Dos positivo, uno negativo...

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Narra Ilyana.

Volver a casa fue lo mejor del mundo, aún que también ser recibida en Argentina a los gritos, por gente que festejaba nuestra victoria, fue un cariño al alma.

Mis tíos me recibieron entre abrazos, y mis hermanos no me soltaban un segundo.

Lamentablemente esa alegría y cariño no duró mucho, leo al igual que todos los chicos tenían que jugar sus propios partidos, por eso ya no estaban cuando yo llegué. Pero me dieron la buena noticia de que el sábado iban a venir todos de nuevo para festejar.

Anto y los nenes me pidieron que me quedara un rato, pero de verdad necesitaba ir a casa y dormir hasta fin de año... también llorar un poco, así que le dije que iba a venir el sábado temprano para hablar antes de que llegaran todos. Sabía que indirectamente Anto quería que le contara lo que de verdad había pasado en los juegos, pero no era el momento.

Llegué a mi casa, revoleé la valija y me saqué la ropa quedando con una remera extragrande y calzón, después de todo es mí departamento y no me veía nadie, me hice unas milanesas a la napolitana con una gaseosa, todo re sano... Arhe, pero era el permitido, y comí mientras miraba una serie intentando no pensar en todo.

Pero cuando la noche y el silencio llegó no pude evitar llorar a mares, ya no iba a estar más con Diego, él había encontrado el amor, y estoy feliz por él pero me siento una mierda. Por qué todos podían tener relaciones amorosas, lindas y sanas mientras yo lo único que tenía era sexo ocasional. ¿Por qué no podía tener lo que tenían todos? ¿Qué estaba haciendo mal?


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Pero después de toda mi crisis emocional tuve que seguir, porque llegó el sábado y por suerte todo fue hermoso, abrazos, saludos, bromas, un asado riquísimo, alcohol que necesitaba con ansias, música, y algunos roces más allá de los límites con Emiliano. Sí bien aún no estaba del todo recuperada de mí caída depresiva por supuesto sabía disimular y estar con toda mi familia ayudaba un montón. Además si no podía conseguir una pareja estable, ¿Por qué no seguir con lo que tenía? Y dejar que las cosas sigan su propio curso.

— Esa es mi sobrina!!! — gritaba el kun.

Todos nos reímos por las boludeces que decía, hablábamos de la clasificación a Qatar y de todo un poco.

No sé cómo había terminado sentada al lado de Emi, que a cada rato me apretaba la pierna de forma nada inocente y yo obviamente no iba a decir que no, pero por suerte todo muy discreto.

Lo único raro de ese día fue el Tucu. Llegó tarde, estuvo bastante callado y no tenía esa vibra divertida que siempre tiene él y no entendía el porqué.

Bien a la noche todos se fueron, extrañamente emi fue de los primeros en partir, pero supuse que era porque quería descansar para el partido pero me sentí un poco abandonada.

— ¿Te llevo? — me preguntó leo mientras juntaba mis cosas.

— No, no deja, me voy en la moto — agarré el casco y fuí a saludar a mis hermanos.

— Ily sabes que no me gusta la moto, es muy insegura... ¿Y si te pasa algo? O ¿Alguien te choca? — a mi tía jamás le gustaron las motos por lo peligrosas que eran pero eso mismo es lo que yo más amaba.

— Síiii, tía voy a tener cuidado — no iba a pelear con ella, siempre que digo algo de la moto ella se pone en contra, y menos iba a discutir con el cansancio que tenía.

A EscondidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora