Mi mamá últimamente estaba muy pesada conmigo, más de lo normal, no sabía que había hecho, pero ya no quería que esto siguiera asi.
Mateo se había convertido en mi lugar seguro y a pesar de que ninguno daba el paso por miedo, los dos nos amabamos más que como amigos.
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Esa sería la última vez que le diría te amo al morocho.
Llegaron las doce e hice lo que mi mejor amigo me ordenó. Cuando ya estaba lista espere a no escuchar ni un ruido y me preparé para salir por la ventana, pero algo que haría que todo salga mal llegó.
Mi mamá entro a la pieza, justo hoy le digno por llegar temprano.
─ ¿Que mierda haces?
Se acercó a la ventana y me estiró de los pelos llevándome hacia el baño.
─ Sos una pelotuda morena, vos tenés la culpa de todos mis problemas y de los problemas de los demás, encima que andas de putita por ahi le echas la culpa a el chico, te veo otra vez haciendo cagada y te mato con mis propias manos ¿Me escuchaste? ─ Me empujó dejándome caer a la bañera y permitiendo que me diera un leve golpe en la cabeza.
Ya no aguantaba mas, realmente ya no podía más, me estaba derrumbando y hoy era el único día en el que hubiera podido escapar de casa, pero de lo que realmente terminaría escapando sería de la vida.
Abrí la canilla permitiendo que el agua llenará la bañera y dejé que mi respiración se fuera totalmente.
