Capítulo 1: Una mentira y gotas de valeriana.

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Jamás había experimentado ese extraño sentimiento donde no puedo reconocerme.

Tampoco puedo responderme si el Charlie que tu conociste era el verdadero. No sé cuando empezó todo esto y quisiera que tuvieras la respuesta, pero aunque fuera así, jamás podrías dármela.

No importa lo que haga, me siento culpable.

Soy casi un adulto y no sé por que actúo de esta manera, no sé por que reaccioné tan mal, no me reconozco en el espejo y tampoco entiendo como todos afuera creen saber de mi, no tiene sentido.

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Rocé con la yema de mis dedos los lomos de los libros de aquel gran estante intentando despejar mi mente de mis propias palabras en aquella carta—eran una colección por lo que había escuchado—jamás tendría la oportunidad de tomar uno y leer página por página en la comodidad de mi habitación como Thiago si la poseía. El podría leer sobre ciencia y ficción, o quizá hasta los límites de la poesía pero en muchas ocasiones se desviaba de esos amigos que no hablan si no que te hacen vivir más de una vida. Mi mejor amigo dice que su padre descubriría si falta alguno con solo pisar la habitación; eso último se me hizo severo pero al fin y al cabo, los adultos eran más aficionados al cuidado y colección de información.

—Terminaré esta partida y en un momento estaré contigo—Y mi mejor amigo era un aficionado a los videojuegos.

Provoqué un sonido de aprobación mientras apretaba mis labios en respuesta.

A veces me preguntaba como podíamos llegar a ser tan diferentes y ser mejores amigos.

El podía permanecer horas o quizá días jugando, mientras que yo no podía mantener tanto tiempo en una sola actividad—además de que no estaba familiarizado con los videojuegos— juro que lo intenté pero gracias a que no entendía nada me aburrí muy pronto y hasta la fecha sigo estando agradecido de que LOL no me haya consumido, esa cosa se roba a todos tus amigos.

Me aparté del estante y me tumbé en la cama de espaldas, llevé mis manos a mi torso y me cuestioné por qué últimamente mi cabeza parecía torturarme todo el tiempo, no solo con la memorias de mis cartas y lo que descubro estándo lúcido sino con las punzadas dolorosas que llegan a ella.

Todo se había convertido en algo que era incapaz de reconocer, incluso yo mismo. Y me pregunté si esta era la parte de mi que había esperado ver, o si a el le agradaría verme de este modo.

Cerré los ojos con algo de malestar y de la nada sentí que mi respiración era muy leve, luego me sentí aún más extraño, como si el aire que inhalaba fuera más ligero y así no tuviera manera de saber si estaba llegando a mis pulmones. Tomé una bocanada grande, sin embargo, no logré normalizar la situación, al contrario sentí que algo estaba ocurriendo.

Por mi mente cruzó la idea de que algo iba a pasarme, de que algo iba a suceder y yo no tenía control alguno sobre eso. Y en respuesta me erguí con rapidez, observé un punto fijo en la pared e intenté asegurarme de que mi cuerpo recibiera oxígeno apropiadamente.

—Maldita sea..

Al menos podía escuchar claramente las maldiciones de Thiago mientras jugaba, cuando mi estado empeoraba normalmente no me permitía escuchar con nitidez.

El despertar de los óleos [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora