capítulo 7: aquí estoy

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El auto último modelo de Héctor se estaciona en una calle tan oscura como su auto, no es una zona muy agradable pero tampoco muy peligrosa, el peligro se encontraba adentro del edificio de apuestas.

-voy a entrar, vos te quedas acá, por si tenemos que huir - abre la puerta de su lado y toma un maletín negro que estaba abajo de su asiento escondido, para luego intentar bajar.

-no, yo voy a ir con vos, ese fue el plan desde un principio - la toma del brazo y dice como si estuviera gritando, pero en vos baja.

- el plan era que te dejaba acompañarme, pero no te dije hasta donde, no pienso ponerte en peligro, ellos me buscan a mi, si entras van a pensar que les queremos hacer algo, quédate acá y si pasa algo, prometo gritar o llamarte para que entres y me ayudes, ¿entendiste?- la vuelve a detener del brazo.

- si no volves en media hora, entro a buscarte ¿me escuchaste?-

- está bien - se suelta.

Entra por una puerta negra, y ve en una especie de recepción, con alfombra roja en el piso y las paredes completamente negras y vacías, a un hombre con pelo rapado a los costados, muy tupido la parte del medio del la cabeza, muy grande de tamaño y con cara de pocos amigos, al lado de otra puerta negra.

- vine a ver al señor Octavio -

-¿quien lo busca? -

-soy Sol, la hija de Damián - dice tratando de proyectar confianza, pero no lo consigue.

El hombre sonríe, su sonrisa lejos de ser agradable de escalofríos.

- acompáñame -

Pasan la puerta negra, ve a un montón de gente en tragamonedas y otros juegos de casino, el bullicio es muy grande, no entiende como no escucho nada del otro lado de la puerta, van cruzando las hileras de juegos y al fondo se meten por otra puerta igual que las anteriores, al entrar hay un pasillo grande con muchas puertas, de las cuales salen sonidos obscenos, Sol espera que puedan llegar rápido dónde está el señor Octavio.

Al final del pasillo entran por otra puerta y ahí hay una especie de oficina todo negro también, con luz blanca y en medio de un escritorio de madera tallada, se encuentra un señor imponente, con arrugas y bigote blanco los años los tiene bien llevados, pero con una sonrisa siniestra en sus bien cuidados dientes, no se podría decir si es alto, por qué está sentado, pero sin duda tiene un buen físico.

-me alegra por fin ver a mi futura esposa -

- creo que se equivoca, mi padre no decide nada por mi y además le informo que ya estoy comprometida -

- crees que es la primera vez que escucho escusas para no pagar, sin ir más lejos tu padre dió un monto de escusas para no pagar su deuda, hasta que se le ocurrió ofrecerte a vos, sin duda la mejor idea que tuvo, no como su otra idea de apostar a los caballo contra mi -

- nada de eso - le tira en la mesa el maletín negro - ahí está todo el dinero, espero que ya no reciban a mi padre acá, el no va a contar más con mi ayuda -

- no te creo nada - se rei - y el afortunado con mi pago ¿es? -

- Héctor Salvatore -

- no ví nada de eso en la página de sociales - dice despreocupado acostándose en el respaldo de su sillón.

Sol levanta su mano derecha mostrando el anillo de compromiso - es real, muy pronto lo vas a ver en todos lados -

- sigo sin creerte, es demasiado conveniente para vos, así que pronto vas a ser mi esposa de adorno - remarca confiado.

-Lo dudo - entra de manera brusca Héctor - si no le crees a ella, imagino que me vas a creer a mi -

- Héctor, entonces es cierto, ella va a estar ahora bajo tu ala - junta sus manos y las usa para apoyar su mentón - interesante, veremos cuánto les dura, se pueden ir -

No le gustó nada su actitud, pero quería sacar a Sol enseguida de ahi, por lo que prefirió callar y salir con ella.

Cuando la pareja iba a cruzar la puerta, Octavio dice- señorita, yo tendría cuidado con lo que digo, su padre va a ser siempre un apostador, y sin usted el va a tener que pagar con dinero o con su vida, a mí nadie me debe -

Esas palabras helaron a Sol, tanto que ya no siguió a la salida, Héctor al ver que se asustó la abrazo y la ayudo a avanzar.

Rápidamente salieron del lugar y se subieron al auto, el arranco y se fue lejos de ahí, hasta poder estacionar en una calle iluminada cerca de un parque, ahí se detuvo y la miro.

-Sol estás... - no pudo terminar la frase que ella lo abrazo.

Héctor la sintió tan frágil que la acunó en sus brazos y susurro - todo va a estar bien, estoy acá - repite dos veces mientras acaricia su pelo.

- me dió mucho miedo - dice temblando.

-tranquila, no temas, aquí estoy - le habla dulcemente - pase lo que pase voy a estar con vos siempre -

- pero... -

- por lo que dijo de tu padre no te preocupes, encontraremos la manera de ayudarlo, pero no a costa tuya, ahora solo me preocupas vos -

- gracias - cierra los ojos.

Se siente segura en sus brazos, nada malo le puede pasar estando con el apoyándola como siempre, en las buenas y las malas, ellos siempre estuvieron juntos, como dijo en la casa la señora Gabriela, son el dúo dinámico, juntos pueden con todo y con todos.

Se entendían bastante bien, se cuidaban, siempre están el uno para el otro, como ahora, en medio de la noche en ese auto, esos mejores amigos estaban unidos, más que por la mentira orquestada, estaban unidos por un sentimiento que con los años crece más y más, tal vez más de lo que ellos sospechan.


Ya con Sol más tranquila fueron al departamento a descansar, no tenían muchas ganas de cenar, están exhaustos, cada uno sin decir nada se va cada uno a su cuarto a dormir, Héctor se alista como siempre, con un pantalón de pijama y listo, nunca le gustó usar remera, le incómoda de siempre. Cuando se acuesta por fin en su cama, Sol con un pijama que consta de una musculosa blanca y un pantalón con gatitos, llega a su puerta un tanto tímida.

- puedo dormir con vos -

El por un momento se quedó admirando la, jamás la había visto así, tan linda, frágil e inocente, nunca pensó que una mujer se podía ver más hermosa de una manera tan sencilla, ella es hermosa, siempre lo supo, pero bajo la luz de la luna, con esa expresión de niña y con ese cuerpo enfundado en un pijama tan dulce, sin duda lo hizo tragar un poco de saliva por su garganta de la sorpresa y de nerviosismo ante sus pensamientos. Ve que la mira extrañada a lo que decide contestar.

- si, claro -

Ella va al lado de la cama King site que está desocupada que es el lado derecho y se mete bajo las sábanas.

-gracias, por estar siempre para mí Héctor -

-no hay por que mi Sol -

Ella no dice nada con respecto a ese MI, está muy cansada como para pensar en lo que él quiso decir, pero el no, el se queda sentado, mirándola unos minutos, como si estuviera viendo algo por primera vez, como si hubiera descubierto algo que no termina de entender, con miedo a que ella se de cuenta de su actitud, decide acostarse dándole la espalda y terminar la noche con un - siempre voy a estar para vos -

Nos vemos en el próximo capítulo.

Bss Criztalailin.

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