso, no solo por su figura esbelta sino también por sus rasgos delicados, ser un chico tan atractivo era perfecto para su profesión.

Y lo odiaba.

Siempre deseaba que nadie se acercara a él, que nadie le pidiera ningún tipo de favor, que pudiera irse a su casa y por una noche, aunque sea una noche, despertar en su cuarto en donde no haya un olor asqueroso, en una cama limpia, una cama que solo él usaba, sin tener que recoger un billete arrugado como remuneración de nada. Solo quería sentirse normal por una noche.

-Disculpa.

Pero para él, lo normal significaba otra cosa diferente.

Enderezó su espalda y cambió su expresión pensativa a una interesada rápidamente- ¿Sí?, ¿qué buscas, guapo? -Una de sus manos jugaba coqueta con el borde de su chaqueta de cuero, llamando la atención a su torso desnudo, mientras con su otra mano cubría con disimulo y elegancia el whisky.

En su vista se atravesaba un chico, de aspecto joven, seguro más joven que él, y un poco más alto, su expresión era avergonzada, con esa misma vergüenza lo vio tomar asiento a su lado mirando al suelo y jugando con sus dedos; pero Duxo no pensaba bajar la guardia, lo tenía claro, en ese sitio no se puede confiar en nadie.

-¿Por qué esa cara, cariño? -Pasó su mano por la mejilla del joven el cual se tensó al tacto, podía deducir que era su primera vez en ese tipo de lugares, se veía demasiado joven como para saber cómo funcionaba el pedir ese tipo de favores- No has estado antes en un sitio así, ¿verdad?

-¡No!, digo si, o sea... -suspiró- solo... tu eres Duxo, ¿Verdad? -,definitivamente debía ser su primera vez, ese chico era un manojo de nervios.

-El mismo -decidió tomar el control de la situación, quería acabar con esa noche lo antes posible, no quería perder su tiempo esperando a que el niño se dignara a pedirle lo que sea que quisiera pedirle-, vienes por mis servicios, ¿no es así, lindo? -,observó al extraño asentir aún con la mirada en el suelo- me encantaría dejarte los términos y condiciones claros, pero lo mejor sería hacerlo en un lugar más... privado, ¿te parece? -lo vio asentir nuevamente.

Tomó bruscamente la muñeca del chico y lo guió a la parte del fondo del lugar, dirigiéndolo a un pasillo que daba paso a múltiples habitaciones, la mayoría de ellas con un cartel de "ocupado" colgando de la perilla.

El matadero, lo llamaba Duxo, no había un mejor nombre para ese sitio, en las habitaciones de ese pasillo habían acribillado de múltiples maneras su humanidad, habían hecho sangrar no solo su cuerpo sino también su dignidad, había sido victima de los actos más inmorales y todo a cambio de dinero, eso para él era un matadero.

Al fondo del matadero había un cuarto que parecía libre, dejó pasar a su ahora cliente y, tras poner el respectivo cartel, entró también cerrando con seguro; en la habitación había una cama doble y un par de cómodas con cajones probablemente llenos de juguetes sexuales y condones, todo lo que necesitan los trabajadores de ese establecimiento.

~Un Extraño Cliente~ [Duxino +18] |OneShot|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora