Ese día, te despertaste y como de costumbre miraste hacia tu ventana, mi abuelita dormía, y fue en esa privacidad mental y espiritual que decidiste escapar, escapar de las palabras hirientes como cuchillos, escapar del frío; escapar como el mejor de los ilusionistas.
Una sonrisa se dibujó en tu rostro.
《Para un escape perfecto- pensaste -es necesario dejar tu ropa, zapatos, dejar todo. 》
Es entonces que agarras tu celular y sales a la terraza, decides hacer una llamada a tu amigo el Doctor Esparza, le pides que te eche la mano, le cuentas tu plan de forma superficial, y él junto con otro colega suyo deciden ayudarte.
En tu cabeza se postra un dolor muy fuerte que atribuyes a la rapidez de tu plan y las ganas de cumplirlo.
Sucesivamente llega la fiebre, sientes sudor recorriendo tu frente, la tos se presenta resecando tu garganta y con todo esto se presenta un cansancio que te reclama sentarte en la orilla de la cama, tu cuerpo cayó con tal pesadez que mi abuelita muy asustada se levanta:
- ¿Qué te pasa mi amor? - sus ojos aún cansados te miran, escuchas que su voz es dulce- ¿Qué tienes?
Es ahí cuando agradeces a tu cuerpo, por la gran actuación que está haciendo. Un fuerte dolor de garganta te bloquea tus palabras como para evitar que hables y arruines tan espontánea e inigualable actuación de tu cuerpo.
La ves ahí, parada justo delante de tu cuerpo sentado y cansado; ves sus ojos, mismos que llevan conviviendo con los tuyos casi cincuenta años, ves sus manos, que por la preocupación se envuelven y se frotan entre sí, recuerdas que esas mismas manos fueron tomadas por ti tantas veces para bailar, para abrazarte, para recorrer toda una vida juntos. Pero son esos recuerdos los que te hacen, a arcadas, dirigirte al baño y vomitar, es ahí cuando sabes que tu alma ya no quiere echarse para atrás, es necesario seguir con el plan.
Tu garganta esta adolorida, el vómito de un extraño color verde reposa en el inodoro y en la orilla de este, en la comisura de tus labios también hay restos de él.
Escuchas entonces los pasos delicados de mi abuelita, y al voltear para verla, la ves recargada en el marco de la puerta:
-Tengo que ir a checarme, corazón- le dices desde tu lugar en el piso.
Un silencio aterrador inunda la escena, y ambos corazones se quedan callados.
No la quieres dejar ya, sientes que tu plan es estúpido, quieres quedarte, darle otra oportunidad, pero sabes que nada va a cambiar, que tuvo que pasar todo esto para que ella estuviera así contigo, que, si en el último de los casos llegaras a curarte, volverían las situaciones de las que quieres escapar.
Te levantas poco a poco, y quedas a su misma altura, siempre fuiste más alto que ella, pero ahora la joroba se incorpora a esta reciente obra de teatro en que se ha convertido tu vida, cuando vas de salida del baño su delicada mano te detiene del antebrazo:
- Cuídate por favor, mi amor- te dice con la voz más dulce que ha salido de su corazón, similar a la vez cuando se conocieron- deja me cambió y en este mismo momento nos vamos a un buen hospital. Estaría pero mal si dejo que vayas al hospital público, con tanto contagiado me asusta que te vaya a pasar algo- la dulzura de su voz se complementa con la caricia que le hace en la mejilla.
-Cámbiate tú, corazón, y cuando llegue me llevas al hospital que tú quieras, pero antes necesito arreglar lo de un dinero que no me ha llegado- dices al mismo tiempo que en tu rostro se dibuja una sonrisa cansada.
- ¿Como vas a salir así? - la dulzura de su voz es suplida por confusión.
-Lo necesito- contestas con simpleza en tu voz.
Como si ese "Lo necesito" hubiera devuelto el tiempo a aquel momento y el silencio fuese interrumpido por el perico que empezó a cantar una canción que sonaba mucho por la calle, el gato que rasgaba la pared porque quería salir al patio donde el perro ladraba con audacia a los pájaros que emprendían su vuelo a parajes indefinidos.
Fue ese "Lo necesito" lo que trajo a tu vida esa ambición de vivirla, esa ambición de seguir con tu escape.
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Siempre nos quedará Mérida
Short Story"No estas muerto..." piensa el nieto, desesperado, buscando entre tantas cosas despedirse de su abuelo. Un abuelo que siempre le pareció eterno hasta que la muerte se involucro en su vida. Es a través de los ojos del nieto que la historia del abuel...