Harry es un chico de 24 años, es muy destacado en su trabajo debido su esfuerzo, no había tomado sus vacaciones en un largo tiempo, así que cuando al fin se las dieron decidió ir a visitar a su hermana y su mamá en Londres, Inglaterra, sin esperar n...
Era sábado por la mañana, el reloj marcaba 9:37 a.m., una melodía fastidiosa comenzó a oírse en la habitación, era una llamada y un "Rubio" estaba en la pantalla encendida junto a una imágen de este. Fueron dos minutos de ese feo sonido hasta que decidió contestar.
- Hola- habló con ese tono cansado y la voz ronca.
- ¿Aún no te levantas? Por Dios, Harry, es hora de moverte, arriba gigantón- dijo más animado que el primero.
- Maldita sea, son las...- volteó a ver el pequeño reloj que descansaba en la mesita de noche- ... Dios, Niall son las 9:40, después te llamo- decidido a colgar, se dio la vuelta para seguir durmiendo.
- No, Styles, hoy a las 6 p.m. en mí casa, te espero y trae frituras, muchas frituras. Irán algunos amigos así que ponte hermoso, así como tú sabes - replicó rápidamente su amigo al otro lado de la línea y sin más, terminó con la llamada.
- Genial, ahora debo levantarme- habló para sí mismo.
Se quedó acostado un tiempo checando su Instagram, para después pasar a Twitter, y por último a WhatsApp, no tenía notificaciones excepto por la foto que posteó su hermana etiquetándolo, eran ellos dos juntos con una sonrisa enorme en el rostro, claramente la tomó su madre, se veía en el reflejo de los lentes obscuros que usaba Gemma.
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Habían pasado ya 30 minutos de la llamada y decidió levantarse a desayunar, pasó por la habitación de su hermana y para su sorpresa ella seguía dormida, no la quería despertar porque se veía tan linda dormida, pero a la vez quería que sintiera lo que él, el día que casi saltó sobre su cuerpo para que bajaran a desayunar juntos. La dejó dormir un rato más en lo que preparaba algo de comer. Bajó las escaleras y entró a la cocina, sirvió agua en la cafetera y la puso en su lugar, quería algo de donas o algún tipo de panecillo, pero ya no había, todo lo que hornearon se había quedado en la casa de su mamá hace unos días. Definitivamente no iba a salir por un antojo, ¿o sí? Envío un mensaje a Gemma diciendo que saldría un momento, sólo se puso un par de tenis, tomó las llaves de la casa y se dirigió al Starbucks que se encontraba a unas calles de ahí. Tras unos minutos de silenciosa caminata, llegó al establecimiento y entró por la puerta provocando que una campanita sonara, y con ello unos ojos azules se dirigieron a él, ambas miradas chocaron por una fracción de segundo, verde y azul combinados en un mismo momento. Ambos sintieron una incomodidad extraña y fue el verde el quien decidió terminar esa pequeña conexión.
Sus piernas se movieron rápidamente hacia la fila, eran dos jóvenes atendiendo detrás de mostrador. Uno era levemente más bajo que el otro, era él el dueño de la mirada azul profunda, y el otro parecía ser su amigo, una sonrisa amable y linda y ojos castaños.
Esperó su turno por no más de 3 minutos, cuando al fin le tocó ordenar se encontraba frente al ojiazul.
- Buen día, ¿qué va a querer? - habló un poco aburrido.
