Me gustaría agradecer a la escritura, que jamás pensé que ayudaría tanto en mi proceso de sanación. Le agradezco porque junto con ella pude entender que la muerte no es la mala de la historia; que no es la enemiga de la vida; que no es la personificación del demonio. No. La muerte es junto con la vida, el viento que mueve el tiempo y que sin ella estaríamos incompletos. Puede que la muerte siempre este a un lado nuestro, observando nuestros movimientos y hasta intentando comprender como los humanos gastamos tanto tiempo en rencores y en odios si nuestro tiempo es contado.
Quiero dedicar este cuento a mi abuelito Adrián que brilla en el cielo desde 2020.
Este cuento nació como una desesperación por hablarle a él; por quererle contar que su perdida nos duele aún y que vamos en el camino de poder vivir con ella; este cuento nació como nacen todas las estrellas: con una explosión.
Quiero decirle que todo esta bien, que siempre que lo recuerdo, lo hago en un lugar bonito; lleno de todas esas cosas que tanto le encantaban, lleno de todas las historias que me repetía con música de "Los Ángeles Negros" de fondo.
Quiero decirle a él, que aunque no este, siempre recuerdo a Mérida como un buen lugar para escapar. Para recordar. Para vivir.
Quiero dedicar este libro a todos los seres queridos que ya no están entre nosotros pero que seguiremos amando igual y recordándolos como el mejor tesoro que pudo haber llegado a nuestra vida.
Para Adrián, el viajero, el sabio, el valiente, el sonriente, el triste, el nostálgico.
Siempre nos quedará Mérida, Abuelito.
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Siempre nos quedará Mérida
Conto"No estas muerto..." piensa el nieto, desesperado, buscando entre tantas cosas despedirse de su abuelo. Un abuelo que siempre le pareció eterno hasta que la muerte se involucro en su vida. Es a través de los ojos del nieto que la historia del abuel...