Nada bueno ²

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Narra Emiliano

Tenía como media hora más de viaje para llegar a la casa de mis viejos, pero para mí fueron como díez minutos.

No podía creer lo que le habían hecho a Ilyana, ese programa de mierda que siempre intenta cagar a la gente ensuciando su nombre, y no sólo el de ella sino también el de Sergio.

Estuve en rato pensando en eso y todo ese tema pero después mis neuronas se fueron a otro pensamiento que hacía que se me revolviera el estómago. Ella.

Pensaba en el fin de semana con la chica Messi, si bien no era la primera vez que me quedaba varios días con una chica, está era la primera vez que había... ¿Conectado? De esa forma, me gustó que nos quedaramos amanecidos tan solo hablando huevadas. De qué ninguno de los dos tenía vergüenza en lo que quería. De que éramos sinceros...

Una sola vez había tenido una relación que terminó en un matrimonio y después en divorcio así que no era muy experto en el tema del romanticismo y coqueteo o de como tratar en estás situaciones, después de Laura había salido con mujeres pero solamente era para cojer, tal vez ahora que vuelvo a ver a mi hermano le voy a poder preguntar. Después de todo el tuvo muchas más relaciones que yo.

Tuve que dejar de pensar en mi vida privada cuando casi mato a una vieja que iba pasando, por suerte volví en mí y no pasó nada, también gracias a eso me dí cuenta que ya estaba llegando.

Mis papás sí saben que vengo pero técnicamente tenía que haber llegado anoche pero les avisé que había tenido un problema con el auto y que llegaba al día siguiente así que lo que no saben es el horario. Ahora.

Ví a mis viejos sentados en el living de casa mirando el televisor y estaban dando el programa del orto que me había estado dando dolor de cabeza desde temprano.

— Ma, Pa — los llamé estando cerca de la puerta.

— Ay, ay mi hijito — susurró mi mamá que se levantó corriendo para abrazarme y yo me agaché para que ella me pueda agarrar bien.

— ¡Mamá! — hacía casi ocho meses que no veía a mis papás con el tema de Laura y el divorcio, además también el fútbol que no da mucho descanso. Sí, hablamos todo el tiempo por teléfono pero no es lo mismo que abrazar a tu mamá como cuando era un pendejito.

— Damián — pronunció mi papá para después también envolverme en sus brazos, estaba en casa.

Después de los besos y abrazos y de que me lavara bien pues, covid del culo, me puse a tomar mates con ellos y les pedí por favor que cambiarán el canal.

Por lo que me dijo mi mamá, mi hermano debe estar en camino ya que mis papás le tienen preparada una *sorpresa*. La sorpresa soy yo.

Por más que a Alejandro lo había visto hace cuatro meses aún así extraño a mi hermanito, él es de decir muchas boludeces cuando te sentís mal para levantarte el ánimo, de esos que te dan consejos amorosos muy raros pero que suelen funcionar, el típico que tenía quince novias al mismo tiempo o que cambiaba tanto de novia que ni siquiera se aprendía bien los nombres, pero él es feliz así y no soy nadie para juzgarlo.

— ¿Y? ¿Cuál es la sorpresa? Mami no me digas que estás embarazada — escuché a mi hermano desde el patio diciendo pabadas como es costumbre.

— Ay cállate, ya estoy grande para tener hijos, además si salen como tú hermano y como vos mejor no — respondió Silvia, mi mamá.

A EscondidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora