Capítulo 2: Delirios poco creíbles.

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🐿

Algo que recuerdo de mi infancia, fueron las numerosas casas a las que me mudaba junto a mis padres. Por lo que a veces solía tener comportamientos extraños y repetitivos en respuesta al cambio que solo mi padre supo sobrellevar a pesar de que yo no quería ayudar.

Y bueno, las cosas no han cambiado lo suficiente, al estar en un hogar nuevo no me sentía seguro. Mi ventana no daba a la calle pero no me sentía seguro, la puerta de la entrada estaba con candado pero no me sentía a salvo.

Tal como cuando tenía cinco años, sigo sintiendo incertidumbre y desconfianza de un futuro plenamente incierto a pesar de que ya puedo comprender la situación.

Y desde que supe que había sido escuchado, que mi cabeza había jugado dolorosamente conmigo, sentí la necesidad de huir y buscar un verdadero refugio.

—¿Con quien estabas hablando?—Mi madre estaba confundida, sus cejas estaban fruncidas y de a pasos lentos se acercó a mi.

No respondí.

Resoplé por la nariz y me mordí el labio tan fuerte como pude para contener las lagrimas y controlar mis fuertes latidos.

—No fue tu culpa, nada de lo que pasó fue tu culpa—Escupió tan amorosamente que me ardió la garganta.

Ella no había estado en el auto ese día para poder decir que no había sido mi culpa.

—Se me quedó el libro de Biología en la casa de Thiago—No quería explotar y aunque fuera balbuceando, escaparía de todos. Era lo mejor que podía hacer últimamente.

—¿Quieres que llame a Brenda?

—Mamá, estoy bien—No necesitaba un terapeuta, solo necesitaba despejarme y en cuanto vi la oportunidad para salir de ese enredo sacudí la cabeza y me puse de pie aún con sus ojos encima de mi, analizándome.

—Desde que he ido a verla me he sentido muy bien ¿Sabes?—Apoyó una mano en mi hombro y me dio palmaditas, yo evité a toda costa sus ojos.

Mi madre sufría de trastorno bipolar, había sido diagnosticada hace cinco años. A veces me daba miedo pensar que yo podría sufrirlo, según le dijeron puede ser hereditario.

—Tu madre tiene razón, Brenda podría ayudarte con un empujoncito—Félix intervino y no pude desear más que se callaran los dos.

—De verdad, necesito ese libro—Transformé mi malestar en una risa nerviosa y los rodeé a ambos, no necesitaba un abrazo o palabras reconfortantes por lo que había visto.

Si debo admitir que me sorprendió, y demasiado.
Pero estaba bien, no necesitaba ayuda de nadie.

No puedo creer que continuaras con esto..

Me quedé de pie en el pasillo, sentí sus miradas persistentes y por otro lado la de mi padre.

Repentinamente los tres atacaron, sus palabras se mezclaban y hacían de mi mente una completa confusión, necesitaba una salida.

Bajé los escalones de a dos o tres, sentí que me seguirían y es por eso que me movía rápido, no tuve tiempo para pensar donde poner los pies, tuve suerte de no tropezar. Mi suéter permaneció en el perchero incluso cuando salí por la puerta principal por que no tuve tiempo de llevármelo.

El despertar de los óleos [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora