1.9K 185 410
                                    

Hace tiempo que Xiao se sentía realmente muy cansado de su vida. No encontraba otra razón para levantarse durante las mañanas más que la insistente voz de su madre llamándolo a gritos. Sin embargo muchas veces, con poca y nada de energía, lograba salir de la oscuridad de su cuarto hasta el balcón durante los días nublados, donde se la pasaba horas y horas admirando el cielo gris repleto de oscuras nubes que pronto desataban una tormenta. Eso, quizás, le daba aquél empujón que su monótona vida necesitaba.

Era su último año en la universidad y estaba próximo a recibirse en la carrera de Economía, contaba con excelentes notas y una impecable asistencia que sus padres lo habían instado a mantener. Realmente no le importaba en lo más mínimo obtener su título ya que, después de todo, había sido forzado a elegirlo pese a sus intentos de negarse.

Xiao cerró los ojos y soltó un largo suspiro escondiendo la nariz roja atrás de la bufanda gris que llevaba ese día. Bajó del colectivo y se acomodó las correas de la mochila que se deslizaban por sus hombros, emprendiendo camino hacia la facultad.

Más allá, sus ojos se posaron sobre la figura de su mejor amigo parado con un porte despreocupado pero sonriente, con su clásico cabello alborotado y su flequillo cayéndole sutilmente sobre la frente. No atinó a saludarlo, ni siquiera a sonreírle, y tan pronto como había puesto sus ojos sobre él los desvió hasta la puerta de la universidad siguiendo su camino y pasando por su lado de manera despreocupada.

—Xiao.

Él sonrió volteando a verlo rápido en cuanto había notado la presencia del más pequeño.

Xiao exasperó con algo de cansancio. Se obligó a si mismo a girar su cuerpo con duda, notando al castaño acercarse a él con rapidez.

—Xiao.

Volvió a llamar posando sus felinos ojos claros sobre él. Xiao tuvo que alzar la vista ante la diferencia de altura, otra razón por la cual su mal genio aumentó.

—¿Qué? — contestó con fiereza.

Notó de reojo como su sonrisa flaqueaba, sin embargo, siguió hablando como si no notase el claro mal humor que Alatus cargaba.

—Nada, solo quería saludarte. — se llevó una mano a la nuca con duda. — ¿Quieres ir al bar esta noche con los demás?

Xiao parpadeó rápido, frunciendo los labios en una mueca.

—No puedo Zhongli, tengo otras cosas que hacer.

Sin esperar respuesta y de manera descarada, volteó nuevamente retomando su camino hasta la puerta de la universidad, sin notar la expresión de confusión plasmada en el rostro de Zhongli.

. . . . . . . .

Al finalizar las clases de esa mañana, retomó el camino en dirección a la parada del autobús, con unas insistentes ganas de querer llegar a casa y encerrarse en su habitación por lo que restaba del día. Xiao suspiró por lo que parecía ser la quinta vez en aquél día, caminando distraídamente y dando torpes pasos cargando con un notable cansancio.

Antes de poder siquiera notar la presencia de una persona frente a él, sintió su rostro impactar suavemente contra algo blando.

Se alejó al instante, retrocediendo en sus pasos y frunciendo las cejas con molestia.

Abrió los ojos notando a alguien parado frente a él. Había chocado contra su torso, siendo su suéter lo que había ablandado el impacto.

Xiao miró hacia arriba. Unos brillantes ojos almendras lo observaron con atención.

Y en aquél preciso momento, el cielo comenzaba a despejarse y los rayos del sol se filtraron por entre las nubes grises, los cuales iluminaron la figura del chico frente a él, mostrándole una sincera sonrisa radiante. El día pareció cambiar de manera drástica, como una flor abriendo sus pétalos ante una nueva temporada.

Eternity  【Xiaother】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora