CAPÍTULO 6

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—¿Esto es normal? —mi cuñado me extiende un vaso con agua para que me enjuague la boca— sigues vomitando aún sin comer nada.

Niego con la cabeza— Estaré bien. La ginecóloga dijo que algunas mujeres experimentan síntomas extremos. Que incluso el medicamente para las náuseas es inútil.

Bajo la tapa del excusado y me siento en ella. Abraham toma una toalla pequeña y la empapa con agua fría. Le tiendo la mano para que me la dé pero me ignora y comienza a pasármela por la cima de mi cabeza.

Se siente glorioso.

—¿Cuándo es la próxima cita?

—Creo que mañana, no estoy segura.

—Quiero ir yo. —niego.

—Leonardo y yo quedamos en vernos mañana para ir. No lo he visto en días.

—Yo no he visto a mi hijo tampoco —reprocha. Le hago muecas para que baje la voz. Que impertinente.

—¿de qué demonios hablas? No puedes ir, lo sabes.

Me quita la toalla que tan gentilmente sostenía sobre mi cabeza y me da la espalda. Sigo respirando hondo para controlar el vómito, veo a Mary asomarse por el umbral de la puerta.

—¿Cómo sigues, cariño? —entra al baño y coloca una mano para sobarme la espalda.— ¿Cómo te trata Abraham?

—Hace lo que puede. No creí que esto fuera tan difícil. —me ayuda a levantarme y llegar a mi habitación. Creo que después de todo no es tan malo estar aquí.

—Verás que cuando tengas a tu bebé en tus brazos ni recordarás estos momentos.

Espero.

—Tu teléfono ha estado sonando, creo que era tu madre. Espero que no te moleste que haya contestado, pero fue insistente al continuar llamando —niego.— cuando pregunté a quien buscaba dijo que quería hablar con cosita número tres.

—¿Con quién? —se entromete Abraham que nos ha seguido desde el baño. ¿Por qué sigue aquí?

Me recuesto en la cama, suelto un suspiro gigante cuando el aire acondicionado me golpea el rostro. Siento que puedo respirar de nuevo— Cosita número tres soy yo. Así me llama.

Mary ríe juguetonamente— Lindo.

—No lo es tanto cuando ignora por completo tu verdadero nombre y comienza a llamarte cosita número tres frente a todos los demás mientras tus hermanas siguen siendo Yohanna y Adylene. En especial cuando se molesta porque no la he llamado, ¿está aquí el teléfono?

—Voy por el.

Mary sale de la habitación y me deja a solas con Abraham, de nuevo.

—Llama a Leonardo y dile que te equivocaste con la fecha de la cita.

—¿Puedes por favor parar? Estoy exhausta y no tengo ganas de pelear contigo. Iré con Leonardo y es el fin de la discusión.

—Quiero ir —se sienta a mi lado de la cama— quiero estar contigo lo más que pueda antes de que llegue. Quiero ver a mi hijo, quiero disfrutar de mi...

Pongo un dedo en sus labios para silenciarlo— Yo no soy tu familia. —le aclaro— Yo no soy tu esposa.

Un reflejo de dolor cruza en sus ojos. Lo he lastimado porque es lo mejor que hago cuando estoy a su lado. Pero es la verdad y tiene que aprender a aceptarla.

—¿Tienes idea de lo que sucederá cuando vaya a la consulta y la doctora vea que llego con otro hombre?

—No tendremos que mentir, solo seré tu cuñado acompañándote cuando tu novio no puede.

Los hombres que amaban de más a las mujeres: Legado[COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora